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La Penitencia por Jurar en Vano / Relatos de “adioses” que no saben despedirse

En este ensayo, un autor experimenta con la frase “dormir juntos”, que se convierte en una metáfora poderosa para explorar el complejo tejido de las relaciones humanas. A través del examen poético y emotivo del texto original español, buscamos revelar las sutiles diferencias entre la nostalgia auténtica y un melancolía artificialmente inducida por los mitos románticos sobre el amor perdido. ARTÍCULO: “Dormir juntos”, una frase que con frecuen0n se encuentra en las corrientes de la poesía latinoamericana, es un gesto íntimo entre amantes y un sueño compartido por parejas separadas. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando esa convivencia pasa a convertirse en una experiencia dolorosa?

Yo digo que no está mal querer estar en toda tu vida, o ser por lo menos esa parte favorita del libro que escribes con tus días, tú dices que si me lastimas me vaya, pero es que no tengo a dónde huir, porque estás en todos lados, porque no me suelto aunque digas “yo no te amarro”.

No es fortuna soñarte ahora, ya ni siquiera quiero soñarte. El vacío me completa, me alimento de tu ausencia, ésa que es más fiel que tú mismo, tu ausencia no me deja, viene siempre con las preguntas que te hartaron y las respuestas que no llegan.

Y no, no te creo, quiero creerte y hacerte creer que te creo con tal de no perderte, ¿eso sigue siendo amor?, intenté por el “no”, y me hundí en el temor, te quise de vuelta, te ignoré y te busqué, sé que voy a morir otra vez, que no te importa si renazco o me hundo ya, que dices que sí con tu mirada ya puesta en alguien más.

Yo lo siento así porque ya no te siento igual y es que ya no me sientes tú, estás agotado. Nos deshicimos en intentos, en necios y tiernos intentos.

Y ahora vives en la punzada de mi frente constipada por el llanto, en la ansiedad anidada en el pecho, en los contornos de mis huesos quebrados, en mis sueños rotos, dejados.

En las uñas que me muerdo y en la sangre que derramo de mis labios, en mis ojos verdes que un día te miraron, donde tú te miraste mientras te me compartías entero, cuando prometimos con dulzura alcanzar el cielo con las manos.

Aquí estás, en el sudar frío de mis brazos ansiosos, en la sonrisa torcida de negación por tus promesas no cumplidas, en la decepción por no ser la mujer de tu vida, la culpa por no sabernos amar, por errar, por mentir, por callar, por omitir, por jurarnos una vida juntos… en vano.

Pero si lo que escribimos juntos se ensució con el lodo de lo efímero, te aviso que despedirnos fue teatro, dijimos adiós pero aquí estás, siempre, siempre estás. Soy el adiós que no se va, que no aprendió a saberse adiós, soy un adiós que no se irá.

 

 Imagen: rafi blake vía Fickr

Colaboración: Karina Coss @iKarina_Coss por Twitter.