Con los ojos abiertos por la sorpresa (y tal vez distorsionados por la distancia -estamos en México-) lo hemos visto crecer. Estuvimos ahí el 29S, cuando -nos pareció entonces- España despertó lentamente a las redes sociales. Estuvimos ahí en vísperas de Navidad en 2010, cuando el hashtag #LeySinde -en combinación con la publicación que hizo El País de ciertos documentos de Wikileaks- logró echar atrás la infame enmienda sobre derechos de autor. Estuvimos ahí el 15 de Febrero, y vimos nacer el Trending Topic #nolesvotes, vimos la ira de los ciudadanos españoles, y se nos estrujó el corazón de emoción. Durante meses vimos crecer a #nolesvotes, y creímos (¡ingenuos!) que podría ganar el premio a mejor campaña de activismo social de los BoBs. Vimos como #nolesvotes se transformaba y se integraba en movimientos como “Jóvenes Sin Futuro” y “Democracia Real Ya” (y no pudimos evitar sonreir al ver las coincidencias de color y tipografía entre éstos y el famoso movimiento de “V de Vivienda”, que tanto marcó a España hace unos años). Todo esto lo vimos, y tratamos de contribuir a su crecimiento como mejor pudimos. Tratamos de mimar el hashtag, como tantos otros hicieron, de darle agua, de hacerlo crecer, de protegerlo de la indiferencia mediática. Y #nolesvotes creció, se multiplicó y dio frutos.
Las fechas límites se aproximaban -el 15 de mayo, y luego el 22- sin que nadie supiera a ciencia cierta qué iba a ocurrir, o cuántos éramos. Mucho especulamos entonces, sobre si algo ocurriría, o si esto pasaría sin pena ni gloria. “Nada va a ocurrir, nunca ocurre nada” – decía mi parte más pesimista. Y mi lado esperanzado respondía: “quizá esta vez sí. Quizá esta vez sea diferente“. La fe y el derrotismo batallaban. Supongo que muchos otros sintieron algo parecido. Y llegó el día. Llegó el 15 de mayo, y cruzamos los dedos.
Y sucedió lo impensable. Sucedió que éramos muchos. Sucedió que las cosas ya no eran como durante la huelga del 29 de Setiembre, cuando las redes sociales españolas apenas podían coordinar qué estaba ocurriendo (a tal grado llegó entonces el surrealismo que la única agencia que transmitía noticias de la huelga de forma nacional, la agencia 29S, ¡lo hacía en catalán!). Pero ahora es distinto. Ahora las cosas han cambiado.
Ahora España navega a todo vapor en las aguas de las redes sociales. Ahora los españoles suben fotos, videos y reportes en tiempo real desde todas las ciudades. No necesitamos a la prensa ni a sus corresponsales porque los españoles tuitean, gritan, proponen, abren blogs y grupos en facebook y reportan acontecimientos en tiempo real. Carajo, ¡ni siquiera necesitamos estar en España físicamente! Desde el Distrito Federal navego con mis compatriotas, busco imágenes, videos y noticias.
Quisiera estar allí, en Barcelona, pero es un deseo más sentimental que práctico. Sé que no haría mejor mi trabajo desde allí. De hecho, lo haría peor, porque me iría a las marchas y a las acampadas y reportar se me haría mucho más difícil. Quiero ser parte de esta revolución, de este cambio, y me duele no estar allí físicamente, pero sé que estoy online y también soy parte de ella. Paradojas del mundo digital. Así que prendo la computadora y trato de organizar la información que recibo. Subo videos que vienen de todos los lugares de España, subo fotos, mido el pulso de la red, veo crecer los hashtags y trato de mimarlos como ya hicéramos antes tantas veces. Conmigo siento a miles de personas anónimas. Son ellos los que mueven las imágenes y los reportes. Yo trato de colocarlos en el ciberespacio. Me siento como controladora aérea moviendo paquetes de información. Me gusta sentirme así. Útil. Con una tarea que aunque parezca extraña tiene sentido. Exiliada pero presente.
Y me queda claro que no necesitamos a los medios. Nosotros somos los medios. Nosotros, todos nosotros, somos una gran agencia de noticias, produciendo, distribuyendo y colocando información. Cada uno hace lo que puede. No importa si el grupo Prisa miente, no importa si RTVE no nos saca en las noticias, porque nosotros somos las noticias. Somos los que estamos en Madrid acampando, diciendo “no nos vamos a ir”, y somos los que tuiteamos lo que sucede, somos los que mandamos videos, los que buscamos videos, los que organizamos información, los que escribimos artículos de opinión, los que los buscamos y los distribuímos. Y qué bien, darse cuenta, al fin, de que no los necesitamos.