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BAJO EL EFECTO DOPPLER. Cuando las Palabras se Ausentan.

Recomendación de la semana.

3-Iron de Kimki Duk.

A veces el silencio es la respuesta más digna a la incógnita de la vida. Esa ausencia, ese vacío de palabras que se entremezclan con la soledad y los pensamientos, permiten un dialogo entre la existencia y “el ser” que padecemos, que sufrimos, que habitamos.

«Salgo de mi casa. Mientras estoy fuera, alguien entra en mi casa vacía y se instala en ella. Come la comida de mi frigorífico, duerme en mi cama, mira mi televisor. Quizá porque se siente culpable, arregla mi despertador roto, lava la ropa, lo ordena todo y luego desaparece. Como si nadie hubiera estado allí…

Solía perderme por horas enteras por aquella ciudad sin identidad y memoria. Vagaba sin rumbo por las entrañas de aquel ente olvidado de asfalto y concreto, como si fuese una hormiga dentro de una alberca de arena.

Dentro de ese padecimiento ambulante tropezaba con diversas construcciones, caminos, casas edificios y diferentes porciones de materia inorgánica vomitada al azar por alguna deidad.

Ahora  que me he vuelto parte de esa materia, que mis pies parecen estar unidos al cemento y  los ladrillos, ahora que esas caminatas han perdido su azar y han encontrado un rumbo muchos más sombrío. Puedo verte a los ojos y decir, después de una larga y turbulenta pausa,  que te necesito.

Un día entro en una casa vacía. Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa. En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora. Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra.

Creo sinceramente que el mal que aqueja este siglo, incierto y ambiguo, no es una enfermedad extraña salida de algún laboratorio pakistaní o soviético, no es una fiebre mortal provocada por alguna especie de virus mutante, tampoco se trata de una epidemia expansiva a causa de una bacteria hasta hoy desconocida, y mucho menos es el virus del VIH, o la gripe aviar. Es simple y sencillamente LA SOLEDAD.

La soledad que no perdona, que no respeta credo, religión, ideología, posición económica, lugar de procedencia o limitantes físicas. Aquella soledad que arrasa, que succiona, que quema desde las entrañas, que rompe resistencias y que aniquila cualquier cantidad de tejido muscular y órganos vitales, esa soledad que obstruye el torrente sanguíneo, incapacitando al sujeto para volverlo un fantasma.

Lo cual me hace recordar las siguientes palabras.

¿Qué es un fantasma? –Pregunto Stephen- un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por ausencia, por muerte o por cambio de costumbres.

Ulisses

James Joyce.

3-Iron es la nostalgia por esa soledad, por el encuentro fugaz en la mirada del otro, por el pequeño rose de piel que nos vuelve tangibles, por la caricia que nos hace olvidar ese sentido de separacion.

Mientras elegimos una casa en que vivir, nos sentimos cada vez más libres. En el momento en que parece que nuestra sed de libertad se ha aplacado, nos quedamos atrapados en una casa oscura. Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia. El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.

Ahora que soy un fantasma, ya no siento deseos de buscar una casa vacía. Ahora me siento libre de ir a la casa en la que vive mi amada y besarla. Nadie sabe que estoy allí. Excepto la persona que me espera… Siempre llega alguien para la persona que espera… Llega, seguro… hasta para la persona que espera…


La Casa Vacia.

Kimki Duk.

Dos seres se encuentran.

Imagino todo lo que pudo haber pasado en el universo para que estas dos trayectorias convergieran el algún punto.

3-Iron de Kimki Duk no es una película, es una añoranza perdida en imágenes y silencios.