Me piden que escriba algo sobre Libia -al fin y al cabo, es Trending Topic desde hace un chorro de días- y me ponen en un dilema. Créanme que yo quisiera, pero es que ando algo escamada. Hace unos días tuve la desgracia de confundir libio con libanés -fue más bien un desliz, pero aún así ¡me queman los dedos!-. Trescientas personas leyeron el artículo, y solo una estuvo lo suficientemente alerta para corregirme (gracias, Patricia). Y no soy solo yo. Que Libia sea Trening Topic no quita para que la mitad de los que usamos el hashtag tengamos serias dificultades para ubicar el país en el mapa. Libia hace ruido en internet, y nosotros replicamos el ruido…pero ¿qué tenemos idea de que clase de mensaje estamos transmitiendo realmente? Ya sé que el rush de Twitter no favorece precisamente esto de pararse a pensar. Pero vamos a intentar hacerlo un momento.
Hace unos días leía un brillante artículo -muy recomendado, por cierto- de Alberto Garzón Espinosa publicado en ATTAC España. Se llama “Twitter, o el infierno de la postmodernidad” y si no entendí mal del todo viene a avisarnos de los peligros de expandir nuestro “cero compromiso” de la vida real a la vida virtual. Bueno, en realidad creo que va más allá y dice que esto ya ha ocurrido. “La red social real“, -dice Garzón Espinosa- “el tejido social que caracteriza cualquier comunidad de seres humanos, comienza a difuminarse y los lazos que antes eran firmes ahora son volátiles y pasajeros. […] La red social real, el corazón de cualquier sociedad, va mutando y duplicándose en la red virtual. Una red que ya es plenamente posmoderna. Una red de contactos superfluos, de intercambio no de conocimiento o sabiduría sino de información cocinada, breve y simple. Una red virtual de evasión, de construcción alternativa de la realidad y de la identidad propia.” Vaya tirón de orejas. Estamos todos tuiteando a mil por hora sobre Libia, pero ¿estamos aportando algo? O -lo más turbador de todo- sabemos a quién favorece nuestra avalancha de tuits? Porque si favorece al pueblo libio, ¡qué bueno! Pero (y ahí la duda que me quita el sueño) ¿seguro que les estamos ayudando?
Tuitear sin estar seguros tiene ciertamente sus ventajas -hacemos ruido, y eso puede ser bueno, muy bueno incluso- pero también tiene sus peligros. Existe el peligro de estar avivando intereses desconocidos con los que tal vez no estemos de acuerdo, por ejemplo. De ello nos advierte otro muy buen artículo publicado por Ciudad Futura llamado “Siempre nos quedará Reikiavik“:
No parece, por mucho que se insista en los medios y se difunda con candoroso entusiasmo por aquéllos que creen ser alternativos a éstos desde el entorno de las redes sociales de internet o de la llamada Web 2.0 (Facebook, Twitter, agencias supuestamente “alternativas”, etc.), que lo que está pasando en el mundo árabe sea una revolución propiamente dicha. Ni siquiera una transición, otro término resucitado en estos días…
Más bien parece, si a los hechos verificados hasta ahora nos remitimos, que se ha aprovechado una justa revuelta social popular para reconducirla hacia fines manifiestamente distintos, por no decir contrarios, a lo que en principio se reivindicaba […]
En realidad, especialmente en Egipto, las fuerzas de apoyo del régimen están inmersas en un proceso interno de recomposición para mantener el poder (“franquismo” sin Franco) y que “todo cambie” para que las cosas sigan igual; todo ello barnizado con una fina capa de apariencia democrática y proceso de “transición” patrocinado, of course, por Washington y su diplomacia.
Esto es, en palabras de Ciudad Futura: ruido mediático usado para ocultar la realidad. El ruido lo ponemos nosotros y la realidad ya la servirán ellos a su debido tiempo. Y cuidado, porque puede ser una realidad que no nos convenza -y menos a los libios, a quien se supone que queremos ayudar-.¿Qué realidad va a ser esa? Pues no lo sé, pero sospecho que nada bueno. Cuando un país como Libia -si, ese que nos cuesta tanto ubicar en el mapa- se convierte en foco mediático mientras en nuestros respectivos países nos enfrentamos a situaciones incluso peores que no son noticia…nada bueno se prepara. Así que se impone un alto al fuego de tuits. ¡Precaución! Zona de revueltas: favor de no tuitear a más de 20km/h.