Dice el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik que la resiliencia es la capacidad del ser humano de adaptarse de forma positiva ante una situación adversa.
Aunque pueda parecerlo, no se trata de un término novedoso. Desde hace muchos años se utiliza en el ámbito de la física para denominar la capacidad de ciertos materiales de volver a su estado original tras recibir un impacto. A modo de metáfora, sería como un juguete tentetieso que, tras golpearlo una y otra vez, siempre vuelve a su posición original.
Ahora que la humanidad se enfrenta a uno de los principales desafíos de la historia moderna es el mejor momento de que todos pongamos en práctica nuestra capacidad de resiliencia y tratemos de aumentarla. Y es que, a pesar de que a veces se haya identificado como un rasgo de personalidad, lo cierto es que la resiliencia es una habilidad susceptible de mejora.
Pero ¿qué hace a unas personas más resilientes que otras? Ante el miedo, la incertidumbre y la falta de autonomía que caracteriza la situación de pandemia actual, hay quienes se paralizan o huyen de la adversidad y quienes afrontan las circunstancias difíciles mirando hacia delante, sin recrearse en el dolor. Algunos de los factores que pueden influir a la hora de desarrollar un afrontamiento exitoso ante las dificultades son:
Disponer de una red social de calidad. Más allá de la cantidad de personas con las que podamos contar en un momento determinado, es más importante poseer una red de apoyo social que contribuya a mejorar nuestro bienestar subjetivo.
Presentar ciertas características personales, tales como un alto nivel de funcionamiento intelectual, un autocontrol eficiente, un estilo de afrontamiento activo y centrado en la solución de los problemas, optimismo y un apego seguro en la niñez.
Sin embargo, de cara a un 2021 que se augura incierto y complejo, podemos poner en práctica ciertas acciones que nos permitirán mejorar nuestra capacidad de resiliencia. ¿Cómo podemos entrenarla?
A través de la meditación. Normalmente, pasamos más de la mitad del tiempo pensando en cosas diferentes a las que estamos haciendo. La práctica de la meditación puede ayudarnos a mejorar nuestra capacidad de atención y a focalizarla en el presente, sin dejarnos llevar por preocupaciones centradas en situaciones pasadas o miedos futuros.
Reservando un momento para preocuparse. Se trata de una técnica efectiva y utilizada para intervenir en los problemas de ansiedad que consiste en buscar un momento al día (tratando de que no sea en la noche), de 15 o 20 minutos, para ponerse en lo peor y pensar en todo lo negativo que puede ocurrir.
Una vez transcurrido este tiempo, la persona se “autoprohíbe” volver a pensar o hablar sobre las preocupaciones. Si algún malestar vuelve a la mente durante el resto del día, se debe ser consciente de que ya se le ha dedicado el tiempo suficiente y despedirse de él hasta el siguiente día cuando llegue de nuevo el momento de preocuparse.
Manteniendo una exposición limitada a la información relacionada con la pandemia y estando abiertos al aprendizaje de cosas nuevas. Se trata de informarse sin enfermar en el intento. La sobrecarga de información negativa agota nuestros recursos, aumenta la sensación de miedo, y puede convertir en patológica una preocupación racional.
En su lugar, teniendo en cuenta la plasticidad de nuestro cerebro y su carácter moldeable, podemos aprovechar nuestro tiempo libre para aficionarnos a tejer, cocinar, aprender un nuevo idioma o simplemente retomar hábitos del pasado, como escuchar música que nos traiga buenos recuerdos, escribir a mano, o pasar la tarde con un entretenido juego de mesa.
Reevaluando nuestras experiencias. Por un lado, nos puede ayudar el poseer un dominio del lenguaje adecuado que nos permita narrar lo que nos está pasando. Además, ser capaces de replantear la manera en la que nos contamos nuestros problemas puede cambiar la visión sobre nosotros mismos, haciéndonos más capaces de enfrentarnos de nuevo ante las situaciones difíciles similares.
Ayudar ayuda. Como seres sociales que somos y relacionado con el aspecto que veíamos anteriormente de disponer de una red de apoyo de calidad, ayudar a los demás puede mejorar nuestro bienestar personal.
En la situación de crisis sanitaria actual en la que nos encontramos, poseer una red social que protege y nos proteja es una característica esencial para mantener la salud mental y hacernos más fuertes ante la adversidad.
En definitiva, ser resilientes hoy en día se refiere a sacar partido a la situación que estamos viviendo, a no huir o quedarnos bloqueados, sino a transformar la dificultad en una experiencia dotada de sentido que, al ser compartida, nos ayude y ayude a los demás.
Natalia Martín María no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Natalia Martín María, Personal Docente e Investigador (PDI) y Coordinadora Técnica del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria (MUPGS), UNIR – Universidad Internacional de La Rioja