Entre el pasado lunes 2 de marzo y el domingo 24 de mayo murieron en España 143 697 personas. Normalmente mueren 93 759 personas en ese periodo de tiempo. Hay un exceso de 49 938 personas fallecidas; 1 055 personas por cada millón de habitantes. El único homenaje que puedo rendir a cuantos fallecieron esta primavera es haberlos contado y explicarles cómo se hace esa cuenta; porqué 50 000 y no cualquier otro número.
El 3 de junio el INE anunció una estimación de las defunciones semanales a lo largo del brote de la COVID–19 en base a la información volcada en el sistema telemático de asientos registrales del Ministerio de Justicia (Inforeg) que cubre el 92.6% de la población. La defunción del resto se estima provisionalmente en base a los datos de años anteriores si aún no se ha cotejado el certificado literal. El INE anunció que a lo largo del año 2020 se observan 44 000 muertes más que en el año anterior.
El anuncio del INE necesita un contexto. Primero, todos los años el INE realiza una estadística de mortalidad y sus causas en España. Lleva un tiempo y suele publicarse a finales del año siguiente. El balance del año 2019 aún no está disponible pero el del año 2018, sí. Este año el INE hace el esfuerzo de estimar y publicar desde ya las cifras provisionales de las defunciones semanales por todas las causas. Actualiza datos cada dos semanas.
Segundo, relacionar los datos del año 2020 con los datos del año 2019 y referirnos a toda la defunción habida en un año es razonable pero no es lo mejor que podemos hacer si queremos analizar un fenómeno localizado intensamente en un periodo de tiempo.
La mortalidad en España durante el siglo XXI
Desde el 1 de julio los datos publicados por el INE contienen otra información valiosísima: toda la defunción semanal habida en España en el siglo XXI. Hay 991 semanas desde el (lunes) 1 de enero del año 2001 hasta el (domingo) 29 de diciembre del año 2019. En ellas murieron 7 419 142 personas. Hacen un promedio de 7 486 personas cada semana.
En el año 2001 murieron 356 305 personas. En el año 2019, 414 017 personas. La diferencia (un 16%) se explica por el aumento de población. El INE también publica la serie de población residente española que se extiende hasta el año 1996. Cuando dividimos la defunción por la población hablamos de tasa bruta de defunción. Sabemos así que en el año 2001 la tasa bruta fue 8 740 defunciones por millón de habitantes. En el año 2019 fue 8 790. Entre 2001 y 2019 la diferencia es solo un seis por mil.
Se puede calcular la tasa bruta de defunción en cada una de las últimas mil semanas. Pueden ver su evolución en esta imagen.
La tasa bruta de defunción permanece estable en este periodo de veinte años. La tasa bruta tiene estacionalidad: los inviernos suelen más mortíferos que los veranos. Se puede apreciar también el impacto de eventos anómalos como olas de calor (2003 y 2015), olas de gripe (2012, entre otras) y, sobre todo, el severo impacto de la enfermedad COVID–19 en la primavera del año 2020.
El exceso de defunción en la primavera del año 2020
La serie de datos del INE es extensa como para hacer una estadística fiable. Entre 2001 y 2019 hay 19 tasas brutas para cada una de las 52 semanas de un año. A cada semana le podemos atribuir una tasa bruta promedio y una banda en la que se sitúan todas las observaciones. Basta multiplicar esos valores por la población del año 2020 para tener una gráfica que compara la defunción del año 2020 con lo que ha sido normal en los últimos diecinueve años. El resultado pueden verlo en esta gráfica.
Se aprecia con facilidad que entre la semana 10 y la semana 21 del año 2020, es decir entre el lunes 2 de marzo y el domingo 24 de mayo, la mortalidad se vio severamente afectada por la enfermedad COVID–19. El intervalo está sombreado en la figura. En el periodo resaltado lo más probable habría sido que hubiéramos observado 93 759 defunciones (área sombreada más oscura). En la realidad se han observado 143 697 defunciones. La diferencia es el exceso. Aparece sombreado en color más claro y conlleva 49 938 personas fallecidas. El exceso es el 53% de lo esperado. En la clasificación normalizada de EuroMoMo, el monitor europeo de mortalidad, el exceso cae dentro de la peor categoría: un exceso extremadamente grande.
