Llevaba horas en la misma posición, sentado en una reposera, mirando a la maniquí que lucía un traje de baño de diseñador. Al mediodía concluyó que estaba loco por haber aceptado ese trabajo. Estaba por levantarse cuando la muñeca le guiñó un ojo. Atónito, pensó que la inmovilidad lo estaba enloqueciendo: “No te vayas lindo, estoy muy sola aquí”.
– Pero… ¿sos real?
– Tanto como vos. Cuando se vayan todos, verás cuán real soy.
Una nueva emoción se había apoderado de él. Permaneció inmóvil lo que quedaba de tarde absorto en los ojos femeninos, atento a cada gesto de su boca, cada latido en su pecho. Admiraba su actuación. A la mañana siguiente la vendedora tuvo que denunciar un extraño robo: el dinero de la caja chica, la maniquí del costoso traje de baño y toda la ropa del maniquí que encadenaron a la vidriera con reposera y todo.
Claudia Sánchez escribe desde Buenos Aires, Argentina. En su blog reúne minificciones y minirrelatos. ¡Visítalo!
Imagen: rboot_rboot