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#15O en México: Hoy nace una organización

Amanda se levantó el sábado emocionada, pero estaba haciendo sandwiches para compartir en la plaza y los nervios se le arremolinaban en el estómago. “¿Cuántos vendrán? ¿Cómo irá?”, se preguntaba. Amanda tiene 26 años y era una de las pocas personas que han organizado el #Méxicotomalacalle, el movimiento de los indignados mexicanos. Hasta el 15-O eran menos de 50, pero la convocatoria global prendió la mecha. Este sábado, el monumento a la Revolución, donde se reunieron, cobró vida. La plaza se volvió un hervidero, de gente, de ideas, de actividades, de propuestas.

“Estamos indignado/as de la farsa democrática en la que vivimos, la cual sólo ha traído una falta de desarrollo adecuado del país, que ha roto su tejido social, que ha sido incapaz de generar el empleo necesario y que nos impone el pago de las deudas interna y externa de las que no somos responsables, mientras la clase política se enriquece con los recursos que su coto de poder les proporciona. El clima de violencia actual provocado por el engaño, la negligencia y corrupción del aparto político, auxiliado de los poderes fácticos, ha generado a todo lo largo del territorio nacional una urgente necesidad de transformación profunda”, leyeron en un manifiesto en el Monumento a la Revolución, ante más de un millar de personas. En una ciudad, el Distrito Federal, donde hay manifestaciones cada semana por las más variopintas demandas, estas personas decidieron cambiar la estrategia. Su indignación tomó el espacio público y se recreó en un mercado de trueque, performances, teatro, danza, conciertos, y debate, mucho debate. Hubo cuatro asambleas paralelas sobre: economía solidaria, democracia real, educación y No violencia, por las que pasaron más de un millar de personas. “Se trata de empezar a creernos que podemos cambiar las cosas, y hacerlo con el otro, generando un lenguaje compartido, un pensamiento colectivo”, explica Amanda ya en el monumento a la Revolución. No es un camino fácil, y menos en el contexto de precariedad económica y de violencia que vive este país.

 

“A nivel personal todo el mundo tenemos perspectivas muy distintas pero hay un descontento que nos une a todos, lo que pasa es que responder a la crisis económica es mucho más claro que combatir la inseguridad. En México nos enfrentamos a un monstruo que es el crimen organizado institucionalizado o no”, señala Amanda. Sin embargo, lo cree una necesidad urgente, por eso ella y sus compañeros, convocaron por todas las redes sociales, por las universidades, incluso subían al metro con su nariz de payaso para animar a la gente a sumarse. “Sal a la calle antes de que entren a tu casa”, era uno de los lemas principales con los que animaban a la gente.

“El país se precipita en el desastre de la violencia cotidiana y generalizada”, resumen lxs indignadxs. Ante esto la asamblea por la No violencia propuso combatir las intimidaciones cotidianas, esas pequeñas agresiones que cometemos todos diariamente. En un marco más grande rechazaron la Ley de Seguridad Nacional que se debate en el Congreso y que de aprovarse instauraría un estado de excepción de facto. Saben que es muy difícil articular un país como México, pero el sábado Amanda, y tantos otros, vieron “realizarse un sueño”. Amanda lleva desde febrero participando en una asamblea callejera contra la censura que luego se unió al Movimiento por la Paz impulsado por Javier Sicilia, y a mediados de mayo, al calor del 15-M español se convirtió en la Asamblea Permanente de Indignadxs Mexicanxs. Pero hasta ahora eran cuatro gatos. Ayer fueron centenares.

“Estamos despertando de la apatía”, resume Jorge López, otro de los iniciadores del Movimiento mexicano. Y en ella salieron múltiples demandas. Además del fin de la violencia, exigiron poner fin a la corrupción y la impunidad,más partipación democrática, recortar los presupuestos de partidos y los sueldos de los políticos, aumentar drásticamente el salario mínimo y más inversión en la educación. Y para ello hacer más contundentes sus demandas, después de 8 horas de debates decidieron ir a acampar delante de la Bolsa de Valores, símbolo máximo de la especulación financiera en un país donde el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, convive con 60 millones de compatriotas que sobreviven bajo el umbral de la pobreza.“Si no hay dinero para vivir dignamente, es porque en la Bolsa está acaparado”, subrayan. Así, siguiendo el ejemplo de Nuevo York, una cincuentena de personas acamparon ante la Bolsa.

Antes de la medianoche la policía los desalojó, pero finalmente consiguieron instalarse a pocos metros y siguieron la asamblea hasta la madrugada, donde discutieron propuestas concretas para continuar en movimiento. “Hoy nació una organización”, concluye Jorge López entrada la noche. “¿Qué crees que conseguirán?”, le pregunto a Amanda. “No sé hacia donde vamos, pero de momento sembramos la esperanza de que en México también es posible hacer un cambio”, asevera. Además de la Ciudad de México, en el país se movilizaron 28 ciudades, desde la frontera con Estados Unidos, donde las consignas se centran contra la violencia del narcotráfico, hasta el sureste del país, donde el zapatismo retoma la idea de la revolución mundial.

Majo Síscar. Publicado originalmente en Periodismo Humano. Creative Commons 2.5.

 

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