En la siguiente figura/cuadro pueden ver todos los valores de defunción y tasa de defunción observados en España durante el siglo XXI desde la semana 10 hasta la semana 21 del año. La información que podemos inferir de los datos anteriores a 2020 es que el valor más probable del exceso observado en 2020 sea el promedio de los excesos observados para cada año anterior.
Es necesaria una valoración
El exceso observado es el balance neto de todos los fenómenos observados en el año 2020 que influyeron, para bien y para mal, en la muerte de personas. Es una cifra de indudable interés científico y social: es el impacto global de la pandemia en esta terrible primavera del año 2020.
Con el tiempo tendremos más información. Por ejemplo, cuando completemos el año podremos comparar la mortalidad del año 2020 con la de los años anteriores. Podríamos ir haciéndolo ahora. En la figura 1 la línea anaranjada muestra la mortalidad en el año anterior: es también evidente el enorme impacto de la enfermedad covid-19. Podríamos calcular la defunción entre la semana 21 del año 2001 y la semana 21 del año 2002; hacer este cálculo durante todo el siglo XXI y obtener esa información anual. Tendríamos que esperar hasta la semana 21 del año 2021 para tener un análisis completo.
También tendremos en un futuro un análisis de las causas de la mortalidad en el año 2020. Como señalé antes el INE tendría este estudio para finales del año 2021. Quizá la ocasión merezca más celeridad sin comprometer la calidad de la serie.
Hoy podemos hacer algunos análisis parciales e indiciarios sobre las causas de mortalidad. Por una parte sabemos que desde la semana 10 a la semana 21 fallecieron en España 27 555 personas a causa de la COVID–19. Es el 55% del exceso observado. En Italia, un informe similar realizado por Istat muestra que la enfermedad COVID–19 explica el 65% del exceso de mortalidad calculado respecto del promedio 2015–2019.
En las terribles semanas S13, S14, S15 (del 23 de marzo al 12 de abril, Domingo de Pascua) el exceso sin causa atribuida supera a las muertes por COVID–19 que solo alcanza al 48% del exceso. Es decir, si en esos días leíamos en la prensa que habían fallecido unas 800 personas a causa de la enfermedad, día tras día, otro tanto igual o mayor había fallecido además de las personas que fallecen habitualmente en esas semanas. En la semana más trágica del año, la 14ª, el exceso de defunción alcanza un promedio de 1 800 muertes diarias.
Las comunidades autónomas han hecho un esfuerzo por evaluar el impacto de la enfermedad COVID–19 fuera del circuito sanitario mediante informes de empresas funerarias y de asistencia a personas mayores. Es una información que conocemos desde mayo de este año. Recientemente el diario El País sumó esas cantidades y concluyó que había 44 868 defunciones en esos análisis. No provienen de ningún registro exhaustivo ni certifican nada. Pero sí es una información valiosa para inferir que el grueso del exceso de defunción observado en 2020 (cincuenta mil personas) es atribuible a la enfermedad COVID–19.
No parece que vaya a haber una gran contribución en forma de mortalidad adicional por deficiencias en el sistema sanitario o defecto de mortalidad en forma de menos accidentes de tráfico o menos accidentes laborales. Estos fenómenos se manifestarán muy probablemente en una cantidad marginal respecto del severo impacto de la enfermedad. En el año 2018, por ejemplo, fallecieron en España 1 317 personas por accidentes de tráfico. El promedio es 25 personas por semana. En el mismo año fallecieron 553 personas por accidente laboral, diez por semana.
Dos cifras
La pandemia del año 2020 es sin duda el acontecimiento social y sanitario más perturbador y mortífero que hemos afrontado en los últimos ochenta años. Será analizado con todo detalle en los próximos años y en las próximas décadas.
Habrá dos cifras que ya no cambiarán fácilmente y que conviene reconocer públicamente, si quiera como homenaje sincero a cuantos fallecieron en esta primavera:
Las cincuenta mil muertes en exceso.
El 50% de personas que falleció por la enfermedad fuera del circuito sanitario.
Son números quizá normales en una pandemia de esta importancia. Son también números solo algo peores que los de Italia. Pero mal de muchos siempre será consuelo de tontos. Es necesaria una valoración objetiva de cómo llegamos a esto.
José María Martín-Olalla no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: José María Martín-Olalla, Profesor Titular del Área de Física de la Materia Condensada, Universidad de Sevilla