En esta ocasión, nos sumergimos en el diario de Daniel Díaz para analizar cómo la tecnología y las redes sociales pueden impactar nuestras decisiones espirituales. Un viaje desde Canillejas a una parroquia cercana no solo desafía su creencia personal sino que también refleja un cambio cultural inesperado influenciado por el internet moderno y la cultura pop de fin del siglo XXI.
Barrio de Canillejas, 11.45 de la mañana. Me levanta el bastón una anciana apostada en la acera junto a otra más anciana aún. Detengo el taxi a su lado, toman las dos asiento, y la más viva me dice:
– Buenos días, hijo. Queremos ir a una iglesia, lo más rápido posible.
– Eso está hecho. ¿A qué iglesia desean ir? – pregunto accionando el taxímetro.
– No lo sé. No somos de aquí. Mi nieta me ha apuntado un par de ellas. Dice que son las mejores. Mire – la anciana saca de su bolsillo una nota con dos direcciones apuntadas.
– Sí. Están en el centro -digo después de leer el papel..
– ¿Llegaremos a la misa de doce? – me pregunta la otra.
– Imposible. Apenas faltan 10 minutos para las doce, y estamos lejos del centro – digo.
– Pues llévenos a la más cercana. ¡Deprisa!
Busco en el navegador la iglesia más cercana. En el menú de búsqueda selecciono “Lugares de Culto”. La iglesia más cercana se encuentra a escasos 950 metros. Iniciamos la marcha.
Durante el corto trayecto, la más anciana le dice a la otra:
– Tendríamos que haber salido con más tiempo, Conchita. Si tu nieta nos apuntó esas dos iglesias, por algo será. Ya sabes que no me gusta ir a lo loco y meterme en cualquier parrocucha de barrio.
Aun con los semáforos y el atasco, llegamos 5 minutos antes de las 12. En efecto, se trataba de una parroquia humilde de barrio.
– A menuda birria de iglesia nos ha traído, hijo.
– Era la más cercana – contesté.
– En fin. Al menos hemos llegado a tiempo. No te enojes, Maruja. Tome, cóbrese.
Me pagaron los 3,15€ de la carrera y allá que fueron. Las dos, cogidas del brazo, puntuales a su cita diaria con Dios.
Maruja no quería celebrar su misa de hoy en una parroquia de barrio. Pensé que llevaría bien a mano, en el bolso, su Tarjeta Eternal Travel con miles de puntos acumulados durante toda su vida:
Asistir, puntual, a misa: +6 puntos
Celebrar la misa en iglesia o catedral con imágenes en oro y suntuosos pórticos: +6 puntos
Celebrar la misa en parroquia de barrio: +2 puntos
No acudir a misa: -8 puntos (x día)
Tal vez canjeara demasiados puntos en pedirle a Dios la pronta recuperación de su ahora difunto esposo (iba de luto), y por eso necesitara recuperarlos con tanta urgencia. Menudo disgusto sería quedarse a las puertas de los 100.000, y no poder cursar su vida eterna en Preferente.
Daniel Díaz es, según sus propias palabras taxista, o taxidermista (según la piel del viajante). Escritor a tiempo parcial y lector insaciable de espejos a jornada completa. Licenciado en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid (UAM). Bufón y escaparatista de almas. Conduce un taxi desde donde observa la vida y vive en Madrid. Escribe en el blog Ni Libre Ni Ocupado. Síguelo en twitter @simpulso
Este texto no es copyleft y ha sido reproducido únicamente con permiso del autor.
Foto: Ni libre ni ocupado

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