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Camila Vallejo: «El sistema educacional chileno evidencia el fracaso del paradigma neoliberal impuesto»

Entrevistas | Irene Montero -publicado originalmente por Tercera Información bajo licencia Creative Commons| 03-11-2011 

 

-¿Cómo se inició el actual proceso de movilización estudiantil que se está dando en Chile? ¿podrías hablarnos de cómo se ha ido desarrollando?

Este es un proceso que tiene precedentes en otros años, a través de luchas emprendidas por generaciones anteriores. Ahora, en particular el movimiento del 2011 se forja a partir de las discusiones entre los estudiantes sobre el estado del sistema educacional, gatillado en un primer momento por un problema que hubo con becas y beneficios. A eso se suma el hecho que el gobierno intentaba imponer su agenda sobre reforma educacional. A partir de ese conflicto, las discusiones y análisis empiezan a subir de nivel, pasando de un problema particular a un nivel estructural, donde conforme se discute sobre la crisis de la educación chilena también se van generando propuestas de solución, que finalmente son las demandas que hoy hemos levantado y que la sociedad en su conjunto ha hecho parte de ella. Cuando el movimiento empieza a madurar, inevitablemente se empiezan a tomar medidas de presión y movilización, nos articulamos con organizaciones sociales, aumentan los paros, tomas, marchas y una serie de manifestaciones creativas, alegres que nos permitieron llegar directamente al resto de la sociedad. Es en ese momento cuando este movimiento, inicialmente, estudiantil da un salto cualitativo, transformándose en un movimiento social, donde la ciudadanía en su mayoría se ha hecho parte. Las convocatorias a manifestaciones, junto a su intensidad, fueron paulatinamente aumentando, lo que se relaciona directamente con que se construían demandas más profundas, estructurales.

-¿Cuáles son las luchas estudiantiles anteriores de las cuales el actual proceso se nutre? ¿Qué aprendizajes se han acumulado a partir de ellas, y cómo se manifiestan en el actual proceso?

El pueblo chileno, sus trabajadores, estudiantes, pobladores, tienen una larga tradición de lucha social. En lo que respecta a educación, se pueden mencionar movimientos como el de la Reforma Universitaria iniciada en 1967 y truncada por el golpe de estado de 1973, las movilizaciones contra la Ley Marco para las universidades en 1997 y más recientemente la Revolución Pingüina de 2006, entre otras. En ese sentido, hay un proceso de acumulación en cuanto problematizaciones sobre educación y demandas para resolver la crisis que arrastra el sistema educacional.

Por otro lado, un aprendizaje que hoy se ha hecho patente en este movimiento tiene que ver con la alta desconfianza que tenemos hacia los representantes políticos que durante 20 años no hicieron nada más que profundizar el modelo neoliberal instaurado por la dictadura militar a través de la política de los consensos. El movimiento del 2006, conocido como la Revolución Pingüina, fue víctima de esta política, donde la Concertación y la Derecha pactaron modificaciones al modelo educacional que solo apuntaban a perfeccionarlo, sin tocar los problemas estructurales y desentendiéndose absolutamente de las demandas del movimiento estudiantil de ese año.

Otro aprendizaje que se puede mencionar a partir de experiencias anteriores es la comprensión de la necesidad de generar articulación con organizaciones y actores sociales, trascender lo estudiantil e iniciar un trabajo mancomunado con trabajadores de la educación (profesores, asistentes) para posteriormente ampliar el rango hacia trabajadores en general y ciudadanía en su conjunto.

– ¿Podrías caracterizar la composición del actual movimiento estudiantil? ¿Cómo se está desarrollando la unidad en la lucha entre los diferentes sectores políticos que componen el movimiento actualmente?

El actual movimiento, que trasciende a lo estudiantil, es un movimiento amplio, donde participan distintas visiones políticas. Dentro de los estudiantes las visiones más bien responden a una matriz de pensamiento crítico al modelo neoliberal, que es el que ha originado y sustentado este modelo educacional y efectivamente conviven posiciones diferentes, lo cual no ha sido obstáculo para generar acuerdos que nos permitan asumir esta lucha de forma unitaria. El gobierno ha intentado mostrar que estas diferencias son quiebres dentro del movimiento, pero eso solo refleja una perspectiva anacrónica de la política ya que nosotros, como movimiento, consideramos que precisamente esa diversidad de opiniones es un motor que nos permiten desarrollar debates y que en el fondo, enriquecen nuestras definiciones y decisiones.

– ¿Cuáles son las demandas que actualmente elevan el movimiento estudiantil chileno, y cómo ha sido el proceso de definición de las mismas al interior del movimiento estudiantil?

