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De tortillas y mentadas. Una opinión sobre la boda de Salinas

Por Gatos Pardos – Hercilia Castro

(@HerziliaKatito)

Una señora va al Merza, se acerca al área de salchichonería y pregunta cuánto cuesta el jamón:-15 pesos- responde la empleada- , “me das 17 pesos”. La mujer saca un billete de 100 pesos y lo mira irse.

Otra señora va a las tortillas, se forma, va con cinco pesos y eso pide del producto. René tiene 34 años, su último trabajo como chalán fue hace siete meses, tiene dos hijos y esposa que mantener: “Ya no puedo más, de verás licenciada que ya no puedo más, llevo meses sin trabajar, uno quiere hacer las cosas bien, pero de verás que dan ganas de meterse con la gente mala, pero pues uno tiene hijos. Siento feo de llegar a la casa y que me diga ¿ya? Y no tener trabajo”.

La tendera me dice que ya no puede con los proveedores, tiene deudas y no puede sacar adelante el negocio, ha pensado en cerrar.

Un limosnero  espera juntar al menos lo de la comida, con 45 pesos pagará sus alimentos y el resto es para un agua y el pasaje, ve alicaído su traste para las limosnas.

En el barrio han cerrado más de 20 negocios, hace años no tienen turismo que les compre la mercancía, no pueden surtir la tienda, los gastos e impuestos les minan el ánimo si alguna vez vendieron como se debe.

Emiliano Salinas Occeli  y Ludwika Paleta Paciorek se casan mañana, ayer muy felices dieron una cena a cerca de mil personas “víspera a la boda”, corren las notas en la internet. Será la “boda del año”, de eso no hay discusión, incluso la banda Molotov canceló su presentación en Mérida para no interrumpir a los enamorados y su boda la resguardaran las fuerzas armadas.

Aquí entre nos, considero una mentada de madre la boda del hijo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, cuando el país y casi el 100 por ciento de los mexicanos vivimos con el fastuoso salario mínimo de 56 pesos mientras los señoritos despilfarran en bodas, que por desgracia, nosotros pagamos.

Humillante es saber que mientras un campesino vive en extrema pobreza y su producto lo malbarata a precios que no le alcanzaran para comer al día, la clase política –de baja a alta esfera- pasea con toda comodidad y hace banquetes para festejar sus amoríos, juergas, bodas, bautizos y funerales, todo a costa del pueblo.

 

Y sin embargo, los medios al servicio del poder mantienen a los mexicanos enajenados, haciéndoles soñar que son muy lindos-los desgraciados- al casarse en una hacienda;   Ensalzan el gobierno de un hombre que ganó a base de la necesidad de la gente. Porque en México, más que la corrupción ganó el hambre.

Un hombre de 50  años que está desempleado y tiene tres hijos que mantener, no le diría no a dos mil pesos, aunque sus ideales o preferencias políticas fueran diferentes. En México, hasta hace unos meses, se estimó la cifra de pobreza ascendía a casi 60 millones de pobres.

Pobres, que siguen trabajando, viendo que no encuentran-no encontraran- trabajo a pesar de estar titulados, jóvenes que ven hay mayor ingreso si se meten de halcones, chicas que se embarazan porque saben con el programa Oportunidades tendrán al menos 600 pesos al mes y prefieren volverse fábricas de niños; padres que mandan a sus hijos desde pequeños a que trabajen aunque no vuelvan a tener escuela ya que cuesta mantener a la familia.

Mujeres clasemedieras que terminan trabajando de cerillos porque ya “son grandes” y nadie las contrata- sólo se aceptan muchachas-, campesinos que dejan el campo y prefieren irse “al otro lado”. Esa es la realidad, un México pobre y marginado donde mientras unos cuantos gozan festines, otros, muchos, millones, se truenan los dedos pensando cómo van a subsistir.

El amor no es cuestionable, lo cuestionable es que disfruten a costa del erario público, del trabajo de ese campesino que tiene que abaratar su maíz, que hay más desempleo, hambre, en un país que solo le pertenece a unos cuantos y que cínicamente, se burlan de nosotros, eso es lo que se critica.

Foto: gastroapuntesuniversitarios.blogspot.com

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