Aquella mañana marcó la vida de miles y fue el parte aguas del antes y después del 11 de Septiembre. Aquel día fue el inicio de una nueva era sin precedentes en el negro mundo del terrorismo, además que por vez primera el mundo era testigo en vivo y directo de la vulnerabilidad de un país, que por mucho tiempo había sido considerado como el más poderoso del orbe.
Recuerdo que ese día, como era costumbre, estaba observando las noticias en la televisión, antes de salir hacia mi oficina, que en ese tiempo aún vivía en México, cuando de pronto se interrumpió la transmisión normal y el conductor mencionó que parecía que un avión se había estrellado en una de las dos Torres del World Trade Center de Nueva York.
Y fue en ese momento cuando todo inició, estaba ahí en vivo, la terrible imagen del primer avión del vuelo 11 de la línea American Airlines, estrellándose en la Torre Norte. Todo era confuso, de hecho el conductor comentaba que no podía creer lo que estaba viendo, que probablemente era algún fallo del avión, que era imposible que estuviera volando a esa altura.
Es cuando sobreviene el segundo impacto del vuelo 175 de United Airlines en la Torre Sur del conjunto, y es algo que no podré olvidar cuando el locutor menciona incrédulo “creo que están repitiendo la imagen de este terrible accidente,…no, no esperen es un segundo avión que se estrella en la otra torre…”, y es cuando el mundo entero fue testigo de la barbarie que el hombre puede llegar a ser capaz.
Las secuelas
El impacto del ataque no sólo acabó con la vida de aproximadamente 3 mil personas y dejó heridos a otros 6 mil; aunque siempre se tuvo la sospecha de más muertos, por los cientos de “fantasmas”, indocumentados que pudieron estar en el lugar equivocado por el simple hecho de tratar de ganarse la vida.
Afectó muchas áreas de la vida de los estadounidenses, desde lo económico hasta lo emocional, los días siguientes al atentado, siendo Nueva York el centro financiero de los Estados Unidos y del mundo, la bolsa quedó paralizada en un hecho sin precedentes que no se veía desde la gran depresión.
En el renglón de la salud, los habitantes de la gran manzana resultaron muy afectados debido a las miles de toneladas de escombros tóxicos que cayeron de las Torres Gemelas, algunos estaban compuestos de asbesto, plomo y mercurio.
Además se liberaron niveles sin precedentes de dioxinas e hidrocarburos policíclicos aromáticos en los fuegos que ardieron durante los tres meses siguientes, lo que provocó graves secuelas entre los sobrevivientes y especialmente entre los rescatistas de aquel día.
Según una especulación científica, la exposición a varios productos tóxicos y los contaminantes del aire circundante a las Torres tras el derrumbe del WTC, podría tener efectos negativos en el desarrollo fetal.
Debido a este riesgo potencial, un notable centro de salud de niños está actualmente analizando a los hijos de madres que estaban embarazadas durante el derrumbe del WTC y que vivían o trabajaban cerca de las torres.
El personal de este estudio evalúa a los niños aplicando pruebas psicológicas cada año y entrevistas a las madres cada seis meses. El propósito del estudio es determinar si hay diferencias significativas en el desarrollo y la salud de los niños de las mujeres que estuvieron expuestas a los productos tóxicos, frente a niños cuyas madres no estuvieron expuestas a la contaminación.
Además, el estrés y post-trauma que les quedó a las personas que vivieron cerca el atentado, se avivó hace unos días con el movimiento telúrico que se dejó sentir en la metrópoli y que a muchos les hizo recordar el fatídico 11 de Septiembre de 2001.
Otro aspecto que se vio afectado y que millones de pasajeros que viajan para y por los Estados Unidos padecen, es el refuerzo de seguridad en la aviación a partir de esa fecha. Muchos que han vivido esta odisea, tienen como punto de referencia el antes y el después del 9/11, y es que se ha reforzado tanto la seguridad que hoy en día los pasajeros viajamos prácticamente “desnudos”.
Y no es una exageración, ya que hay que quitarse desde los zapatos, viajar sin ropa que tenga alguna hebilla o botones de metal que provoquen que el detector empiece a sonar, o en el mejor de los casos pasar por un escáner de cuerpo completo que lo expone todo sin censura.
La política exterior que adoptó el gobierno de los Estados Unidos, después de los atentados, dio origen a la intolerancia en contra del terrorismo, provocando con ello una cacería de brujas en contra de todo lo que tenga que ver con el mundo musulmán, e inclusive transgrediendo leyes internacionales creadas ex profeso después de la Segunda Guerra Mundial para prisioneros de guerra o tratados, como el de Versalles.
El autor intelectual de los atentados a las Torres Gemelas, Osama Bin Laden, fue asesinado el pasado 2 de mayo en circunstancias no muy claras. Al conocerse la noticia, esto fue motivo de celebración para muchas personas en el mundo.
Es por eso que a una década de aquel terrible atentado vale la pena reflexionar de todo lo que ha sucedido en estos años y que -si es válido- que la ley del “ojo por ojo” se siga fomentando como justificación del continuo intervencionismo del gobierno de las barras y las estrellas que, sin disculpar la brutalidad del acto terrorista cometido en contra de la sociedad civil aquel 11 de Septiembre, esto sea el generador de la antipatía que muchos sienten por los Estados Unidos.
Alejandra López es periodista. Ha trabajado para el periódico El Nacional y como corresponsal de la emisora de radio colombiana El Caracol. Actualmente vive en Chicago, Illinois, desde donde colabora con el proyecto Reporteras de Guardia.
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