El 15 de mayo en la Puerta del Sol en Madrid terminaba la marcha convocada por la plataforma Democracia Real Ya! un conglomerado de organizaciones muy diversas apoyada principalmente por la iniciativa #NolesVotes. A la marcha la primera de su tipo acudieron miles de personas de diferentes edades, de todas las ideologías, compartían la indignación y la compartían en todas las ciudades. Cayendo la noche algo ocurrió en Sol, de pronto se escucharon detonaciones y la Policía Nacional junto a la Municipal cargaron a palos contra quienes aún se encontraban en la plaza. De manera valiente unos cinco jóvenes se sentaron junto a la estación del metro desafiando las “lecheras” o camionetas de la policía gritando: “El pueblo unido jamás será vencido”. Entre los gases lacrimógenos que se dispersaban iban llegando más y más personas con el canto “nuestras armas, estas son”alzando sus brazos frente a los policías. No existía un vocero, ni un megáfono y no hacía falta coordinarse, todos se organizaban al unísono. A través de sus móviles tuiteaban la #SpanishRevolution y todo cambió. Se generó el mayor movimiento articulado en las redes sociales de su tipo motivado por una causa común: la Indignación, por el sistema económico, por la falta de democracia, por la falta de oportunidades, por no poder tener una casa, por no poder llegar a fin de mes, por el simple hecho de que las cosas no estaban bien y la gente salía a expresarlo.
Ese es el espíritu de la indignación y eso motivó durante semanas la ocupación espontánea de la principales plazas de España. La acampada en Barcelona, en Plaza Cataluña fue muy parecida la que podemos ver hoy en Coyoacán, gente que llega a compartir, a colaborar, a ver qué puede aportar. Lo último que se discutía era la ideología y menos se pensaba en redactar manifiestos. Nos tocó ver en esos días los más nobles actos de solidaridad, nos tocó estar unos minutos antes del brutal desalojo de la plaza y unas horas después al llegar a Madrid ver cómo miles de personas con flores gritaban “Barcelona, no estás sola”. Los prejuicios, las “diferencias” entre ciudades, las aparentes rivalidades culturales, todo aquello que se supone debería dividir a estas dos grandes ágoras se desvanecieron. Esa era solidaridad, en tiempo real, sin deslindes. La unidad era contra la represión. A pesar de los métodos, y las formas, en Madrid la discusión de las asambleas a veces era más política mientras que en Barcelona todo giraba en la novedad de disfrutar un espacio público donde los talleres, los huertos, las bibliotecas, los conciertos diarios generaban la mayor actividad.
Este sábado en México se llevó a cabo una sui géneris protesta. Se convocó a la toma de la principal televisora del país, Televisa. La responsable -porque tiene una gran responsabilidad- de influir a casi 40 millones de mexicanos durante todo el día sin apenas competencia llegando a lugares del país donde el canal 2 es la única opción en el televisor. La protesta coordinada por tuiteros logró reunir a cientos de personas, las mantas que decían “Por el derecho a la información” sonaban a que por fin la gente se indignaba no sólo contra la situación económica, si no contra los símbolos del poder mediático que tienen sumida en la miseria y la ignorancia cultural a casi 80 millones de mexicanos. Sonaba esperanzador y se esperaba el apoyo de las otras expresiones de protesta ocupa que existen en la Ciudad de México. Sin embargo un particular comunicado emitido desde la ocupa en la Bolsa Mexicana de Valores que desconcertaba. Se deslindaban de la protesta, deslegitimándola con la excusa de que “protegían el espíritu de la indignación”. De pertencer a un movimiento internacional que no tenía motivaciones partidistas. Cuando en los mismos Estados Unidos sindicatos, militantes de partidos, asociaciones políticas apoyan desde el comienzo el movimiento Occupy, cuando en Chile estudiantes y miembros de partidos y sindicatos marcha por las calles, cuando en España acudían a las acampadas simpatizantes de partidos tanto como no simpatizantes.
¿Tan pronto se divide la protesta en México? ¿Los ocupantes de la Bolsa Mexicana de Valores deciden quién puede indignarse y quien no? ¿Se debe cumplir ciertos requisitos para protestar?
Particularmente México con sus casi 60 mil muertos por la llamada guerra contra el narcotráfico, con sus 80 millones de pobres -sí 80- de los cuales 22 millones no pueden alimentarse y menos tienen ingresos. Un país con esta emergencia social no tiene tiempo para deslindes ni grillas y menos discusiones ideológicas.
¿Qué motivo de estos no bastan para indignarse? Cada año cientos de miles de jóvenes emigran a Estados Unidos porque simplemente aquí no se puede, muchos que se quedan se integran al narco y a las actividades ilícitas. ¿Qué autoridad se autoinfieren los “dueños de la protesta” para decir qué si se puede incluir en una manifestación o no?
En un país de monopolios, de grupos de poder lo menos se puede esperar es la monopolización de la protesta y de la indignación. Los monopolios tienen mucha responsabilidad de la situación actual de este maravilloso país que en 30 años se ha visto degradado. Lo que menos hace falta es la exclusividad de la protesta.
Las cosas están mal y no se requiere un manifiesto para saberlo, menos un comunicado, se requiere de un verdadero espíritu de indignación para cambiar las cosas.
Afortunadamente la gente no necesita permiso para protestar y menos para realizar plantones o acampadas como ahoran le llaman.
México en este momento crucial, en este contexto necesita de tender puentes entre quienes buscan el cambio sean de partidos o no, estén ideologizados o no, de esta forma puede detonarse la participacón masiva de la gente. Hablemos más de colaboración y menos de ideologías, hablemos más de la emergencia nacional porque apremia actuar. Hablemos de colaboración y de construir.
México que lleva muchos años herido, generaciones como la nuestra solo ha visto sus peores años. México necesita de nuestra indignación porque las cosas están mal y punto. Porque esta situación puede mejorarse. Por eso la gente sale a las calles en el mundo, ese es el espíritu de indignación, el de la colaboración, el de la gente que quiere participar y expresar lo que siente y necesita espacios abiertos donde tengan cabida sus exigencias sean las que sean.
En las últimas semanas de la acampada en Madrid se resolvió que lo importante no eran los manifiestos y que lo era más la participación, en las asambleas que duraban horas -igual ocurría en Barcelona y otras ciudades- lo más importante era escuchar. Quizá nunca redactaron un pliego petitorio definido, pero mostraron su indginación y lo siguen haciendo, retomaron las calles y el derecho a indignarse, a pedirlo todo porque se lo merecen y eso es lo que podemos y debemos hacer por nuestro bien en México.
Menos deslindes por favor.