Skip to content

Contra los Monstruos: los otros daños

Cuando avientas una piedra a un lago genera una cantidad de ondas que mueven toda el agua. En este caso es lo mismo, indudablemente la primera y más afectada es mi gorda, pero las ondas se siguen creciendo y tocan a más personas y más aspectos de la vida.
Está de sobra decir que yo tambien estoy dañada, que cargo odio, coraje, frustración y que por más que trato de controlarlo se refleja en mi estado físico y en mi desempeño laboral, pareciera que algo se me rompió por dentro.
Mi hijo esta lleno de rabia, una rabia que no le conocía y que no sabía que era capaz de tener, él no se llevaba muy bien con el monstruo, pero en el fondo lo admiraba porque según sus propias palabras lo consideraba “un hombre de honor” ¡y venido a ver el huerto! Él poco habla, nunca ha sido muy platicador, pero noto los cambios en su conducta, ya no sale por las noches a pasear a su perro, lo hace de día, llego a casa y está encerrado hasta con candado cuando antes era motivo de regaños que vivía con las puertas abiertas de par en par. Creo que después de oír a su hermana tiene miedo de que venga y nos haga daño.
Está el lado de mi familia, creo que desde que tengo uso de razón nunca nos habíamos puesto todos a llorar ante un acontecimiento, ni siquiera cuando murió mi abuela, a lo mejor porque sabíamos que ya era mayor y estaba sufriendo. No recuerdo ningún suceso en toda mi vida que nos hubiera sacudido tanto.
Mi mamá no pregunta casi nada, si le quieres contar escucha, si no con toda su sabiduría te platica alguna cosa que logra aunque sea por un momento distraerte. Es una torre fuerte donde todos nos sentimos seguros y en reposo.
De los hermanos, todos somos distintos como los dedos de una mano, por lo que recibe uno toda clase de sugerencias, unas prácticas, otras espirituales y unas más francamente divertidas que logran arrancarte una sonrisita macabra.
Los amigos aunque de entrada se quedan mudos por la noticia y mas de uno ha derramado alguna lágrima han sido un apapacho continuo, un apoyo muy grande y aprovecho aquí para agradecerlo. Y en esta categoria entra mucha gente que no conozco fisicamente pero que me han tendido una mano franca, solidaria y que siento tan cercanos y tan amigos como los que he tenido el privilegio de abrazar.
En el trabajo han tolerado mis faltas, mis llegadas tarde, mi mal humor, que de un momento a otro decida irme temprano de la oficina porque tengo terapia ó tengo cita con el doctor o simplemente no puedo estar mas tiempo ahí porque me siento francamente agotada. (Últimamente vivo cansada, despierto ya cansada.)
Yo se que el tiempo todo lo cura, pero… ¿Cuándo mi hija va a volver a ir al parque con sus amigas sin sentir la necesidad de que la acompañe? ¿Cuándo mi hijo me va a volver a desesperar intentando tocar la guitarra? ¿En qué reunión familiar el tema de conversación no va a tratar de cómo estamos y cómo va todo? ¿Cuándo con las amigos va a haber de nuevo carcajadas francas? ¿Cuándo voy a volver a trabajar sin disculparme por llegar tarde o irme temprano?
Esta historia es real. Pedimos por ello respeto y mesura en los comentarios, y los moderaremos con especial atención. Su autora, Alba, comparte sus vivencias con ustedes en el blog Contra los Monstruos. Publicado con permiso de la autora.
Imagen: stuant63