2 parte.
Cicatrices.
Las heridas nos definen, nos encarcelan, construyen caminos, y cierran puertas. Somos el estigma encarnado de nuestra memoria, esa memoria que se instaura en la piel, en nuestra carne, dejando testigos impresos del transcurso de la vida por nuestro cuerpo.
La herida que sangra, que se lamenta en nuestras vísceras y nos vuelve otros.
David Nebreda podría definirse como una especie de alarido, un grito que nace de la obscuridad y la fragilidad humana.
Licenciado en bellas artes, y con el diagnostico de Esquizofrenia a los escasos 19 años de edad, David plantea, a través de sus imágenes, una encrucijada entre la creación, la locura y la devastación del cuerpo, logrando así un simbolismo dramático y perturbador.
Si bien la belleza del horror logra un punto álgido en Antonin Artaud con su ya mencionado Teatro de la Crueldad, en Nebreda podría decirse que ese horror nos acorrala y atrapa en sus garras, nos devora para luego vomitarnos en nuestra ilusión mundana y superficial.
Sans cesse à mes côtés s’agite le Démon;
Il nage autour de moi comme un air impalpable;
Je l’avale et le sens qui brûle mon poumon
Et l’emplit d’un désir éternel et coupable.
Parfois il prend, sachant mon grand amour de l’Art,
La forme de la plus séduisante des femmes,
Et, sous de spécieux prétextes de cafard,
Accoutume ma lèvre à des philtres infâmes.
La Destruction.
Creo sinceramente que el arte es una constante inconformidad con nuestra realidad inmediata, el artista vive una eterna lucha en contra de su contexto y la sociedad en la que se desenvuelve. Por lo tanto busca casi siempre distorsionar dicha realidad, ya sea sublimándola, cuestionándola, o denigrándola. Otros son los casos en los que solo se busca reflejar al mundo tal cual es, sin ningún atavió o aspaviento. Pero el arte pese a todo siempre estará en una relación intima con su presente inmediato.
Pienso que Nebreda se sitúa en un punto muy especial, en el que demuestra su agónica percepción del mundo, un mundo que lo contiene y lacera constantemente, en el que la búsqueda por la nada se vuelve un modus vivendi.
Amado, odiado, cuestionado, David Nebreda se alza entre un cumulo de expectativas y miradas que voltean a su universo de texturas humanas y decadentes.
El se presenta tal cual es, desnudo en cuerpo y alma, mirándonos fijamente a los ojos desde su abismo personal, diciéndonos: HOLA, ESTOY SOY YO.
Poète noir, un sein de pucelle te hante,
Poète aigri,
La vie bout et la ville brûle
Et le ciel se résorbe en pluie;
Ta plume gratte au cour de la vie.
Forêt, forêt, des yeux fourmillent
Sur les pignons multipliés;
Cheveux d’orage, les poètes
Enfourchent des chevaux, des chiens
Poète noir
Antonin Artaud