Historias reales, historias inventadas, historias propias, historias prestadas, historias escuchadas, historias escritas, historias que no sé de que van. Así vuela todo en mi cabeza últimamente.
Epílogo.
Las canciones pasan, una a una. Me dicen todo, me hablan de nada. Salgo a la calle, apenas me visto, saco sólo un cigarrillo, mis gafas negras y camino en una de las avenidas más transitadas.
Nada.
La gente me provoca asco, repulsión. Es justo uno de esos días en los que me he encontrado en un barrio lleno de extremos y no estoy tan feliz de observarlo. Me asquea tanto la pareja en su coche super caro como los dos vagabundos que veo tirados, tapados con cartones y con sus botellas de alcohol junto a ellos.
Nadie.
¿Dónde está ese amor que todos vamos buscando como desesperados por el mundo? ¿Dónde está el que me toca, por derecho?
Silencio.
Hasta el clima ha cambiado. Me fastidia el calor seco que siento. Tengo sed, la piel reseca y un constante dolor de cabeza. Hoy estoy intolerante a los pendejos y parece que han decidido hacer una convención a mi alrededor.
Solitud.
Nada me parece sencillo. Todo es cansado, complejo, complicado. Me pesa. No tengo ganas de enfrentarlo. ¿Dónde está el interruptor para apagar al mundo? Necesito más agua, otro cigarro. Odio mi teléfono. Me fastidia mi sombra.
Consecuencias.
Camino lentamente. Hasta mis pasos se sienten más pesados. Los párpados se niegan a cooperar. Escucho una tonada familiar. (Nada, nadie, silencio, solitud) Volteo, no hay nadie más. Sigo escuchándola. (Denia, Manu Chao). La reconozco. Escucho mi voz cantándola. Mis brazos se mueven. Siento cómo sopla el viento.
Sin título.
Sonrío. No puedo dejar de hacerlo. Canto. Siento la vida cómo se me acerca. Me gusta. Algo en mi pecho comienza a moverse. Retumba. Las manos me sudan. Siento electricidad en las plantas de los pies.
Te veo a lo lejos.
No la creo.
A un minuto de ti. (Duncan Dhu). Hace años que no la escucho y ahora suena gracias al aparato de sonido improvisado de la tienda de enfrente. Anuncian unas promociones que no termino de entender. Ya no pienso. Te veo, no me importa nada más.
¿Cómo sé que eres tú? Nunca te he visto. Me he conformado con leer los cuentos que me escribes y yo he pensado que todos eran para mi. Escuché tu voz alguna vez por una lánguida confusión y no dejé de soñarte.
No importa.
Camino en tu dirección. Quizás por fin me toque vivir una historia de esas maravillosas que los demás escriben. Chico conoce chica. Chica conoce chico. Chico toma de la mano a la chica. La chica no desea nada más en el mundo.
Sólo por hoy quisiera una historia de esas, con soundtrack incluído, por favor. Sí, que empezara con esa tan bonita de Café Tacvba, sincronizada con mis pasos. ¿Cómo que cuál? Esa.. ¿Cómo iba? Mmmm…. ¡Ah sí! “Quiero ver tu risa todo el día, escuchar la melodía de tu voz, quisiera ser el brillo de tus ojos…” Sí, esa. Que sonara a todo volumen mientras me acerco a tus pasos. Con la medida justa para que en el coro intercambiemos miradas y a los 6 minutos exactos, coincidamos con nuestra primera palabra. ¿Qué tal? Demasiado cursi, ¿no? Bueno, sólo por hoy. Hasta los ojos me brillan viéndote. Me gustaría tomarte de la mano y caminar juntos por ahí, entre callejones y cafés. Quiero que me leas un cuento mientras me haces el amor.
Descubrimientos.
Se acortan las distancias. Me sudan en exceso las manos. Creo que ya no me gusta tanto tu peinado. ¿Y si tengo mal aliento? Huy, creo que no me bañé. Mejor me sigo de largo. No me gusta la expresión en tu rostro. Parece que te duele la panza. Podríamos no ser perfectos el uno con el otro. Seguramente tienes la voz chillona. Odio las voces chillonas. Más después de los besos. Ni me quiero imaginar qué será despertar contigo. ¿Y ese cabello? Así no lo había imaginado. Creo que ya te diste cuenta que tengo un ojo más grande que el otro.
Mejor ya no.
Bajo la mirada justo cuando llego a tu paso. Me sigo de frente. Pensé mejor las cosas. Regreso a la oficina.
Quizás mañana lo intente de nuevo. Si eres para mi, seguro estarás de nuevo en el mismo lugar. ¿Verdad? Hoy no es buen momento. Mira, la ciudad está sucia, el clima está pesado, no me siento muy bien. Creo que ni me he bañado. ¡Qué miedo conocerte! No, a mi no me da miedo ser feliz. Es sólo que no es el momento. ¿Y mis cigarros? Yo bajé por algo a la tienda. ¡Ah sí! Tengo sed, quiero un poco de agua. Otra vez esos mocosos jugando en la calle. A ver si no los planchan….
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