Nada nuevo, de esos domingos interminables en los que me comía los ojos del aburrimiento. Jugando con el shuffle del itunes, I´m losing you distrajo mi atención y te pensé. En efecto, te había medio olvidado desde que las cosas se han puesto verdaderamente intensas y románticas con mi cariño, pero aún así siempre tenías un pedacito en mi mente.
Tú te convertiste en mi baúl de confidencias, de sueños truncos, de seducciones inconclusas. Fuiste ese hombre que encontré entre amores, dispuesto a escucharme, a leerme, a contarme historias especialmente escritas para mi.
Claro que hubo intentos de vernos, de traspasar la delgada línea entre una pantalla y la realidad, pero las horas no cuadraron, cuando uno quería el otro no podía, quizás no estábamos predestinados para una historia física, como tantos otros que se conocen en línea, pero nunca coinciden.
Casi a la par, me fui enamorando de el que hoy sostiene mi mano y me besa entre “te quieros”. Desde que él llegó a mi vida todo ha sido intenso, raro, mágico. Y sí, perdí un par de meses la cuenta de otros chicos, de otros amores, de otros cuentos. Me gusta pasear por ahí sintiendo que no existe el piso, flotar entre imágenes y sensaciones. Con él no existe el tiempo, sólo las sensaciones.
Pero justo hoy, mientras escuchaba Mala Vida de Mano Negra, te recordé. Le hiciste falta a la parte izquierda de mi cerebro. Acostumbraba leer tus cuentos cada semana, tus experimentos literarios e imaginar cómo construir ése al que me invitaste. ¡Vaya sorpresa! Intenté buscar el link a tu página y ya me habías borrado de tu twitter y del Facebook. Como si con borrar a las personas podemos dejar de pensar en ellas. O de sentirlas. O de….pues de nada, si ya las borramos es que hemos decidido sacarlas de nuestras vidas.
Me resulta frustrante que la primera carta que te escribo sea la última. Siempre quise saber qué se sentía caminar entre callejones con un libro de tu mano y una “hojaldra” de la otra. Pero nuestro último intercambio de mensajes debió haberme dado las claves que resuelven el misterio: “estoy aprendiendo a no clavarme, a experimentar eso que tú le llamas poliamor”. No entendí qué querías y a qué te referías. Yo estoy muy en lo mío, en conocer este corazón que late diferente, al que no le interesan los multifamiliares y que brinca del gusto casi por cualquier nimiedad.
Tú, experimentando lo “duro del caramelo”. La parte ácida del sexo. Lo sórdido del amor. Yo, viviendo el romance de secundaria, donde no tengo ojos ni suspiros para alguien que no sea él, que no eres tú.
La suerte estaba en la mesa; la baraja española había hablado. Sí, esta no era nuestra historia y este no era nuestro momento. Entiendo tu partida, sobre todo ahora, con tus nuevas “preferencias”. Aún así, me hubiese gustado mucho que te despidieras.
Yo me quedo con tus cuentos eróticos, los relatos que construimos juntos y las sensaciones jabonosas. Tú sabrás qué te llevaste y qué tiraste en el rápido huir. Ahora sí que “te fuiste a la francesa”.
Quisiera decir que no me duele, que la gente no se encariña con quienes conoce vía Internet. Que todo es cuestión de personajes y de formas. ¿La verdad? Sí te voy a extrañar, sí me encariño con las personas que conozco y sí duele, pero no quiero meterme en un círculo vicioso que la única salida es la que ya decidiste.
Que te vaya muy bien, gracias por los momentos “virtuales”, por las sensaciones, por las ideas, por jugar al futuro próximo, sí ese que nunca llegó. Al final del día, All that we perceive de Thievery Corporation me acompaña, aún cuando te fuiste y ni siquiera sé desde cuándo. Mi realidad la construyo con lo que percibo, siento, experimento, sueño, gano…y pierdo.
Es lo bueno de vivir al día.
Cuando alguien como tú, decide irse sin avisar, es sólo cerrar el día. Saber que mañana no estás ya no duele tanto. Quizás yo tampoco esté en la vida de alguien más.
Lee a Hojaldra en twiter y vive el día a día de las historias de @hojaldra en 140 caracteres 🙂
Foto hexenesi (CC) Flickr!