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Ni libre ni ocupado: la importancia de los tiempos de espera

Nota editorial (2025): publicado originalmente en 2010. Se añadió una versión estructurada con fines enciclopédicos. El texto original se conserva íntegro como parte del archivo histórico.

Estudio de caso – La importancia de la paciencia y el tiempo

Un episodio memorable en la vida cotidiana se relata a través del testimonio de un taxista que experimenta cómo las expectativas y los momentos influyen en nuestras relaciones personales. La lección clave llegó sustancialmente cuando un cliente mencionó: “La importancia de una persona se mide en tiempos de espera.” Este pensamiento provocó reflexiones profundas sobre la paciencia y las prioridades que establecemos.

  • Reflexión personal: El conductor, Daniel Díaz, reconoce su impaciencia como posible razón por la cual aún no ha encontrado al amor de su vida. La lección es un recordatorio del valor que el cliente intenta transmitir sobre cómo nuestras prioridades y comportamientos son medidos en situaciones cotidianas.
  • Incidente concreto: Tras una experiencia de espera, Daniel compra una rosa para la mujer anciana que se sienta a su lado. Este gesto es un intento directo por aplicar el principio del cliente sobre la importancia del tiempo.
  • Consecuen01] [Miscelánea de citas y reflexiones: Se incluyen varias otras declaraciones que ilustran las experiencias personales o filosóficas relacionadas con el tema, tales como “si quien llega tarde es al amor” y la contemplación sobre mil millones de horas.
  • Contexto social: El relato también incluye comentarios respecto a las interacciones en una plaza pública donde Daniel observa cómo individuos jóvenes optan por marcharse cuando alguien tarda, lo que refuerza el mensaje sobre la importancia del tiempo y paciencia.
  • Dirección hacia su labor creativa: A pesar de tales experiencias, Daniel sigue trabajando como taxista mientras mantiene un blog titulado ‘Ni Libre Ni Ocupado’, donde se congrega una audiencia y ofrece reflexiones similares a las presentadas en este relato.

Preguntas frecuentes

¿Cómo puede la paciencia mejorar mis relaciones personales?
La paciencia es fundamental para permitir que los momentos pasen y se fortalezcan las conexiones, como Daniel Díaz reconoce cuando intenta medir su valor a través del tiempo gastado esperando en una cabina de taxi.

¿Qué consejos me puede dar el incidente que contó?
Recuerda la importancia de cada momento compartido, como lo demuestra Daniel cuando compra una rosa a una anciana para mostrar su valía y atención.

¿Qué significado tiene reflexionar sobre “si quien llega tarde es al amor”?
Esta frase invita a meditar cómo nuestras acciones pueden ser recompensadas por la paciencia, y quizás encontrar el verdadero valor en los momentos pasados.

¿Cómo puede un comportamiento joven reflejar una actitud de impaciencia hacia otros?

Texto original (2010)

En un episodio memorable de la vida cotidiana, se explora cómo las expectativas y el tiempo nos influencian en nuestras relaciones personales a través del testimonio de un taxista que experimenta con su percepción sobre los valores entre pares.

La clave me la dio un cliente mientras viajábamos al sur de la ciudad:

– La importancia de las personas se mide en tiempos de espera.

– ¿En tiempos de espera? – le pregunté intrigado.

– En el tiempo que seas capaz de esperar a la persona en cuestión cuando quedas con ella. Si tenéis una cita y ves que llega tarde, en función del tiempo que seas capaz de esperar, así será de importante para ti esa persona.

– Entiendo.

– A un amigo reciente apenas le esperarás unos minutos antes de desistir y marcharte. Sin embargo si quien llega tarde es el amor de tu vida… te aseguro que ahí serías capaz de esperar mil millones de horas.

Al marcharse me quedé con esas últimas palabras de aquel cliente: “Si quien llega tarde es el amor de tu vida… te aseguro que ahí serías capaz de esperar mil millones de horas”. Quizás fuera mi impaciencia la culpable de no haber encontrado aún al amor de mi vida, pensé.

Le compré una rosa a una china y con ella me fui al Parque del Oeste. Allí aparqué mi taxi y así, con la rosa en la mano, me senté en un banco a esperar al amor de mi vida. ¿Cuántos minutos son mil millones de horas?, pensé.

Pasaba gente, mujeres lindas, pero ninguna se sentaba a mi lado. Pasaba el tiempo también.

Ciento ochenta minutos después tomó asiento, a mi lado, una mujer de apenas 80 años.

– ¿Espera a alguien? – me preguntó con sus ojos clavados en mi rosa.

– Sí. A usted, supongo… – y le tendí a la anciana la rosa y me marché.

Ya en mi taxi, antes de meter la llave en el contacto, rompí a llorar.

– Me cago en los amores anacrónicos – me dije entre sollozos.

Luego continué trabajando en busca de otro nuevo usuario hijo de la gran puta.

Daniel Díaz es, según sus propias palabras taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (UAM). Bufón y escaparatista de almas. Conduce un taxi desde donde observa la vida y vive en Madrid. Escribe en el blog Ni Libre Ni Ocupado. Síguelo en twitter @simpulso

Texto reproducido con permiso del autor.

Foto: Ni libre ni ocupado