Es pura química. Todos hemos sentido esas mariposas en el estómago que no son hambre. Puede ser correspondido o no. Tormentoso o equilibrado. Sano o enfermo. Breve o largo. Es una droga. Un cóctel molotov que incluye químicos y hormonas generadas por nuestro propio cuerpo. Y como brinda bienestar y placer, siempre queremos más.
Cuando somos bendecidos (o malditos) por la droga del amor, la dopamina empieza a trabajar. La Dopamina no es otra cosa más que una hormona liberada por el hipotálamo y un neurotransmisor que cumple unas funciones específicas en el sistema nervioso central. Los expertos en la materia coinciden en afirmar que cuando se establece una atracción romántica, se juntan tres factores: el impulso sexual, el amor romántico y el sentimiento de apego o pertenencia.
Una vez liberada la Dopamina, entra en juego la adicción (que puede ser a ciertas drogas como la cocaína, el opio, el tabaco o el alcohol, ya que la liberan). Si se acaba el amor, al igual que si se acaban los cigarros, la producción de esta hormona disminuye y, por ende, baja la función de la endorfina y del sentimiento de placer. Llega la depresión y la tristeza.
Dos personas que están en la fase previa al amor ven aumentada la actividad en la parte derecha del cerebro que se relaciona con la euforia, la alegría y la felicidad. O sea, donde se produce la Dopamina.
Una vez que Cupido lanza su flecha en la buena dirección, se accionan varios químicos que terminan en ina: la oxitocina, la vasopresina, la serotonina o la norepinefrina. Nombres poco románticos y sí muy de laboratorio para explicar qué ocurre en las distintas etapas del amor.
Los investigadores enumeran tres fundamentales:
La atracción: surge la dopamina y la norepinefrina, responsables de la euforia y el romance como tal y es cuando queremos seducir y conocer a una persona.
El deseo: fundamental para que se anhele un contacto sexual ya que hay un aumento de testosterona y de estrógenos. El deseo sexual puede no terminar en amor, aunque sí puede crearlo.
El nexo o vínculo: en esta etapa aparecen la vasopresina y la oxitocina, y es cuando la relación se va asentando con mayor seguridad y estabilidad. Y si hay una separación física se puede generar ansiedad.
Así que a la hora de enamorarnos, lo hacemos dependiendo del cóctel químico que segregamos. Y para quitarle hierro al espinoso tema del desamor, citemos un meme que circula por las redes sociales a raíz de la recaptura del Chapo que dice así: “Han capturado al Chapo Guzmán pero yo sigo sin capturar tu corazón”.