Acabo de establecer contacto con esos del fraude desde Nigeria con amor que van robando datos personales de cuentas de correo (el famoso phishing) y te envían un soporífero mail pidiendo dinerito fresco para la prima que está moribunda en un hospital de la lluviosa Bruselas y que como el emisor está far away from home no tiene acceso a su cuenta bancaria y te pide ayuda a ti, destinatario inocente.
Te solicita por favor una suma recatada, que la avaricia rompe el saco, así que te cuenta la milonga de que lo que hay que hacerle a su prima para salvarle la vida cuesta más de 10 mil euros, pero se contenta con 2 mil 500, que con un poquito de acá y un poquito de allá armamos la salvación de la señora. En ese primer correo redactado en inglés no dice nada más.
En esta ocasión han robado el correo de mi padre y he optado por seguirle el juego al nigeriano preocupado por su prima. Le he contestado que por supuesto, que me pase su número de cuenta para hacerle el ingreso, que por la prima ingresada en la región bilingüe de Bruselas capital, hago lo que sea.
Mi padre de mentira me ha respondido a las tres horas dándome las gracias y las directrices para compartir con él mi dinero, el cual me será devuelto lo antes posible, una vez operada la paciente. Para seguir con la historia, le he dicho que ya estaba yendo con mi esposo a depositar no solo los 2 mil 500 euros sino la totalidad del costo de la operación primaria, “que para eso está la family”. He concluido mostrándole mi admiración total por haber obrado el milagro ya que mi papá, he dicho, (y esto me lo he inventado), está muerto.
Su respuesta ha sido escueta pero rotunda. Me pide que me siente y me relaje, que soy idiota.
Por Mun