¿Qué es un “palabro”? Según el Diccionario de la Lengua Española, es un término coloquial para referirse a una palabra rara o mal dicha, o una palabrota.
En 2012, la revista puntoycoma (el boletín de los traductores españoles) convocó el primer certamen “Palabro del año”. Los requisitos que deben cumplir los términos propuestos son los siguientes:
Palabra ‘rara o mal dicha’ (primera acepción del DLE).
De actualidad informativa.
Novedosa (o en la forma o en el significado).
Propuesta por los lectores de la revista y elegida por sus redactores.
Por su parte, en 2013, la Fundéu (Fundación del Español Urgente) crea su propio concurso: “Palabra del año”. Las candidatas tienen que reunir estas características:
Palabra con interés lingüístico por su origen, formación y uso.
De actualidad informativa, pero no necesariamente novedosa.
Elegida de una lista de doce palabras finalistas seleccionadas entre las recomendaciones lingüísticas anuales de esta Fundación.
Sin embargo, al final, un palabro, aunque especial, no deja de ser una palabra, lo que ha provocado que en algunas de las ediciones de ambos concursos haya habido coincidencias en los términos propuestos. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, con “austericidio”, que fue el palabro ganador de 2012 y, al año siguiente, palabra finalista del certamen de la Fundéu.
Quizá la diferencia más destacada entre ambos concursos es que el de la Fundéu es mucho más mediático que el de la revista puntoycoma. Tarde o temprano, todo el mundo se entera de cuál ha sido la palabra del año. Pero ¿y el palabro del año? El “Palabro del año” también existe.
El primer palabro del año y sus continuadores
Austericidio fue, como ya hemos adelantado, el primer palabro ganador, que, según la persona que lo propuso, “se utiliza para designar la muerte por austeridad; excesiva, se entiende”. Los redactores de la revista puntoycoma explican, además, que se trata de una formación irregular, ya que el sufijo latino –cidio va asociado a lo que se mata, no a aquello con lo que se mata, como ocurre con esta nueva creación.
En 2013 el palabro ganador fue concertina, pero entendido no como instrumento musical (“acordeón de forma hexagonal u octogonal, de fuelle muy largo y teclados cantantes en ambas caras o cubiertas” en el diccionario académico de 2001, el entonces vigente), sino como un alambre reforzado con cuchillas y enrollado en grandes bobinas con el que se pretende evitar la entrada ilegal de inmigrantes.
Ahora bien, se destaca que “hay una especie de aberración etimológica en justificar este término por la semejanza con uno solo de los elementos semánticos del concepto en el que se basa: la disposición del alambre en bobinas que permite estirarlas fácilmente, como si fueran el fuelle de un bandoneón”.
Tarjeta ‘black’ y desconexión
Los ganadores de 2014 y 2015 están muy directamente relacionados con la actualidad. Una tarjeta black (también conocida como tarjeta B, tarjeta de crédito negra o tarjeta opaca) es la tarjeta más exclusiva que existe en el mercado, dirigida a un grupo de clientes que poseen un nivel socioeconómico alto. No requiere de complicadas explicaciones económico-financieras. Basta con pensar en Bankia y en Bárcenas.
En cuanto a desconexión, se trata de un neologismo de acepción, “un must-wear que incorporar al fondo de armario verbal si uno no quiere quedarse fuera de onda a la hora de debatir”, según argumentó la persona que sugirió este palabro.
En 2016, la elegida fue cuñado. Este término de parentesco ha adquirido otro significado: “se trata de un personaje que entiende absolutamente de todo, desde bricolaje hasta sociopolítica, y aporta soluciones para todo, prescindiendo de las opiniones de los demás”, argumentó en su día su defensora.
Trabacaciones y viejénial
La palabra de 2017, trabacaciones, es la fusión de trabajo y vacaciones. Por lo tanto, se aplica a dos contextos: cuando el trabajo se lleva a las vacaciones o cuando se va de vacaciones para trabajar.
En cuanto a la de 2018, a un primer elemento castizo, viej-, se une una terminación de un préstamo inglés: “[mil]ennial”. Este palabro, viejénial, surge para ridiculizar la resistencia a asumir el paso de los años.
Y la de 2020 es…
No, nos hemos saltado el año 2019. Ese año la redacción de puntoycoma decidió declarar desierto el certamen porque ninguna de las propuestas recibidas cumplía con las características del palabro buscado.
En 2020, como es natural, muchos de los candidatos recibidos en la convocatoria del año pasado están relacionados con la pandemia de COVID-19. Citamos, como ejemplos, los términos sinfinamiento, confitamiento, cuarempena o plandemia.
Y llegamos al último palabro ganador, el de 2020: zoompleaños. Se trata de una combinación entre la palabra cumpleaños y el nombre de una de las plataformas de comunicación virtual más utilizadas durante 2020 para mantener el contacto con los nuestros, Zoom.
Lógicamente, esta situación ha traído consigo la modificación de muchos de nuestros hábitos, como el de la celebración de los cumpleaños. Y es que, en palabras de los redactores de la revista, “excepto unos pocos afortunados nacidos en enero o febrero, la mayoría hemos tenido que contentarnos con tales zoompleaños y hacer a diestro y siniestro la que ha sido la gran promesa de este dos mil vientre (sic): el año que viene lo celebramos”.
Silvia Hurtado González no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Silvia Hurtado González, Profesora del Departamento de Lengua Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid