Song To The Siren.
Un principio se sustenta de expectativas, de palabras y deseos que oscilan de un lugar a otro trayendo a cuestas una larga cadena de rupturas. Un final, puede estar sujeto a una sola pregunta, una larga e indescifrable pregunta que se expande hasta los límites del silencio.
On the floating, shapeless oceans
I did all my best to smile
til your singing eyes and fingers
drew me loving into your eyes.
And you sang “Sail to me, sail to me;
Let me enfold you.”
¿Cuándo inician y terminan la cosas? Me he preguntado esto desde los 11 años, y ahora parece que entiendo aun menos. Quizás no aprendí, quizás algo paso en mi vida, algún fenómeno de origen desconocido se poso frente a mi despojándome vilmente de mis finales, y de mis principios.
Y ahora olvide…olvide como terminar.
Candy es como esos principios que llenan vacios…sutil, brillante, frágil, como el canto de una sirena.
Here I am, here I am waiting to hold you.
Did I dream you dreamed about me?
Were you here when I was full sail?
Now my foolish boat is leaning, broken love lost on your rocks.
For you sang, “Touch me not, touch me not, come back tomorrow.”
Oh my heart, oh my heart shies from the sorrow.
Dan y Candy sonríen, alimentándose gradualmente de la mirada del otro, una complicidad que creció como un pequeño animal en las afueras del tiempo.
La felicidad que se expresa en los labios, en el despojo, en aquella soledad que alberga una compañía, en el eco perdido en la manos del otro…ese otro que alza la mirada y nos encuentra.
I’m as puzzled as a newborn child.
I’m as riddled as the tide.
Should I stand amid the breakers?
Or shall I lie with death my bride?
Dirigida por Neil Armfield, Candy es una pieza que se cobija entre encuentros y desencuentros, decepciones, poesía, heroína, miedos, y como consecuencia con el amor. Un amor que destierra que sepulta y ciega.
Un par de chicos han decidido que el mundo se vive con riesgos, con aventura, con la sensación del estar al borde de la cornisa, con premura extrema hacia el muro de lo desconocido. Ellos saben que tienen tiempo, mucho tiempo y quizás eso es el punto de partida para su auto aniquilación.
Mientras, ellos giran y giran, como si fuesen un disco de vinil sobre la aguja del destino, son felices, están vivos, y a pesar de todo… ellos se aman…
¿Por cuánto tiempo?
No lo sé…
Nunca he podido conocer los finales.