Skip to content

Historias de hojaldras y otros panes

Normalmente las historias en mi vida se escriben diariamente, como las de todos los demás. Siempre hay algo qué contar, aunque sea para uno mismo.

Muchas veces sólo son ficciones. Vemos en la calle algo y lo deseamos para nuestra alma. Creamos historias de papel y las acomodamos en cualquier maniquí. Como esos muñequitos que venden en las papelerías, de cartón, con la figurita dibujada para recortar y muchos atuendos diferentes que se acomodan con pestañitas blancas, ¿ya saben cuáles? Esos que tienen líneas punteadas.

Creo que, al final del día, esas son las historias de mi vida. Conforme se va moviendo el sol, yo voy escogiendo atuendos diferentes, me los mido y quito según el gusto, igual que todos los demás. La ciudad se vuelve un cartón gigante lleno de muñequitos, muñequitas y quimeras con el contorno punteado y miles de atuendos e historias para elegir a cada momento.

Definitivamente el buscar historias, propias, ajenas, de papel o tangibles, pertenece a la necesidad de sentir, hacer y practicar el amor en todo momento. Eso lo que impera en estos tiempos, o por lo menos debiera ser así. Despejando la mierda que ensucia la sociedad, los problemas socioeconómicos y humanizando más a la gente, poniéndole ese atuendo recortable, he encontrado que todos y todas andamos los caminos como a obscuras, a tientas y gatas, tratando de descubrir qué carajos es realmente eso que llaman “amor”.

Para descubrirlo, entenderlo y disfrutarlo hay que compartirlo. Amor que no es compartido se vuelve calabaza. Aunque sean imaginarios, pecaminosos, compartidos, ignorados y rechazados  hay que sacarlos de la mente y vivirlos como mejor se pueda.

Yo misma he creado un multifamiliar en mi corazón, en el que rento y regalo departamentos y pisos de manera arbitraria y egoísta. Después de todo el corazón es mío y al que no le gusten mis reglas que se vaya con sus cosas a habitar otro lugar, ¿no?

La hojaldra es hedonista y no tiene problemas en reconocerlo. Después de varias operaciones a corazón abierto, pensando que en una de ellas que ya no reviviría más, decidí arar el terreno y construir el multifamiliar. Acá mismo no se aplica el “lo menos es más”. Más siempre es más y aunque de pronto tengo sobre cupo y tengo que desalojar habitantes morosos, normalmente caben todos en él.  Claro, tampoco es como que tenga un albergue y recoja corazones abandonados y en desgracias.

Afortunadamente mis tiempos de princesa salvadora de corazones en desgracia ahora se plasman en historias y no en habitantes activos de mi corazón. Esa es la razón por la cual se abre este espacio.

En estas historias de hojaldras y otros panes compartiré la sal y pimienta del día al día con ustedes y yo trataré de encontrar las respuestas comunes a las cuestiones especiales.

Ya saben, las típicas preguntas de: ¿está mal besarlo en la primera cita? ¿me volverá a llamar? ¿y si sólo me quiere para tener sexo y luego nunca más me vuelve a buscar? ¿qué tal que sólo me lo echo y luego regresa para querer una relación? Y un largo etcétera que ya iremos viviendo juntos. Una empieza así, tratando de saber cuál es el paso siguiente, cuando en realidad no hay un manual. Depende de los gustos y del grado de hedonismo.

Bienvenidos sean entonces al sitio semanal donde se vale preguntar, compartir, explorar, llorar, sufrir y, sobre todo, disfrutar. ¿De eso se trata el amor, no? Ya lo comprobaremos con estas historias, que no siempre son propias, a veces también son prestadas.

Hojaldra

Lee a Hojaldra en tuiter y vive el día a día de las historias de @hojaldra en 140 caracteres.

Foto: Bored now