“La idea de lo que atraviesa mi familia es muy dolorosa, pero no puedo quedarme en casa llorando. Debo ser fuerte”.
El autor de este artículo se mantiene en el anonimato por razones de seguridad.
Global Voices entrevistó a Mehbube Abla, mujer uigur de 38 años natural de Gulja, ciudad al oeste de Sinkiang. En 2004 abandonó China para estudiar en el extranjero y nunca ha regresado. Todos los miembros de su familia que permanecieron en Sinkiang han sido encarcelados.
Hay 11 millones de uigures, comunidad turco-musulmana, en la provincia occidental de Sinkiang (China). Habitualmente son señalados como “separatistas” o simplemente “terroristas” en los medios dominantes chinos, y el acoso a este grupo se ha hecho sistemático desde que Xi Jinping asumió la presidencia en 2012.
Según Human Rights Watch, los uigures se han visto privados de los derechos humanos más básicos, como la libertad de religión, de movimiento, e incluso de utilizar su lengua nativa. De acuerdo a varios testimonios y fuentes, más de un millón de uigures —así como otras minorías musulmanas— se encuentran en campos de internamiento. Algunos de estos detenidos en campos también han terminado en el vasto sistema penitenciario de Sinkiang.
Dado el secretismo que rodea estos campos de internamiento, que China describe como “centros de formación vocacional“, es difícil confirmar el número exacto de personas detenidas, pero se cree que cientos de personas han muerto ahí. La Base de Datos de Víctimas de Sinkiang dispone de información más detallada.
Abla es activa en medios sociales, donde aboga por los derechos humanos de los uigures. Esta entrevista se llevó a cabo por teléfono en uigur, y se ha editado para ajustar su longitud y estilo.
Global Voices (GV): ¿Cuándo te fuiste de China?
Mehbube Abla (MA): In 2004, I left Xinjiang to study in Germany, and a year later I moved to Austria, where I have been living ever since. Back then, before getting on the airplane, I looked around me, and told myself this was the last time I was seeing my homeland. I knew that I was never going to return. As soon as I had settled in Europe, I started to join meetings and protests for the Uyghur cause. My two younger sisters also live abroad.
Mehbube Abla (MA): En 2004 abandoné Sinkiang para estudiar en Alemania, y un año después me trasladé a Austria, donde vivo desde entonces. Cuando me marché, antes de entrar en el avión, miré a mi alrededor y me dije que era la última vez que veía mi patria. Sabía que nunca iba a volver. Tan pronto como me instalé en Europa, comencé a unirme a reuniones y protestas a favor de la causa uigur. Mis dos hermanas menores también viven en el extranjero
GV: ¿Te pidieron tus padres que dejaras de hacer activismo por el acoso policial en tu país?
MA: It is my parents and my younger brother back home who have really paid a price for me using my freedom to condemn China. Since I became an activist, members of the Chinese police force have gone to parents’ home, and taken my father and brother in for questioning a number of times. But my family never accused me of giving them trouble. The only thing my mother kept saying was “Don’t ever come back! If you do that, you will disappear for sure!”. So in all these years I’ve never gone back.
But it was no problem for us to talk over the phone, until April 2017. That’s when my brother, Adiljan Ablajan, who was in his early thirties, was taken to a so-called re-education camp. In September 2017, my mother Peyzohre Omerjan, was taken. And in October the same year, they took my father Ablajan Hebibulla.
MA: Son mis padres y mi hermano menor, que están en mi país, quienes han pagado realmente por que yo haya utilizado mi libertad para condenar a China. Desde que me hice activista, policías chinos han ido a casa de mis padres, y se llevaron varias veces a mi padre y a mi hermano para interrogarlos. Pero mi familia nunca me ha acusado de causarles problemas. Lo único que mi madre me repetía era: “¡No vuelvas nunca! ¡Si lo haces, seguro que desapareces!”. Así que en todos estos años, nunca he regresado.
Pero hasta abril de 2017, nunca fue un problema hablar con ellos por teléfono. Entonces fue cuando llevaron a mi hermano, Adiljan Ablajan, que tenía poco más de 30 años, a uno de los llamados campos de reeducación. En septiembre de 2017, se llevaron a mi madre, Peyzohre Omerjan. Y en octubre de ese mismo año, se llevaron a mi padre, Ablajan Hebibulla.
GV: ¿Qué le ha sucedido a tu familia desde que los detuvieron en 2017?
MA: My mother and brother were held in the same camp at first, close to our home. I don’t know anything about the location where my father was held. In June 2018, my mother and brother were sentenced to 20 years in prison, but in October 2018 I learned that they were both taken back to the camp because the verdict was deemed faulty. In November 2019, I got the information that my mother had again been sentenced, this time to 19 years in prison, while my brother got a five year sentence. My brother was married and had a one-year-old daughter when he was detained back in 2017. I heard that his wife was sent to a camp as well, and I have no idea what happened to their daughter. At the same time I also learned that my father was sentenced to eight years in prison. From what I heard, my mother is being held in a women’s prison in Ghulja, in the west of Xinjiang. I don’t know where my father and brother are held. But there has been news about Uyghur prisoners from Ghulja being moved to other parts of China.
