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Aplausos desde el confinamiento: la valoración social del personal médico y la sanidad

Sanitarios del Hospital Carlos Haya de Málaga el 11 de abril de 2020. VicaPhoto / Shutterstock

Desde el inicio del confinamiento por la pandemia del coronavirus, cada noche a las ocho nos damos cita para aplaudir al personal sanitario desde nuestros balcones y ventanas.

Sabemos cada vez más de su trabajo porque durante las últimas semanas estamos asistiendo a una expansión creciente de informaciones diversas sobre su actuación en los hospitales, atribuyéndoles frecuentemente un papel incluso heroico ante la pandemia. Pero ¿qué sabemos del reconocimiento social de la figura del profesional sanitario y, más concretamente, de la profesión médica?

La profesión médica es la más valorada por la ciudadanía

Esto es lo que dicen los datos. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de febrero de 2013 (estudio 2978) –que incorpora preguntas específicas sobre valoración de profesiones–, en una escala de 0 a 100, de menor a mayor valoración, la profesión médica obtiene el mayor porcentaje de valoración (56,3%) en el tramo más alto (de 90-100 puntos).

Por lo general, las mujeres y las personas jóvenes de 18-24 años la valoran mejor. En cuanto a la ubicación ideológica hay diferencias significativas: las personas que se consideran de izquierdas valoran mejor la profesión médica (63,3%) en una diferencia de trece puntos respecto a las que se autodefinen de derechas (50%).

También la clase social marca diferencias en la puntuación: la clase obrera no cualificada es la que presenta un porcentaje más alto (60,2%) en el tramo de mejor valoración de la profesión médica. En cambio, la clase alta la valora peor.

Además, cuando se pregunta sobre las profesiones que recomendaríamos, la profesión médica se sitúa también a la cabeza (46,1%). Así pues, parece ser que esta profesión gozaba, desde antes de la pandemia, de buena aceptación social.

El sistema sanitario funciona bien, pero necesita cambios

En cuanto a la valoración sobre la sanidad, ¿disponemos de datos? Sí. Los barómetros sociológicos recogen información sobre la percepción de la ciudadanía del funcionamiento del sistema sanitario.

Concretamente, en el último barómetro sanitario de 2018 los datos muestran que la mayor parte de la opinión se decanta por considerar que el sistema sanitario funciona bastante bien (21,2%), pero necesita cambios (47,1%). En cuanto al nivel de satisfacción (del 1 al 10, de menor a mayor satisfacción), la media de satisfacción con el sistema sanitario es 6,57. En relación con los cuidados y atención recibida por el personal médico la media es 7,63 y en cuanto a la confianza y seguridad que transmite un 7,68.

Cabe decir, que la valoración de la sanidad presenta diferencias significativas por comunidades autónomas: una mejor valoración en Asturias (40,1%), País Vasco (39,5%) y Navarra (37,6%) y, en cambio, una valoración más baja en Extremadura (13,7%), Melilla (12,2%) y Canarias (10,1%). En la valoración del personal médico, en Asturias y Cantabria es donde se dan las puntuaciones más altas.

La preocupación por la Sanidad, en aumento desde 2011

También podemos conocer la valoración sobre la sanidad a través de los barómetros mensuales. En general, sin considerar aquí las diferencias territoriales, la evolución de la percepción de la sanidad como problema social en los últimos años ha seguido una tendencia creciente, registrándose en el barómetro de marzo de 2020 el máximo histórico en un 19,8%. Los datos de los últimos 15 años muestran esa tendencia.

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Elaboración propia a partir de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas, Author provided

Si observamos el gráfico se distinguen dos períodos. En el primero, desde 2005 a 2011, la evolución de la valoración de la sanidad como problema social permanece relativamente estable con una media de 4,4. El segundo período que se inicia en 2011, cuando se registra un aumento de la preocupación por la sanidad, pasando de 4,3 en julio de 2011 a 6,1 en septiembre de 2011. Es en ese momento cuando aparece el punto de inflexión: la sanidad empezará a considerarse más que antes un problema social.

Este cambio de valoración conecta con los años duros de la crisis económica iniciada en 2008 y percibida con mayor impacto en los años siguientes, años en que los recortes de presupuesto público en sanidad y educación marcarán una época y, tal como se está evidenciando ahora, con efectos ante la crisis del coronavirus.

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Sanitarios del Hospital Carlos Haya de Málaga el 11 de abril de 2020.
VicaPhoto / Shutterstock

La pandemia, ¿cambiará la valoración?

La sanidad preocupa y, previsiblemente, seguirá preocupando mucho más en los próximos meses como consecuencia de la pandemia y la confirmación de un gasto sanitario público insuficiente si lo comparamos con Europa (un 5,9% en el total estatal frente a la media europea del 7%).

Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿aumentará en los próximos meses aún más nuestra valoración del personal médico y la preocupación por la sanidad como problema social después de esta pandemia?

Aunque resulta muy complejo aventurarse a responder a estas preguntas, podemos hipotetizar que, al menos, la tendencia creciente de la preocupación por la sanidad reflejada en los últimos barómetros, se consolidará. Además, el coronavirus emergerá como nuevo problema social, tal y como muestra el último barómetro especial de abril de 2020: para el 49,3% es ya un problema social.

El confinamiento ha alterado los usos de los espacios y la vivencia del tiempo. Y en ese trasvase hemos incorporado –de manera voluntaria, claro está– esa especie de ritual de aplaudir al personal sanitario cada noche que puede entenderse también como un aplauso extendido a la sociedad en general. Como una práctica de transmitirnos coraje para seguir con este confinamiento cargado de preocupación e incertidumbre por el presente y el futuro cercano.

The Conversation

Alícia Villar-Aguilés es miembro de la Federación Española de Sociología y de la Associació Valenciana de Sociologia.

Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Alícia Villar-Aguilés, Profesora de Sociología, Universitat de València