Difícil tarea la de no sucumbir ante la cobertura del Caso Cassez. El tema resulta ser sumamente atrayente y digno de leerse más allá de los titulares. Los medios mexicanos destacaron la nota y uno de los “cuatro grandes” (Milenio) sin el menor recato predispuso al lector ofreciéndole juicios mediáticos, la prueba está en los encabezados.
Reforma y La Jornada contrastaron. Mientras el primero publicaba un titular en el que se podía leer “Libera a Cassez montaje de AFI”, el otro resaltaba en su portada “Florence Cassez almuerza en París”, esto acompañado de un bullet (pequeño sobretítulo) con la leyenda “García Luna, ‘contra las cuerdas’ tras el fallo de la Corte: juristas.”
Y a todo esto ¿La ciudadana francesa es “culpable” o “inocente”? ¡Todo depende de la lente que lo enfoque, del medio en que lo lea o del noticiario radiofónico de su preferencia!
Pocas veces una nota es relevante para la mayoría de los medios y la impresión que deja el abordaje del Caso Cassez confirma que como ciudadanos somos presa fácil de los medios, de sus filias, sus fobias y sus intereses, de lo que dicen pero también de lo que callan.
De hecho—con ligeros matices o con enfoques ideológicos que los hacen parecer distintos— hay un inquietante común denominador: En los periódicos, en la televisión, en radio e internet deambulan quienes pretenden decir a su público qué pensar sin ofrecer elementos sólidos para fortalecer o construir un criterio.
Le Figaro (medio francés) colocó en la primera plana del día 24 de Enero de este año un texto simple: “Florence Cassez es liberada por la Corte Suprema de México” en contraste, Milenio (conocido medio nacional) “cabeceó” “Falla la Corte y deja libre a la plagiaria”. ¿Qué nos dice esto? Que definitivamente hay una brecha enorme entre los medios mexicanos y los europeos.
En tierras “galas” Le Figaro, Le Monde y Liberation publicaron los detalles de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y con ello contribuyeron (en mayor o menor medida, eso queda a su consideración) a la formación de audiencias cada vez más críticas. En tanto, en México el manejo mediático de su liberación solo divide a la opinión pública.