Que el tiempo y el espacio recorren sus distancias de manera casi contraria, que el movimiento se interpone entre el pensamiento y la acción, que la imagen se distorsiona hasta causar la sensación de un enorme vacío esparciéndose a través de la oscuridad…
Que las inquietudes siguen y siguen…
Que ya no hay camino por recorrer, que las veredas están cerradas, que me muevo como león enjaulado dentro de la marquesina de un parque, que me vuelvo cada día mas viejo, que mis ideas se escurrieron por la taza del baño, que no puedo dejar la nicotina, que mis amigos cada día son menos, que el amor es una mierda, que el dinero no alcanza, que el cielo está más gris, que la nevera esta vacía, que los buenos momentos se los llevo el carajo , que ya somos muchos, que ya somos menos, que nos quedamos estáticos, que nos volvemos fantasmas, que la sonrisa es casi fingida, que mi reflejo esta empañado, que el ruido en mi ventana, que el perro de la vecina, que la cicatriz en tu espalda, que mi ojos, que mi pelo, que mi boca ,que mi lengua que,que ,que, que,que…..
PAUSA…
Solo en mi butaca…observo sin decir nada…
Las luces se apagan…
Una línea en la pared divide el escenario…
Entonces él aparece, dándole a todo una sola respuesta.
DANZA.
Hiroaki Umeda: la de-fragmentación del movimiento en la radicalidad de la escena.
Una multitud de impulsos enlazados por la potencialidad del cuerpo y sus descargas emocionales, se conjuntan en un solo individuo, que nos traslada hacia una dimensión en que la organicidad, la música y el video se entrecruzan de forma imponente.
Bajo el estigma de la vanguardia, Hiroaki Humeda recorre sus piezas a manera de ceremonia, de una caricia que se vuelve un impacto corpóreo y auditivo, una violencia que transgrede por su sencillez y perfección.
Coreógrafo, bailarín, músico, fotógrafo, diseñador de sonido y de iluminación este artista multidisciplinario de origen japonés, logra plasmar su trabajo a través de la cohesión entre la danza y la tecnología, dando lugar a un discurso contemporáneo y provocador.
Un referente más que emerge de las latitudes orientales para alimentar nuestros sentidos.