Nota editorial (2025): publicado originalmente en 2010. Se añadió una versión estructurada con fines enciclopédicos. El texto original se conserva íntegro como parte del archivo histórico.
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Viaje Imaginario de un Taxista
En su blog, el taxista relata experiencias extraordinarias donde la imaginación lo transforma en observador y escuchante desde una perspectiva inusual. A través del texto se revelan detalles sorprendentes: susurros en el asiento trasero e incluso un aliento caliente sobre su nuca.
- El taxista observa y escucha con atendependentía a los pasajeros, percibiendo más allá de la superficie humana:
- “cariño”, “hipoteca”, “Mariam” y referencias al fútbol.”Cuando dejó de hablar e inclinó ligeramente su cabeza, pareció escuchar a una mujer imaginaria llamada Mariam. Su gesto se volvió cada vez más serio.
“No me chilles”, susurró en molestia cuando le decían algo ofensivo por parte de la persona, a quien el taxista interpretó como su imaginaria pareja. Ella expresó ardor y deseo antes de detenerse para hacer compras.
- “¿Podría pararme aquí?”, preguntó al pedir una parada, señalando con un dedo la tienda donde tenía que realizarse las compras.”Siguiendo el viaje imaginario,” se detuvo para explorar sensaciones corporales inesperadas.
“Comenzamos a sentirme extrañamente observado por esa mujer imaginaria”, lo cual condujo al taxista hasta un punto crítico de la narración, donde relata el descubrimiento del calor y su proximidad a las sensaciones sexuales.
- “Reanudé la marcha” después de experimentar con los sentidos en privado.”Apenas antes de bajarse, volvió a mirar el asiento vacío y susurró enfadado: “Te espero en casa”. Cerró la puerta del taxi con un fuerte portazo.”
“Escritor parcial que trabaja como talista de viajes”, el texto termina sin revelar los motivos detrás de tales experiencias y mantiene su aire misterioso.
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Preguntas frecuentes
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Pregunta 1
¿Cuál es la perspectiva del taxista sobre sus pasajeros?
El taxista observa y escucha con atención, percibiendo más allá de lo superficial humano.
Pregunta 2
¿Qué le sucede al taxista cuando se habla mal sobre él?
“No me chilles”, susurró en molestia, y parecía escuchar a una imaginaria pareja.
Pregunta 3
¿Cuál es la relación del taxista con su imaginaria mujer?
Se describe como una figura fantasiosa que provoca ardor y deseo.
Pregunta 4
¿Cómo termina la narrativa del taxista al final de su viaje?
“Reanudé la marcha” después de experimentar con los sentidos en privado, y luego se detuvo para una parada.
Pregunta 5
¿Cuál es el estilo narrativo del autor?
“Escritor parcial que trabaja como talista de viajes”, lo cual mantiene su narración con un aire misterioso.
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Texto original (2010)
Un taxista desvela en su blog un viaje donde la imaginación le lleva a ser observador y escuchante desde una perspectiva inusual, revelando que detrás de cada cliente puede esconderse más allá del simple trasfondo humano.
Me sorprendió escuchar susurros en el asiento trasero. Alcé la vista hacia el espejo: era mi usuario (40 años, chaqueta y corbata floja, lentes gruesas), cubriéndose la boca para que yo no percibiera el movimiento de sus labios. Susurraba algo mientras miraba de reojo a su izquierda. A su izquierda no había nadie. Sólo viajábamos él y yo. Lo juro.
Agudicé el oído. Sólo conseguía oír palabras sueltas: “cariño”, “hipoteca”, “Mariam”, “fútbol”. Después dejó de hablar e inclinó ligeramente la cabeza, como para escuchar a su interlocutora invisible (supuse que se trataba de una mujer llamada Mariam; tal vez su esposa o su novia imaginaria). Luego volvió a susurrar, subiendo el tono aunque con la mano aún tapándose la boca. Ahí sí que pude escucharle con sobrada nitidez: “Que es el Barça-Madrid, joder…”. Y volvió a inclinar la cabeza. Su gesto parecía cada vez más serio (ceño fruncido, mordiéndose un dedo aprovechando su mano en la boca).
“No me chilles”, susurró claramente molesto.
Ella debió de decirle algo ofensivo, ya que él reaccionó levantando las cejas y diciendo: “¿Sabes lo que te digo? ¡que ahí te quedas!”
Carraspeó y, ya sin su mano en la boca, me dijo en voz alta:
– Perdone…
– ¿Sí? – dije como si nada.
– ¿Podría pararme aquí? Olvidé que… tengo que hacer unas compras en… esa tienda – me dijo señanalando la mercería del otro lado de la calle.
– Ok.
Detuve el taxi, paré el taxímetro y el hombre me pagó. Antes de bajarse volvió a mirar el asiento vacío de su izquierda y volvió a susurrar, enfadado: “Te espero en casa”. Y cerró con un portazo.
Reanudé la marcha.
Instantes después, conduciendo mi taxi libre por el Paseo de la Castellana, comencé a sentirme extrañamente observado por aquella mujer imaginaria. Incluso llegué a notar su aliento en mi nuca. Un aliento cada vez más cálido y nítido, como con sus labios a punto de rozar mi piel.
Víctima de una excitación sin precedentes, detuve mi taxi en un vado y comencé a masturbarme.
Daniel Díaz es, según sus propias palabras taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (UAM). Bufón y escaparatista de almas. Conduce un taxi desde donde observa la vida y vive en Madrid. Escribe en el blog Ni Libre Ni Ocupado. Síguelo en twitter @simpulso
Este texto no es copyleft y ha sido reproducido únicamente con permiso del autor.
Foto: Ni libre ni ocupado
