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Coincidir | Historias de hojaldras y otros panes

Coincidir: Breve historia entre dos momentos que se unen en el tiempo. Término tan amplio que puede ser atemporal o con fecha próxima de caducidad. Acción que puede desembocar en una boca, una piel, un sexo y, con mucha suerte, en múltiples orgasmos. Capacidad de coexistir en tiempos y formas adversos. Forma metafórica de ti y de mi. Epígrafe de lo que viene. Pauta para formular un marco teórico de sentimientos e ideas. Retórica del cancionero que remite, generalmente, a momentos felices. Hechizo que permite a dos o más personas encontrarse en el mismo segundo. Palabra que genera en Google 10, 600, 000 resultados.

 

No llegué a las 250 palabras requeridas para concursar por un libro. Estaba a la mitad de la inspiración cuando sentí el gran impulso de salir corriendo. Cerré mi compu, bajé los ocho pisos corriendo, sintiendo el corazón en la boca, choqué con el policía que cuida la puerta y por fin respiré la libertad. Sentí cómo el aire llenaba mis pulmones y el sol deslumbraba mis pupilas. Comencé a tararear “the dog days are over”, siguiendo el ritmo con mi pie. Ví hacia la izquierda, a la derecha . Todo vacío. La calle sin ruido, como si se hubiese detenido el tiempo.

En realidad yo no tenía nada. Después de mi última relación fallida y tortuosa decidí encerrarme a escribir garabatos en pedazos de papel tapiz viejo que iba arrancando lentamente de esa pared abandonada. No había amigos, mucho menos amores. Ya, ni una mascota a la cual pudiese hablar de vez en vez. Mi neurosis se multiplicaba a cada minuto. Me sentía la señora rara que baila “Bésame mucho” en Grandes Esperanzas. Sí, la tía de Estela. Era yo la representación barata de ese personaje, pero con 30 años menos.

Bailaba recorriendo las habitaciones. ¿Mi favorita? Black Velvet, sí. Esa que usan para los bailes eróticos. Prendía un cigarillo, lencería jamás estrenada y mis mejores pasos. Todo sólo para mi.

Pero entonces vi que @locadelamaceta publicó una convocatoria para celebrar un año más de su blog lleno de letras e historias. ¿El reto? Escribir sobre “coincidir” en 250 caracteres. Y entonces todo esto nos lleva al principio de esta historia. Es raro platicarme las cosas a mi misma, darle tantas vueltas en mi cabeza hasta que suenen lógicas, lo cual nunca pasa.

Qué feliz me sentía de tener una hoja en blanco para mi solita y escribir lo primero que pensé sobre coincidir. Después vino el sentimiento ese que me provocó salir…y nada. No coincidí con nadie en la calle, no había nadie esperándome, no pasó absolutamente nada.

Bajé la cabeza, pateé una piedra, metí las manos a las bolsas y dudé de mis instintos. Total, estaba sola y no tenía nada más que perder. Todo se había ido contigo. Ya saben, el problema de entregarlo todo sin reservas y pensar que así me llenaría.

Tengo esa manía de seguir escribiendo como si alguien me leyera. Sí, escribir en pedacitos de papel tapiz que voy arrancando de las paredes. Pero creo que eso ya lo he dicho…o escrito..o pensado. ¿Qué más dá?

Hay días en los que mi neurosis es más pronunciada que otros.

Me asomo a la ventana, me quito las gafas, estiro mis brazos. Escucho cómo comienzan los acordes tan conocidos de “Ella usó mi cabeza como un revolver e incendió mi consciencia con sus demonios. Me vi llegando tarde, tarde a todo…” Suspiro y digo con suma tristeza: “Cerati nunca va a regresar”.

Decido sentarme en la corniza de la ventana, lanzando papelitos al vacío. Es divertido pensar en el futuro de esos trozos de papel. Alguno quedará pegado en un chicle, otro en un zapato. Uno más llegará a las manos de alguien y se enterarán de mi existencia.  Quizás no, probablemente no pase nada y sólo siga leyendo historias extrañas que me parecen tan conocidas.

Reviso de nuevo mi correo. Es casi una broma de mi mente. Sé perfecto que nadie me escribe. Vaya, ni el spam. Pero me gusta pensar que un día recibiré ese correo que estoy esperando. No sé ni qué diga o de quién sea. Sólo sé que cuando llegue será lo que estoy esperando.

Me perdí en la historia, no supe cómo seguir. Llegó el plazo fijado para mandar el texto al concurso y no lo hice, quizás nunca he coincidido con nadie y por eso no llegaron las letras. He llegado a pensar que en realidad la gente se aleja de mi porque los espanto. Pero trato de no clavarme en eso.

En realidad yo no tenía nada.

Siento que el mundo se vuelve a detener, no existe nada, no tengo nada. Se escucha “No sound but the wind” de The Editors, el piano, la voz profunda. Me cantan a mi, sólo a mi. Y entonces me doy cuenta: todo es mío: los recuerdos, las historias, los amores. Los besos que se quedaron. Los amaneceres, las estrellas. Todo lo que yo quiera es mío. El destino no hace visitas a domicilio. Hay que lavarse la cara, acicalarse, ponerse guapa e ir por él.

Y fué lo que hice. Salí de mi casa, vistiendo mi mejor ropa, como Penélope. Paso seguro, como de gato, disfrutando todo lo que veía pasar, todo lo que se cruzaba en mi camino. No encontré nada extraordinario. Todo era normal, pero ahora lo veía. Esa era la gran diferencia.

Pasé por un aparador y me quedé viéndolo. Me gustó mucho la ropa de la muchacha que se reflejaba. Hasta que vi la gran sonrisa descubrí que me estaba mirando a mi misma. Me desconocí totalmente. Nunca me había pasado eso.

El café de la esquina tenía la mejor selección musical. Me senté como hacía mucho no lo hacía, pedí un chai con leche y busqué dónde fijar los ojos. Siempre me pasaba que, en público, no sabia bien hacia dónde mirar. Entonces empecé a escuchar mucho ruido…tanto tanto ruido y al final por fin el fin. !Uy con esa canción! Sabina nunca ha sido de mis preferidos, pero en ese momento de mi vida Ruido parecía la rola perfecta. Estaba decidida a atacar la epidemia de tristeza en la ciudad. Me paré torpemente, como con un impulso extraño. De nuevo ese impulso que me provoca salir corriendo, pero esta vez tiré mi té y la silla le cayó en el pie a un desconocido.

Y entonces, viví qué es coincidir. Entendí cuál es el hechizo que permite a dos o más personas encontrarse en el mismo Segundo. Ese desconocido es ahora el que me abraza en las noches con tormentas de relámpagos, el que me deja contarle historias y que cree que mi neurosis no es tan grande como yo pensaba.

James diría que fue un Destiny Calling, yo sólo lo llamo eso: “coincidir”.

 

 

Suena de Dog days are Over, de Florence + The Machine una y otra vez y sólo pienso en ti.

 

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Imagen:_elsiecakes (CC Flickr)

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