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Ni libre ni ocupado: ¿Qué harías tú si una desconocida te diera las llaves de su coche averiado?

Esperando en la parada de taxis de General Perón me sorprendió ver un coche parado en la mediana echando humo por las rendijas del capó. Dentro del coche, una mujer con cara de bloqueo, asida a su volante. Detrás de ella, una cada vez más larga fila de coches tocando el claxon.

Salí del taxi y me acerqué a ella.

– Pare el motor – dije.

En vista de que la mujer no reaccionaba metí la mano por su ventanilla y giré la llave del contacto.

– ¿No ve que está echando humo?

– Y yo que sé. No entiendo de motores.

– Abra el capó.

– ¿Para qué?

– Para que se enfríe el motor.

– ¿Y cómo se abre el capó? – me preguntó mirando nerviosa el cuadro de instrumentos.

Volví a meter la mano por su ventanilla y, una vez localizada la palanca de apertura del capó, tiré de ella.

– Salga del coche y saque los triángulos.

– ¿Y yo qué sé dónde están los trián…?

– En el maletero, supongo.

– Vale, vale. Es que estoy un poco nerviosa. Llego tarde a una reunión.

Abrí el capó y el humo blanco se expandió.

– Cuando deje de salir humo, ¿podré volver a arrancarlo?

– Si quiere que explotemos todos, sí.

– No me diga… entonces, ¿qué hago?

– Llamar a una grúa, señora – dije.

– ¿Y tardará mucho la grúa?

– Tardará lo que tenga que tardar.

– ¿Y tendré que quedarme aquí, en el coche, a esperarla?

– No. Si quiere ya me quedo yo, no te jode – este último no te jode lo dije bajito. No me oyó.

– ¿Me haría usted ese favor?

– ¿Está de guasa?

La mujer tomó su bolso, sacó su cartera y me tendió una tarjeta.

– Ahí está mi número de teléfono. El número de la grúa estará en la guantera, supongo. Llámeme cuando sepa a qué taller lo llevan. ¡Gracias! – y cruzó la calle, entre los coches, corriendo en dirección al edificio de Caja Madrid donde, supuse, llegaba tarde a su reunión.

Y ahí me quedé yo. Con las llaves de un Volkswaguen Polo humeante y una cara de gilipollas que ni te imaginas.

Ahora bien, ¿adivinas lo que hice después con aquel coche?

¿Qué habrías hecho tú en mi situación?

Daniel Díaz es, según sus propias palabras taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (UAM). Bufón y escaparatista de almas. Conduce un taxi desde donde observa la vida y vive en Madrid. Escribe en el blog Ni Libre Ni Ocupado. Síguelo en twitter @simpulso

Este texto no es copyleft y ha sido reproducido únicamente con permiso del autor.

Foto: Ni libre ni ocupado