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Heaven restores in life… | Historias de hojaldras y otros panes

Cuando te fuiste sólo había cajas por todas partes, ropa tirada y una nube de polvo que anunciaba tu partida. La noche antes de la última pelea, la definitiva, decidiste dedicarme Evil de Interpol. Nunca entendí las razones pero tampoco las pregunté.

Era una de esas canciones que tenía completa y absolutamente vetadas de mi vida. Pasé meses queriendo desaparecer de la faz de la tierra, sin tener el suficiente valor como para hacerlo efectivo. Cómo lloré tu partida, cómo lloré mi soledad.

Dejé guardadas en el cajón de la derecha todos esos recuerdos: las canciones, los lugares comunes, los amigos conjuntos, tus besos, la risa maravillosa que salía de tu caja torácica cada vez que hacíamos el amor y el timbre de tu voz.

No sabía cómo comenzar, no sabía cómo ser yo sin ti. Me sentía sola, fea, gorda, vieja y muy cansada. No podía dejar de reprocharme todos los pequeños errores de la relación, pensé que por exigirte que trabajaras, que fueses responsable, que te la rifaras con todo por la vida y  que buscaras el camino,  merecía la soledad. Ya sabrás cómo una es masoquista cuando se trata de ver hacia dentro y lo indulgentes que podemos ser para ver hacia fuera.

Y ayer, justo ayer cuando pude cantar con todo mi corazón She´s a star con James en vivo, con mi nuevo amor de la mano, saltando de alegría por sentirme tan presente, tan cercana a la tierra, con los pies tan despegados del suelo, atada con un hilito delgado y transparente al alma de mi chico actual, fue cuando comprendí lo que tratabas de decirme en tus largas  y súbitas despedidas.

Recuerdo perfecto tus hirientes palabras: “No intentes analizar nuestra ruptura. Esto no es uno de tus cuentos que puedes leer y releer para verlo desde todas las perspectivas que quieras. Aquí no puedes cambiar el final. Nosotros ya no somos nosotros”.

Al final sí eres uno más de mis cuentos. Sí puedo leerte y releerte, aunque ya no quiero hacerlo. Mi mente hace de las suyas, de pronto. Justo en los momentos más raros decide abrir la caja de Pandora, ese cajón bajo la llave de 20mil candados fue abierta. Sincronía mágica. Interpol estaba tocando los primeros acordes de Evil y yo comencé a llorar. Ahí, en medio de todo y todos. Para mi sorpresa, me sabía la letra de memoria. Cantaba tan fuerte como mi garganta me lo permitía: Rosemary, heaven restores in life. You´re coming with me…

Todo comenzó a pasar como en cámara lenta. Yo cantando, el grupo cantando, la gente a mi alrededor comenzó a moverse en círculos. Como si estuviera en el ojo del huracán, sola, con el cabello alborotado, los brazos extendidos, observando todo sin poder dejar de gritar:

Rosemary
Oh heaven restores you in life
I spent a lifespan with no cellmate
The long way back
Saying, “hey why can’t we look the other way?”

Se desprendían lentamente mis recuerdos dolorosos cayendo en pedazos y salpicando a la gente que me rodeaba: eran mis memorias tortuosas contigo. Por fin dejó de quemarme la piel, dejaron de sangrar mis ojos. Dejaste de ser uno en mí. Tuve muchos deja- vús junto con dudas y recelos

Sentí que me arrancaban el alma y el dolor era insoportable. This ain´t no Holiday, diría Pixies. But it always turn out this way. Here I am, with my hand.

Recordé lo bueno, lo malo. Estaba en esa vorágine cuando me di cuenta que estaba sola, completa y absolutamente sola en medio de un espacio abierto. El concierto ya había terminado. No tuve consciencia de cuánto tiempo estuve ahí.

Caminé lentamente hacia el coche, las luces del amanecer me alumbraban el camino. No podía creer lo que había sentido. No supe dónde había quedado mi nuevo chico. Sólo era yo y este nuevo sentimiento de ligereza que me embargaba. Durante todo el día encontré personas de mi pasado. Algunas me hablaron de ti, con otras sólo mencionamos el tema. No me dio gusto saber que estás amargado y solo, pero eso es algo que tú buscaste.

Pensé que también conocí gente de mi futuro, lamenté mucho que entre ellos haya un par con los que, aún, no he podido coincidir y recordé a todos los habitantes del multifamiliar que mantienen vivo a mi corazón. Entonces supe que seguía viva, con piernas mucho más fuertes que ya no sentían cansancio alguno. A lo lejos escuché una voz que no conocía diciendo:

“We’re just a million little gods causin’ rain storms turnin’ every good thing to rust”.

Era yo misma, con una voz diferente. Me descubrí cantando Wake Up, de Arcade Fire. Miguel estaba dormido en el coche, se despertó cuando sintió que yo estaba ahí, salió, balbuceó: “estás radiante” y me abrazó tan cálidamente que me dí cuenta que por fin estaba en casa.

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Imagen: Verino77

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