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Ni libre ni ocupado: La princesa del peaje

Desde dos años atrás, mi interacción constante con Laura, cajera de un peaje vital para los viajeros y autotaxistas entre el aeropuerto y la ciudad, me ha convertido en una especie de frecuentador conocido. A través del ingenio común y misteriosas apariciones como Daniel, mi taxi se ha transformado más allá de un vehículo: es un símbolo viviente de nuestra relación improbable e inesperada entre cajera y conductor que nos lleva a compartir anécdotas únicas. Daniel Díaz cuenta cómo su vida profesional como taxista en Madrid se ha tejido con la narrativa mágica del viaje, un artefacto para el olvido de las monedas perdidas y una promesa implícita a Laura: “Dentro del cerdito está tus 1,75€”, sugiere que nuestras interacciones transcienden lo cotidiano. Ese pequeño cambio en la rutina es el comienzo de un diálogo extraordinario entre dos voces distintas que se encuentran bajo las calles madrileñas y nos invita a explorarlos juntos desde una mesa donde esperan con ansias palpitantes.

Nos vimos por primera vez hace dos años. Ella era y sigue siendo cajera en el peaje de la autopista que une el aeropuerto con la ciudad; yo era y sigo siendo el taxista que pasaba y sigue pasando regularmente por su peaje.

La primera vez que me cobró y levantó la barrera me quedé tan enganchado a sus ojos que al tenderme el cambio se me cayeron las monedas. Abrí la puerta para buscarlas por el suelo y entonces se me caló el coche. Luego traté de cerrar la puerta con mi pierna aún fuera y me pillé la pierna y solté un alarido. Ella rompió a reír. También tenía una sonrisa fantástica.

En la siguiente ocasión, al pasar por su peaje, ya tenía preparada una bolsita de plástico, atada con un cordón rojo, con el importe exacto en su interior:

– Así no se me caerán nunca más las monedas – le dije a Laura (ese era el nombre que aparecía en los recibos del peaje). Ella volvió a sonreír.

La próxima vez, en lugar de meter las monedas en una bolsita, usé una pequeña hucha con forma de cerdito. Al tendérselo, dije:

– Dentro del cerdito están tus 1,75€. El cerdito se llama Daniel. Cuídalo como si fuera tuyo.

En otra ocasión usé una maceta, con su planta y todo, y las monedas semienterradas.

– Hoy sólo he venido a saludarte.

– 1,75 €, por favor – me dijo sonriendo.

– Me sigue pareciendo barato.

Le tendí la maceta y aceleré.

El caso es que ayer, como digo, después de dos años gastándome la pasta y el ingenio en su peaje, me tendió el recibo de siempre, solo que esta vez con su número de teléfono escrito en el margen. Hemos quedado esta misma noche, en cuanto acabe su turno, al otro lado de ese mismo peaje.

Iremos a cenar, supongo. Estoy nervioso. Ya os contaré.

Daniel Díaz es, según sus propias palabras taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (UAM). Bufón y escaparatista de almas. Conduce un taxi desde donde observa la vida y vive en Madrid. Escribe en el blog Ni Libre Ni Ocupado. Síguelo en twitter @simpulso

Texto reproducido con permiso del autor.

Foto: Ni libre ni ocupado

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