El sistema educacional chileno ha arrastrado una profunda crisis que hoy evidencia el fracaso del paradigma neoliberal impuesto en nuestra sociedad por la dictadura. Básicamente, este paradigma se refleja en la concepción de todos los derechos humanos básicos (educación, salud, vivienda) como una mercancía, donde privados pueden obtener ganancias/lucro dado que el Estado se ha desligado absolutamente de su responsabilidad como ente regulador y garante.

En materia de educación, esto se traduce, en términos generales en una progresiva privatización y mercantilización de este derecho. En particular, se pueden identificar cuatro problemas relevantes dentro de la educación Superior: aportes bajísimos del Estado hacia las universidades estatales; altísimos niveles de endeudamiento de los estudiantes y sus familias para costear sus estudios; elitización de la composición social de los estudiantes universitarios y carencia de espacios democráticos al interior de las instituciones de educación terciaria.

En términos estructurales, hay 2 demandas: el fin al lucro existente en la educación y la recuperación de la educación pública donde el Estado sea responsable de esta. En términos más concretos, esto se traduce en un aumento de los aportes estatales que reciben las universidades; el fin del endeudamiento de los estudiantes y sus familias por el hecho de estudiar en educación superior; democratizar las instituciones de educación superior donde hoy los estudiantes y funcionarios no tenemos derecho a organizarnos gremialmente ni a participar en los gobiernos universitarios; implementar mecanismos de acceso que efectivamente permitan que estudiantes talentosos ingresen a la educación superior (cuestión que hoy no sucede, el ingreso está principalmente determinado por variables socioeconómicas); avanzar hacia la gratuidad del sistema de educación superior, incorporar la multiculturalidad en la educación en todos sus niveles, desmunicipalizar sin privatizar la educación primaria y secundaria, entre otras.

– Una de las características de este movimiento es, además de su masividad y amplio apoyo social, que ha logrado unir en la lucha a diferentes actores educativos y sociales, ¿cómo analizas este hecho?, ¿crees que es relevante a la hora de seguir articulando la lucha en el futuro? ¿cómo crees que puede fortalecerse ese proceso de unidad desde el movimiento estudiantil?

La articulación de los diferentes actores sociales ha sido fundamental para que este movimiento sea lo que es en la medida que fue una importante base para impulsar el movimiento y sobre todo, insertarlo dentro de la sociedad y transformarlo en movimiento social. En un primer momento, las demandas eran más bien de tipo estudiantil, luego con la articulación de organizaciones sociales estas evolucionaron e incluyeron demandas de múltiples sectores, traspasando lo estudiantil y adquiriendo ribetes eminentemente relacionados al cuestionamiento estructural del modelo. Dicho en otras palabras, el incluir y articular diferentes actores nos permitió tener una mirada mucho más amplia del problema del sistema educacional y también, a la hora de elevar demandas en busca de soluciones, pudimos ver el problema desde la perspectiva de los universitarios, de los secundarios, de los profesores y en la medida que maduraba el movimiento, enfrentándonos a las limitaciones de la democracia que tenemos, desde la mirada del conjunto de la sociedad.

– ¿Crees que el actual ciclo de movilización, aunque finalmente decaiga, puede tener continuidad en otros procesos amplios de lucha social y popular contra el sistema capitalista, que el propio movimiento estudiantil empieza a señalar como verdadero responsable de las problemáticas educativas y sociales de las grandes mayorías? ¿qué papel puede jugar el movimiento estudiantil en este proceso?

En estos meses se han develado una serie de profundas contradicciones dentro del sistema político y económico chileno en la medida que hemos cuestionado profundamente el mito de un Chile exitoso, con excelentes indicadores macroeconómicos pero que en la cotidianeidad de los chilenos no tenía correlato alguno, ese mito que nos hablaba de un crecimiento económico sostenido, de la pobreza en retroceso, de la estabilidad de las instituciones y del país “en vías de desarrollo”, ejemplo de Latinoamérica. Y es que no solamente se ha visto cuestionada la educación, uno de los nudos centrales del modelo neoliberal, sino también la democracia en la medida que ni el ejecutivo ni el parlamento han sido capaces de entregar posibilidades de solución al conflicto atendiendo las demandas de la sociedad.

Entonces, más allá del futuro del actual proceso, en Chile han cambiado muchas cosas, la sociedad ha despertado y está dispuesta a reclamar y luchar por los derechos que el modelo neoliberal desterró y dentro de ese futuro, el movimiento estudiantil estará presente porque el cuestionar el modelo neoliberal pasa también por cuestionar el modelo educacional que deriva de él.

