Voy a empezar este texto aclarando mi casi absoluta ignorancia sobre Libia. Cuando empezó a surgir el hashtag #Lybia y #Libia en Pateando Piedras escribimos un par de notas sobre el presunto corte de internet en el país. El tema nos interesaba sobre todo en su perspectiva desde las redes sociales –no pretendemos ser expertos ni en Libia, ni en Egipto, ni en nada que quede fuera de las fronteras hispanohablantes-. El activismo Twittero, exhaltado por las revoluciones populares de Túnez y Egipto, se añadió rápidamente a la causa libia. Hasta ahí todo parecía ir sobre ruedas. Solidaridad internacional. Apoyo en las redes. Qué bien.
Excepto que…de repente se filtra la noticia de que Estados Unidos quiere apoyar con armas a los rebeldes. Confusión en la redacción: sentimos que algo está mal, pero no sabemos exactamente qué. De repente esto ya no parece una revolución –mucho menos popular- sino que adquiere rasgos de golpe de estado. Decretamos entonces un súbito alto al fuego de tuits (y posts) hasta conocer mejor la situación libia. Nos sentimos culpables cuando nos damos cuenta de que tal vez (sólo tal vez) hemos caído en la espiral de “ruido digital”, aunque sea muy tangencialmente, sin tener claro cuáles son los bandos y cuál es la historia de este país. Durante varias semanas, callamos y esperamos.
El 15 de marzo –mientras se debate en la ONU si atacar o no a Libia- logramos al fin hacernos una idea de lo que pasa. Debo decir que en principio Libia queda fuera de nuestra área de expertise así que no deberíamos estar pensando en reportar nada sobre este país…pero nos sentimos tan culpables por haber posteado sin pensar, contribuyendo así quizá a una invasión extranjera del país africano, que desplegamos ahora nuestras energías buscando expertos en el tema que puedan contarnos qué pasa exactamente. Y lo logramos. Al fin sabemos qué pasa.
Solo que es demasiado tarde. La ONU ha decretado ya el uso de la fuerza contra Libia. Ahora ya sabemos que Libia es la mayor reserva de petróleo de África, igual que sabemos de sus intentos por nacionalizar el petróleo –siempre seguidos de embargos por la comunidad internacional, o sea, Estados Unidos-. Sabemos que hace unos diez años Gadaffi tuvo que ceder a las presiones internacionales y re-privatizar parcialmente el petróleo, permitiendo de nuevo la entrada de empresas extranjeras en el país. Sabemos que en 2009 Gadaffi intentó de nuevo nacionalizar el petróleo…y que incluso propuso que los beneficios de éste fueran repartidos directamente entre el pueblo (¡). Sabemos que Libia es un inmenso botín para los países occidentales sedientos (y absolutamente necesitados) de petróleo. Sabemos que el pueblo libio ha mejorado muchísimo su calidad de vida con Gadaffi y sus políticas y no tiene a priori una razón para alzarse contra él. Mucho menos cuando la ley de reparto de beneficios del petróleo estaba a punto de aprobarse. Sabemos que Libia es uno de los mejores países donde vivir en África. Sabemos que el pueblo libio apoya a Gadaffi y que los “rebeldes” son en su gran mayoría mercenarios (¿pagados por quién? No será difícil de imaginar…). Todo esto lo sabemos ahora y no lo sabíamos antes. Pero es demasiado tarde.
Y nos sentimos mal. Nos sentimos fatal por haber caído en la trampa. Sabemos que es comprensible, que en la euforia de tantas revoluciones populares bajamos la guardia, que no fuimos los únicos…pero nada de eso nos excusa. Ni a nosotros, que como medio de comunicación tenemos una enorme responsabilidad, ni a ti, tuitero, internauta, que también la tienes en cada tuit que escribes. Esto no puede volver a ocurrir.
¿Nos damos cuenta acaso que con nuestros tuits de “apoyo” al pueblo libio hemos labrado quizá su ruina?¿Que hemos legitimado una invasión extranjera, que hemos legitimado bombardeos aéreos, futuros embargos, cierre del espacio aéreo, aislamiento del país…?¿Que puede morir gente, mucha gente, en parte a causa de nuestros tuits? ¿Nos parece bien eso?¿Qué haremos cuando los aviones de la ONU reduzcan Trípoli a ruinas (otra vez), como los aviones estadounidenses hicieron con Irak? ¿Aplaudiremos?¿Seremos tan groseros, tan hipócritas, tan paternalistas, como para encima autojustificarnos y decir “es por el bien de los libios”?¿O tendremos el coraje de rectificar y decir que nos equivocamos, que apoyamos la invasión de Libia sin saber lo que hacíamos, y que aunque no estemos a tiempo de arreglar nada por lo menos –porque es LO MENOS que podemos hacer- podemos disculparnos?
Perdónanos, Libia, porque no sabíamos lo que hacíamos. Rectificamos ahora. Esto no es una revolución popular. Esto es una invasión. Haremos lo que esté en nuestra mano por darlo a conocer.