Invaden las estanterías de los supermercados y, cada vez más, las alacenas de muchos hogares. La comida moderna excesivamente procesada y refinada provoca subidas alarmantes de la glucosa en sangre. Con el paso del tiempo, el desarrollo de la resistencia a la insulina mantiene niveles crónicamente elevados de insulina, con toda su toxicidad y efectos perjudiciales para la salud.
De hecho, nos protegían antes de las enfermedades que ahora nos invaden. Entre otras razones, porque elevaban nuestro querido HDL…
Los culpables son otros muy distintos, entre ellos el azúcar, el refinamiento de la comida procesada y el uso de grasas trans
Así nos lo han querido vender.
Sin embargo los inuitas y los masais no hacían más que comer carne y grasa animal y no tenían nada de patología cardiovascular ni de cancer…
El colesterol siempre ha existido (por suerte para nuestra supervivencia) y nunca ha causado ningún problema. Apenas se documentan infartos antes de los años 1.920. El propio Sir William Osler, padre de la medicina moderna, comenta en sus escrito que en el año 1.910, tras trabajar durante una década en el Montreal General Hospital no vio ni un solo caso de infarto.
Sin embargo, a partir de los años 50, con los infartos sucesivos que tuvo Sir Eisenhower, el primero en 1.955, la epidemia de infartos se ha ido extendiendo hasta nuestros días. Curiosamente, la última analítica del presidente Eisenhower antes de su primer infarto revelaba un colesterol total de sólo 165 mg/dl (la mitad de los infartos se dan con un colesterol bajo, como ya sabéis). El presidente empezó a cambiar la mantequilla por la margarina, dejó de tomar huevos, manteca de cerdo, nata y las sustituyó por aceite de soja y siguió una dieta baja en grasas saturadas, a pesar de la cual tuvo varios infartos posteriores, el último de los cuales, en 1969, acabó con su vida.
Algo debemos estar haciendo mal (que no tiene nada que ver con el colesterol) que nos está matando.
El pueblo americano (y el resto del mundo), guiados por Ancel Keys y su hipótesis lipídica, decidió que la causa era la grasa y empezamos a comer comida “baja en grasa” y alta en carbohidratos, con pan, harinas, azúcar. Todo valía siempre que fuera “bajo en grasa”, incluido el yogur azucarado “light-bajo en grasa”.
Este es un poco el resumen de la primera parte (que recomiendo leer al que no la haya leído, pues es muy interesante y además mucho más corta que esta segunda parte).