Continúa amenaza paramilitar en Colombia

Luego de la lucha contra el narcotráfico y las Fuerzas Armadas  Revolucionarias de Colombia la presencia militar en el país continúa aguardando en las equinas como dejá vu de un pasado cercano, eso sin mencionar los grupos paramilitares que asechan cada movimiento social.

Enclavados en este panorama están los campesinos de Tolima, Riomanso y La Selva que temen las acciones de grupos armados, ya sean los reconocidos por el Estado o aquellos que andan a mansalva reclamando tierras y propiedades que nunca les pertenecieron.

Colombia, como la gran mayoría de los países latinoamericanos, tienen entre sus habitantes una gran variedad de grupos étnicos que reclaman su derecho ancestral a cultivar y vivir en su  territorio, sin embargo, el gobierno de sus país es el único de la región que no firmó el tratado de derechos indígenas, que propuso la Organización de las Naciones Unidas, dejando desamparadas a miles de personas que decidieron seguir sus tradiciones.

Las organizaciones indígenas exigen protección de la sombra armada que amenaza la vida de sus líderes. El representante de la Asociación de Campesinos de Tolima, Jailer González, ha sufrido amenazas de muerte de grupos paramilitares que dominan el territorio.

A esta situación se suma la pobreza de las familias, por la que muchos de los jóvenes casi niños entre 11 y 17 años se suman a los grupos paramilitares para librar guerras interminables entre los grupos criminales que siguen tratando de controlar el territorio.

En Puerto Libertador, San José de Uré y Montelíebano se cuentan por decenas las historias de padres que relatan la manera en que grupos armados que llegan a las comunidades invitando a los jóvenes a formar parte de las bandas criminales. La falta de oportunidades y la escasez de dinero son un poderoso aliciente para que dejen sus hogares y se unan a los narcotraficantes.

A pesar las conquistas del Estado sobre las FARC,  la realidad en colombiana continúa imponiéndose, esa que busca escapar del hambre, la pobreza y de un gobierno que no entiende de razones ni derechos de las clases más desprotegidas.