La historia del estudiante universitaria implicada falsamente y liberada tras una campaña viralizadora, desafía nuestra capacidad de comprender cómo los medios pueden ser manipulados para narrativas específsicas. En este artículo se analiza la intervención digital como catalizador en un caso contraproducente que emergió desde el asesinato del catedrático Salvador Rodríguez y las acusaciones posteriores hacia Mariel Solís.
En 2009, el catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México, Salvador Rodríguez, fue asaltado y asesinado. Los criminales que le quitaron la vida se llevaron alrededor de cinco mil pesos.
Dos años después y con los autores del asesinato recluídos, se detuvo a la estudiante Mariel Solís al ser acusada como cómplice con la supuesta evidencia de una videograbación de Banco.
La noticia fue seguida a través de las redes sociales luego de que sus familiares, amigos y profesores lanzaran una campaña y un comunicado vía Facebook en el que contaron la historia y defendieron la inocencia de Solís.
Luego de ser detenida y liberada, la estudiante contó a un noticiero cómo fue su detención y su reclusión injusta.
En una semana, Mariel fue acusada, señalada, recluída y liberada por un crimen que no cometió. Aunque el procurador general de Justicia del DF, Miguel Ángel Mancera no aseguró que se ofrezca una disculpa pública, se dio a conocer que sostendrá una reunión con la universitaria en los próximos días.
En su momento, el Procurador tuvo que aceptar el error y recurrir al penoso recurso de “Usted Disculpe”
Las redes sociales fueron útiles como vía de presión social para señalar y detener una injusticia de este tipo. Ahora, los amigos de Mariel compartieron vía YouTube un agradecimiento por el apoyo demostrado en la web.
