Graffiti en Ciudad Juárez
Desde niña escuchaba a los adultos hablar quedito sobre los eventos trágicos acontecidos en el país, como si al hablarlo en voz baja se simulara que no sucedió. Y si por alguna razón pasábamos junto al “alarma” nos tapaban los ojos, pues las fotos sangrientas eran una cuestión que podía dejar daños irreparables en nuestras mentes…
¡Qué tiempos aquellos! Hoy es de lo más normal el impacto visual que ofrecen las imágenes violentas y sangrientas en los medios de nuestro país. Y por supuesto, ya no se habla más en voz baja de estos sucesos. De hecho es algo que vende y vende bien.
Es muy común que ahora nuestros niños no puedan estar solos en las calles, quizá por eso tenemos un país de niños obesos, pues antes en la cascarita improvisada de beisbol, futbol, quemados o encantados sudabas los chilaquiles y la torta de huevo que solíamos disfrutar en el recreo. Hoy, jugar es un lujo reservado a espacios cerrados y protegidos.
Mi México me duele y me duele mucho.
Tuve la valiosa oportunidad de estar en Ciudad Juárez, fue mi primera vez. Hace 10 años ya me daba miedo esta ciudad por la tan mala fama de” las muertas de Juárez”, ahora más porque la noticia es que no haya muertos. Me decían que el fin de semana pasado fueron 47, más lo que se diga esta semana. La Ciudad es seca, calurosa, extrema y junto con el resto del país, hasta la lluvia los abandonó. Los que están allá son los Federales, perdí la cuenta de todos los que vi, en camionetas tipo pick up con 4 pelaos arriba, arma en mano, gatillo en dedo, completamente cubiertos, no se distinguen rasgos. No ves una camioneta sola, las ves en caravanas de 3, 4… El señor que amablemente me llevaba a mi destino me sugirió dejarlos ir y mantenernos alejados de ellos. Por supuesto accedí. Había reservado en el Fiesta Inn, me recomendaron un mejor hotel, al llegar me enteré el por qué. Allí están todos los federales, nadie los quiere, justo un día antes se tuvo un atentado contra el hotel… Sientes miedo.
La habitantes, mis respetos; gente de bien que asiste a escuelas, a trabajar, a hacer sus compras, que tienen para tí una sonrisa y que dicen, ni modo, aquí vivo y aquí tengo mi familia, mi trabajo y hay que seguirle y pues por las mañanas sólo nos queda rezar para que hoy no nos toque…
¿En qué momento nos pasó? No lo sé, no me di cuenta. De repente se escucharon palabras como “ajustes de cuentas”, “levantones”, “secuestros”, “granadas en una celebración tan nuestra, tan mexicana”,” irrumpimiento en una fiesta”, “retenes falsos”, “emboscada y muerte a un candidato”, “narcobloqueos”, “decapitados, cercenados y colgados en un puente”… Me preocupa el grado y el matiz que la violencia va tomando pero lo que más me preocupa es comprobar que muchos lo vemos como algo que sucede en Arabia o allá lejos, a menos que algunos medios le den amplia cobertura entonces si, qué indignación, indignación de moda hoy que mañana se transforma en la misma monotonía de día tras día. ¿Será que estamos tan lastimados que no creemos poder cambiar las cosas?
Yo espero que no, espero que algo se mueva dentro de nosotros, que nos duela, que nos motive a exigir una vida digna y segura. La merecemos.
Alma Amador (@aramra ) participa en el proyecto mexicano Fuertes Declaraciones. Este artículo no es copyleft y se reproduce únicamente con permiso de la autora.
Foto: El Pelos Briseño (síguelo en twitter @pelosbriseno)