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La Asamblea Nacional por el Voto Nulo, ¿un fracaso anunciado?… De nosotras y nosotros depende

P or Alberto Serdán*

Luisa Veache, de “Yo voto por quien quiera”, nos presenta el texto “La Asamblea Nacional por el Voto Nulo, ¿un fracaso anunciado?” que me parece muy interesante y que vale considerar por todas y todos quienes pertenecemos a la Asamblea Nacional por el Voto Nulo.

En lo que estimo la esencia de su documento, Luisa Veache plantea que no podemos erigirnos como “representantes de la sociedad”. Creo que tiene razón y creo que debemos tomar completamente este punto, ya que es indispensable para construir los siguientes pasos del movimiento promotor de la anulación del voto y de la transformación del sistema que tenemos y que hay evidencias claras de que no funciona. No representamos a la sociedad y no pretendemos hacerlo.

Podemos hablar en nombre propio, como yo hago en esta ocasión; quizá en nombre de nuestras organizaciones; desde que no existen voceros designados, no podemos hablar en nombre de la Asamblea pero sí promover sus acuerdos y anunciar sus reuniones; pero nadie, nadie, puede hablar en nombre de la “sociedad”, la “ciudadanía”, la “gente”, el “pueblo” y sinónimos que les acompañe. Desde Propuesta Cívica, A.C. / Esperanza Marchita, no lo hemos hecho. Si así se percibió, una disculpa.

Hecha esta precisión, es evidente que este movimiento surgió primeramente (para estas elecciones en 2009) en Internet y queda claro que muchos de quienes participamos no tenemos, o tenemos muy poca, experiencia en trabajo comunitario, de base. Pero sí tenemos una lectura de la situación política, económica y social del país que nos llevó a apoyar activamente el voto nulo como forma de protesta ante un sistema que, consideramos, no funciona.

Creo que el hecho de usar Internet como mecanismo para difundir las ideas a favor del voto nulo y las razones detrás de su promoción, fue muy eficaz y muy útil para posicionarse en la discusión pública. Las reacciones de los políticos y la cobertura mediática constatan esta eficacia. Nos dio visibilidad y permitió difundir ideas a un costo económicamente muy bajo.

No obstante, tiene razón Luisa Veache en advertirnos en que esto no es suficiente, sobre todo si queremos llegar a espacios de la población que no cuentan con Internet para formar parte de las discusiones y enriquecer las propuestas de la Asamblea. Para ser realmente democráticos. Lamentablemente los recursos con los que contamos son muy limitados para emprender esta tarea en el corto plazo, para hacer trabajo comunitario de base. No por ello hay que dejar de lado esta propuesta, ya que es muy valiosa y debemos ponérnosla como objetivo para el mediano y largo plazos considerando las posibilidades reales de nuestro movimiento en la actualidad.

Comprendo la urgencia de gente como Luisa Veache para empujar los cambios que se requieren, pero hay que estar concientes de la complejidad del arranque de este movimiento dada la enorme diversidad, pluralidad de ideas y de posturas políticas que tienen las 42 organizaciones que conforman la Asamblea. También considerando que la primera reunión en la que nos conocimos físicamente fue el 17 de junio y la Asamblea fue el 30 del mismo mes. En verdad es asombroso lo que hemos logrado en tan poco tiempo.

Así, a días de la elección era imposible lograr más que tres acuerdos mínimos para empujar en el corto plazo: democracia participativa (referéndum, plebiscito, iniciativa popular, revocación del mandato y valor jurídico del voto nulo); reducción del financiamiento de los partidos; y luchar por quitarle el monopolio a las dirigencias partidistas para tener candidatos, a través de candidaturas ciudadanas e independientes. Sobre todo considerando que hubo muchas presiones de todos lados para debilitar la promoción del voto nulo con falsas acusaciones como la de que las televisoras estaban detrás del movimiento. Por eso ser requería construir una agenda mínima para darle significado a la promoción del voto nulo y deslindarnos de los intereses de las televisoras para promover la contrarreforma electoral.

Una vez pasadas las elecciones, lo que sigue es el trabajo duro, es la organización y la movilización. Llegar a otros sectores de la sociedad y probar con diferentes mecanismos para ejercer presión ante los partidos y los poderes fácticos porque, eso sí, vaya que no nos regalarán nada. En el camino debemos estar muy concientes de que tendremos provocaciones por parte de grupos profesionales que buscarán romper y debilitar al movimiento. Tendremos medios de comunicación que buscarán tergiversar palabras, anunciar a tal o cual persona como “vocero” porque saben que eso genera conflictos (créanme, no son novatos). Ahora mismo podrán decir que ya nos estamos dividiendo. Así se las gastan y ante ello no hay más que tener argumentos tan contundentes, que con razones y con hechos podamos legitimarnos ante la sociedad.

Vamos debatir y vamos a tener posturas encontradas en la Asamblea. Debemos hacerlo en la medida de lo posible basándonos en hechos y evitando generalizaciones. Comprendiendo que somos plurales y diversos. Entendiendo que la suma de nuestros talentos y capacidades harán que los acuerdos se potencien y que nuestras diferencias tienen que estar sobre la mesa para comentarlas, debatirlas y superarlas cuando esto sea posible.

Finalmente, el éxito o fracaso de la Asamblea depende de nosotras y nosotros mismos, de nadie más. De entender que hay muchos caminos para empujar nuestros objetivos. Los caminos “desde abajo” o “desde arriba” son igualmente útiles, no son excluyentes y uno no es el “buen camino” y el otro es el “malo”. Los caminos en solitario y en grupo. La exigencia a los tomadores de decisión y la formación de capacidades ciudadanas son complemento. Creo que nuestra diversidad es nuestra fuerza.

En cualquier caso, lo importante es tener siempre presente que formar parte de una buena causa, no nos hace políticamente “puros” o infalibles a las tentaciones del poder (así sea efímero) y del dinero (así sea mínimo). Todo lo contrario. Vale la pena tenerlo siempre presente porque también de nadie más depende que seamos éticos y transparentes más que de nosotros y nosotras mismas. De nadie depende más que de nosotras y nosotros que sepamos mantener a raya a nuestros egos y que cumplamos con nuestro principio de que “para que esto funcione, nadie debe sentirse agandallado o agandallada”, como dice en la minuta de nuestra primera reunión.

* Alberto Serdán pertenece a Propuesta Cívica, A.C. / Esperanza Marchita
https://emarchita.wordpress.com