Foto de Daniel Berehulak para The New York Times.
Miriam Rodríguez es la madre de Karen, quien fue secuestrada y asesinada, a pesar de que la familia pagó dos veces el rescate. Ella, tras ser ignorada por las autoridades (como la mayoría de las familias de víctimas en México), decidió cortarse el cabello, volverse una experta de los disfraces, conseguir un arma y cazar uno a uno a los asesinos de su hija. Ella misma los investigó durante años. Arrestó y entregó a las autoridades a gran parte de los asesinos.
Esta asombrosa historia que ocurrió en Tamaulipas no acaparó los suficientes reflectores mexicanos en su momento, aunque ahora es The New York Times quien la retoma y nos cuenta más sobre una de las activistas y mujeres más asombrosas de estas tierras.
Sola acechó con disfraces y detuvo a punta de pistola a miembros de Los Zetas que asesinaron a su hija
Azam Ahmed escribió para The New York Times la historia de Miriam. Nos habla de cómo se disfrazaba y cambiaba de identidad para buscar a los asesinos de su hija; al punto de hacerse amiga de familiares y conocidos de estos. Ella solía andar armada, y es que cuando persigues a los Zetas que asesinaron a tu hija, no tienes de otra. Algo que las mexicanas sabemos de memoria es que aquí, la vida no vale nada. Menos cuando eres mujer.
Fue desde 2014 cuando la persecución comenzó. Miriam sola detuvo a casi la mitad de los asesinos de su niña:
“Miriam Rodríguez empuñó la pistola en su bolsa al correr entre el gentío matutino en el puente internacional hacia Texas. Cada tanto se detenía para recuperar el aliento y mirar la foto de su próximo objetivo: el vendedor de flores.
Lo había asediado durante un año, acechándolo en línea, interrogando a los delincuentes con los que trabajaba e incluso trabando amistad con parientes que no sospechaban que lo que Miriam Rodríguez buscaba era saber su paradero. Ahora por fin tenía una pista: una viuda la había llamado para decirle que vendía flores en la frontera.
Desde 2014, Rodríguez rastreaba a los responsables del secuestro y asesinato de Karen, su hija de 20 años. La mitad de ellos ya estaban en la cárcel, no porque las autoridades hubieran hecho su trabajo sino porque ella los persiguió por su cuenta, con una meticulosa obsesión”.
Aunque hacer el trabajo de la policía, no es cualquier cosa; mucho menos cuando vas detrás de asesinos en uno de los cárteles más sanguinarios de México. Miriam fue asesinada el 10 de mayo del 2017 a balazos, justo afuera de su casa en San Fernando. Poco tiempo después se detuvieron a dos culpables y otro más fue abatido. Cabe recordar que la madre había pedido ayuda y protección al gobierno antes de su asesinato.
San Fernando se transformó con la fuerza de Miriam
Durante algún tiempo, San Fernando, Tamaulipas, volvió a creer en la justicia, aunque sea de aquella a la que tanto le tiene miedo el poder, la que se hace por propia mano. Sin embargo, este caso también les enseñó dónde acaban en México aquellas que luchan: atravesadas por las balas. Aún así, la energía que Miriam dejó en las personas de su pueblo sigue llenándolo todo. No por nada después de su asesinato, se levantó una placa en su honor en la plaza principal del pueblo y hoy diversos medios del planeta mencionan su nombre y el de su hija, una y otra vez. Y es que Miriam y Karen no murieron, fueron asesinadas brutalmente ante la mirada pasiva de las autoridades.