– ¿Qué opinas sobre la propuesta de plebiscito como salida al actual conflicto? ¿qué la diferencia y la hace mejor de otras propuestas también puestas hoy a debate, como la construcción de una vía popular hacia la constituyente social? ¿crees que existe riesgo de que la salida que finalmente se produzca suponga una relegitimación de la burguesía en el poder?

La constitución es autoritaria, antidemocrática y no cuenta con legitimidad alguna, los cambios necesarios son muchos, partiendo por asegurar el derecho a la educación, reforzar el rol del estado, modificar el sistema tributario, el sistema político y por último el económico. Esta es una posibilidad que hay que construir y el mismo proceso generará las condiciones para que el pueblo adquiera las capacidades de hacerse cargo de conquistar a través de él. Todos los derechos que hoy día nos son negados. La asamblea constituyente debe llamarse desde un movimiento social que no va a madurar de un momento a otro, pero que ya está surgiendo de manera embrionaria al alero de la pelea por la educación.

Por otro lado, la propuesta de plebiscito también se enmarca dentro de la necesidad de mayor democracia en nuestra sociedad. Ha surgido desde la ciudadanía y es la respuesta a la incapacidad del gobierno y de las actuales instituciones democráticas de atender y canalizar las demandas que hoy la sociedad en su conjunto levanta. Si los gobiernos y el parlamento han sido incapaces de trabajar en función de las necesidades de la gente durante 21 años, han sido incapaces de elaborar políticas públicas atendiendo los intereses de quienes dicen representar, es legítimo que la sociedad sienta que de alguna forma tiene que tomar las decisiones efectivamente. Y la propuesta de plebiscito es legítima en la medida que viene a llenar este vacío dentro del limitado sistema democrático que tenemos. Esto no es solo una idea, también se ha traducido en práctica, hace unas semanas las organizaciones sociales autogestionamos un plebiscito ciudadano, no vinculante, donde el nivel de participación sobrepasó todas las expectativas, alrededor de un millón y medio de personas votaron en todo el país y reafirmaron el amplio apoyo a nuestras demandas. Este hecho refleja la gran necesidad de la gente de ser escuchada, de participar y tomar decisiones en materias de interés nacional y que sus posiciones se traduzcan en políticas públicas.

– El Estado está poniendo en marcha una estrategia de fuerte represión al movimiento estudiantil y social, observada especialmente en jornadas como la del 4 de agosto, o el asesinato de Manuel Gutierrez en la segunda noche del paro nacional, ¿cómo se analiza esto desde el movimiento estudiantil, y qué respuestas se han articulado al respecto?

En función del alto apoyo ciudadano que tiene este movimiento y sus demandas y la incapacidad que han tenido los representantes políticos de dar una solución al conflicto, durante el último tiempo el gobierno ha desarrollado una estrategia que apunta principalmente a criminalizar el movimiento, a desprestigiarlo asociándolo a la violencia y también reprimir para amedrentar a los manifestantes. Nosotros siempre hemos sostenido un movimiento propositivo, creativo, alegre, masivo y creo que la gente entiende que acá lo que está pasando es parte de la estrategia del gobierno y que hechos aislados de violencia no responden a quienes son parte de este movimiento.

– ¿Cómo se están desarrollando los contactos con el gobierno? ¿A qué crees que se debe su forma de afrontar el conflicto, realizando propuestas de salida al conflicto que desoyen las demandas estudiantiles, combinadas con fuertes niveles de represión?

Lamentablemente, el actual gobierno de derecha no ha tenido la voluntad política para responder a las demandas de la ciudadanía. Se ha mostrado intransigente ante sentidas peticiones y ha puesto su línea ideológica por sobre la mayoría del país. Y esto es grave, puesto que han demostrado estar gobernando sólo para unos pocos, para quienes hoy sacan provecho del actual sistema de educación y no quieren entender que este se encuentra en una crisis imposible de resolver sino es cambiando su estructura desde la base, lo que no se logra sólo con otorgar más becas. Por otro lado, la creciente manifestación social ha hecho que el gobierno muestre una faceta que había querido evitar, que es la de la represión. Entonces la percepción general que queda del gobierno, luego de todas aquellas actitudes, es que no ha estado a la altura de las circunstancias, no sabe ni puede gobernar sin cometer errores periódicamente, y la población ya no quiere más gobiernos así. Todo esto responde a que hoy en día están en juego importantes intereses ideológicos, políticos y económicos y finalmente, el gobierno ha explicitado su posición al servicio del empresariado y no de la ciudadanía.

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