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El asesino de Tolouse, Sarkozy y la Doctrina del Miedo

Publicado originalmente en El Blog de Raskolnikov
Recuerdo al “Asesino de la Baraja” en 2003. Por aquel entonces, Madrid se inundó de miedo ante un asesino imprevisible con dos características peculiares: el uso de una marca (la carta que dejaba sobre la víctima), y que era buen tirador (al menos sabía disparar bien, porque había sido soldado en Bosnia). Sin embargo, ante el ego desmesurado que mostraba el tipo, y que sobrealimentaba la prensa, los expertos habían encontrado errores de principiante en la materialización de los asesinatos. Resulta que tan obcecado estaba el asesino con su método, que cuando éste falló al disparar a una pareja, no supo encontrar otra solución y huyó dejando un testigo.

 

Recuerdo un programa de televisión. Entonces, un experto que, según me contaron, sabía muy bien lo que se hacía, se dedicó por primera vez a hablar de la torpeza del asesino infalible, le atacó como si fuese un careo, un asunto personal, con el asesino al otro lado de la pantalla. Trató de herirle en su orgullo para, vista su rigidez y su torpeza en determinadas circunstancias, precipitarle, alterarle y provocar un error que permitiera su captura. El caso es que el “Asesino de la Baraja” no tenía motivación política alguna y el contexto político era otro. Por cierto, se acabó entregando a la policía.

Cuando se produjo la brutal masacre de Oslo, muchos miraron al terrorismo islamista. Había razones sobradas para pensar que podía ser así. Sin embargo, el ególatra Breivik era un idiota de Extrema Derecha que se aprovechó de la ingenuidad o exceso de confianza de la mentalidad noruega para preparar minuciosamente y desarrollar su terrible ataque. Hizo sus grabaciones y las volcó en Internet. No le costará más de seis meses de cárcel por víctima cuando se dicte sentencia. En cualquier caso, no hubo que buscar al asesino. Fue detenido (se dejó coger se dice). No hubo lugar a una campaña de miedo. El terror duró aquel día.

 

Meses después, Noviembre de 2011, la policía alemana detiene a los asesinos de un inmigrante turco descubriendo, para su sorpresa, que conformaban un grupo organizado que llevaba asesinando diez años. De nuevo, la Extrema Derecha y, de nuevo, la candidez o desidia de un Gobierno que ha ejercido poco control sobre estos grupos, subestimándolos, y que había sido incapaz de resolver varios asesinatos cometidos durante ese tiempo. Más allá de los detalles de su forma de organizarse, destaca el hecho de que grababan a sus víctimas, como forma de mostrar un trofeo.

Y llegamos a Francia. Allí encontramos las motivaciones políticas de Alemania y Noruega, junto con el método del Asesino de la Baraja. Y, también, un caldo de cultivo político, en plena campaña de las Presidenciales francesas. Todo a la vez.

 

Hace unas semanas se informa de un doble asesinato y de otro después, cometidos por la misma persona, al sur de Francia. El tipo mata a tres militares con dos características en común: son de origen magrebí y han participado en misiones internacionales. ¿Ajuste de cuentas entre militares? ¿Alguna acción aislada de algún lone-wolf shooters islamista? (Sobre los Lobos Solitarios del terrorismo islamista se puede consultar https://elblogderaskolnikov.blogspot.com.es/2011/12/el-asesino-de-oslo-y-los-lone-wolfs.html).

Todo estalla con la sangría organizada por este tipo en el Colegio Judío de Toulouse, donde mata a tres niños y a un profesor, dejándose ver por numerosos testigos. La opción del radicalismo islamista pierde fuelle para la policía, ganándolo de nuevo la Extrema Derecha, esa a la que tantas y tantas veces ha guiñado el ojo el Presidente Sarkozy durante la legislatura, y hasta llegar a estas Presidenciales, donde se ve en la necesidad de recuperar parte de su núcleo de votantes del Frente Nacional.

 

El asesino francés tiene también un método: dispara bien, usa una moto en sus desplazamientos y, previsiblemente siguiendo el modelo de los neonazis alemanes, graba sus asesinatos con una cámara instalada en su cuello. Aún falta el discurso, la retahíla de estupideces con la que justifica sus acciones. De nuevo mucho ego, de nuevo un país que se sumerge en el miedo, pero esta vez en un contexto político muy determinado.

Sarkozy, que no andaba sobrado de votos para enfrentarse a su oponente, el socialista Hollande, encuentra en estos seis asesinatos el filón informativo necesario para acaparar toda la atención. Nada menos, decide activar el Plan de Seguridad Vigipirate, Nivel Scarlet, nunca implementado en Francia, ni siquiera en las fechas de grandes atentados islamistas como Londres o Madrid. Un Plan con un alto coste económico que, para dar muestras de seguridad a un país atemorizado por sus propios medios, llena las calles de policías y militares. Las imágenes del metro o de los aeropuertos resultan desproporcionadas, si de lo que se trata es de buscar a un asesino que actúa, por el momento, en el Sur del país, y que se desplaza a bordo de una moto.

48 horas de Estado de Excepción para localizar vía IP a un chico de 24 años, franco-argelino, que se encontraba en su casa junto a su hermano. Un éxito rotundo para Sarkozy.

 

 

Esta exageración, este Estado de miedo creado en todo un país de forma injustificada, es un poderoso argumento del que saldrá beneficiado electoralmente pase lo que pase. Los hechos le dan la razón a Sarkozy por haberle concedido tanta importancia. Toda la maniobra ha tenido un resultado personalista.

Los gobernantes saben bien que el miedo atenaza a la población, la reagrupa tanto como la guerra. Obama busca su guerra preelectoral desesperadamente. Ahora necesita hacerla creíble. Sarkozy se ha encontrado un enemigo que le va a facilitar las cosas. Pero a cualquier experto en este tipo de asesinos le habrá parecido una atrocidad otorgar tal filón mediático a un tipo que graba sus crímenes, que posee un ego inflado y que debe de haber  disfrutado como el que más todo el teatro montado a su costa.

A la espera de versiones y más datos, me conformo con que las mentes retorcidas del poder no quieran aprovechar la coyuntura para decir que han encontrado a un terrorista iraní que allane el terreno de la opinión pública francesa para llevar a cabo otros cometidos.