MA: Al principio, mi madre y mi hermano estaban encerrados en el mismo campo, cerca de casa. No sé nada del campo donde estaba mi padre. En junio de 2018, mi madre y mi hermano fueron sentenciados a 20 años de prisión, pero en octubre de 2018 supe que habían vuelto a llevarlos al campo porque el veredicto se consideró inválido. En noviembre de 2019 me informaron que mi madre había sido sentenciada de nuevo, esta vez a 19 años de prisión, y mi hermano a cinco. Mi hermano estaba casado y tenía una hija de un año cuando lo detuvieron en 2017. Supe que su esposa fue enviada también al campo, y no tengo idea de lo que sucedió con la niña. Al mismo tiempo supe que mi padre fue sentenciado a ocho años de prisión. Por lo que he oído, mi madre se encuentra en una prisión de mujeres en Gulja, al oeste de Sinkiang. No sé dónde están mi padre y mi hermano. Pero hay noticias de que prisioneros uigures de Gulja han sido trasladados a otras partes de China.
GV: ¿Has podido averiguar alguna razón oficial del arresto de tu familia?
MA: No. I inquired at the Chinese embassy in Austria and was given the very general answer that my family “is doing fine, and those who broke the law are in prison”, and that’s it. But my family are law-abiding citizens. My mother works as a tailor, she designs clothes. My father is a businessman who used to run his own shop selling imported goods. And my brother studied biomedical analysis, but was always very interested in cars and ended up starting his own car business.
I believe that by sentencing my family, the Chinese authorities want to put pressure on me and my sisters, and break us down mentally. But I will not let them! I’m even more dedicated now!
MA: No. Pregunté en la embajada china en Austria y me dieron la respuesta general de que mi familia “está bien, y quienes infringen la ley están en prisión”, y eso ha sido todo. Pero mi familia son ciudadanos respetuosos con la ley. Mi madre trabaja como modista, diseña ropa. Mi padre es empresario que dirige su propia tienda, vende artículos importados. Y mi hermano estudió análisis biomédico, pero siempre le interesó la mecánica y acabó poniendo su propio negocio de autos.
Creo que al sentenciar a mi familia, las autoridades chinas quieren presionarnos a mí y a mis hermanas y hacer que nos derrumbemos. ¡Pero no se lo permitiré! ¡Ahora estoy incluso más dedicada!
GV: Recientemente recibiste noticias de tu madre, ¿nos lo puedes contar?
MA: In September, my aunt suddenly called my sister in Norway, saying that she had visited my mother in prison, and that my mother sends her greetings to us. According to my aunt, my mother is doing fine, and is allowed visits twice a month.
I believe that the authorities forced my aunt to call us, as a way to calm me down, in the hope I would quit my activism. Any contact with relatives abroad is dangerous for Uyghurs these days, so there is no way my aunt called on her own initiative. When answering the phone she told my sister: “Don’t ask me anything, just listen to what I have to say.”
Until I can talk to my mother myself I don’t believe anything I am told about her. This call from my aunt came just after a period when I had been very active on social media. The Chinese authorities want to show that: “Look, Uyghurs can actually contact their relatives abroad.” I believe my activism is pressuring them.In Chinese prisons, relatives have to pay 300-400 Chinese renminbi (US$ 45 to 61) every month, to provide a prisoner with food and clothes. I know that my aunt is paying this sum for my mother, but what about my father and brother? It’s just the close family, like siblings, parents and children, that are allowed to visit a prisoner. So who is caring for my brother? Both his parents are in prison too, and his siblings are now abroad.
MA: En septiembre, mi tía repentinamente llamó a mi hermana en Noruega, y le dijo que había visitado a mi madre en la cárcel, y que nos enviaba saludos. Según mi tía, a mi madre le va bien, y le permiten recibir visitas dos veces al mes. Creo que las autoridades obligaron a mi tía a llamarnos para calmarme, esperando que abandonaría mi activismo. Cualquier contacto con familiares en el extranjero es muy peligroso para los uigures en estos tiempos, así que no es posible que mi tía llamara por iniciativa propia. Cuando mi hermana respondió al teléfono le dijo: “No me preguntes nada, sólo escucha lo que te voy a decir”. Hasta que pueda hablar con mi madre yo misma, no creeré nada de lo que me cuenten de ella. Esta llamada de mi tía se produjo justo después de un periodo en el que estuve muy activa en medios sociales. Es lo que las autoridades chinas quieren mostrar: “Miren, en realidad los uigures pueden contactar con sus familiares en el extranjero”. Creo que mi activismo les incomoda.
En las prisiones chinas, la familia tiene que pagar 300-400 RMB (45-61 dólares) al mes para proporcionar comida y ropa al prisionero. Sé que mi tía paga esa suma por mi madre, pero ¿qué hay de mi padre y mi hermano? Solo los familiares cercanos, como hermanos, padres e hijos, están autorizados a visitar a un prisionero, así que ¿quién cuida de mi hermano? Sus padres están también en prisión, y sus hermanas ahora están en el extranjero
GV: ¿Cómo lidias con esta estresante situación?
MA: Of course, when I got the news of what happened to my family I was devastated. I cried for months. I would have been less sad if they had just died. The thought of what they are enduring in the Chinese prison is so painful, it is such a heavy burden. But I can’t just stay home and cry. I have to be strong – I have two children to raise. And I have beautiful dreams about taking care of my parents. The more active I am and the more things I do, the more positive I get. This is something I learnt from my dear mother. I will keep fighting for my family.
MA: Por supuesto, cuando supe lo que le había sucedido a mi familia me desesperé. Lloré durante meses. No hubiera estado tan triste si hubieran muerto. La idea de lo que soportan en una prisión china es muy dolorosa, es una carga enorme. Pero no puedo limitarme a quedarme en casa y llorar. Tengo que ser fuerte, tengo que criar a dos hijos. Y tengo bellos sueños sobre cuidar de mis padres. Cuanto más activa soy y más cosas hago, más positiva me siento. Eso lo aprendí de mi querida madre. Seguiré luchando por mi familia.
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Publicado originalmente en: Global Voices (Creative Commons)
Por: Lourdes Sada el día 10 December, 2020