Lo venimos denunciando desde hace mucho tiempo:
este no es país para jóvenes, su crisis y sus políticas nos están echando.La
EPA publicada hoy confirma un
55% de paro juvenil, en el otro lado de la balanza, un 45% de jóvenes que en su mayoría acumulan
contratos basura, en un mercado laboral cada día más cerrado y con una legislación que favorece la temporalidad y el despido libre. Al tiempo, las jóvenes
asistimos a la completa desmantelación de los servicios públicos.
Las condiciones -no sólo laborales- de las jóvenes son c
ada día más precarias y la única salida para muchas está en hacer las maletas y salir del país.Este exilio laboral, que algún atrevido ignorante ha osado calificar como
“ventajoso” para las jóvenes-que regresarán más formadas y experimentadas-, caricaturizado en anuncios de televisión o achadado a nuestro
espíritu aventureros upone un
auténtico drama para quien que lo emprende, porque está
rodeado de falsos mitos y mentiras sobre lo que de verdad supone. Fuera de nuestras fronteras
no se encuentra el paraíso laboral.
La precariedad es un mal endémico en toda Europa, y
se sufre igual en inglés, alemán o francés que en español. Muchas de las jóvenes que emigran pasarán un largo periodo encadenando trabajos temporales, poco relacionados con su cualificación, carentes de derechos y con salarios ínfimos. Del mismo modo,
no es cierto que las jóvenes volverán pasado un tiempo, mejor formadas, con más ilusión. Ya sabemos que s
u crisis es en realidad una estafa y, como tal, no acabará regresando dentro de un tiempo a los felices tiempos del ladrillo.Su austeridad, sus políticas y su crisis nos obligan a irnos, cada día de una forma más evidente. Son las que
vuelven inaccesible la educación para miles de jóvenes y
convierten el transporte público en un lujo. Son las mismas políticas que a
sesinan a quien no puede pagar la hipoteca mientras
enriquecen a quienes nos han llevado a esta situación, las mismas que
ponen la Democracia al servicio de los mercados.
Frente a ellos, la juventud que se ve obligada a elegir entre el paro, la precariedad o coger el avión, no se resigna.
Nos quieren lejos, nos tendrán otra vez en las calles.Y seremos muchas, porque tenemos con nosotras a todas las que se han ido, a todas las que han echado.
Ni paro, ni exilio, ni precariedad. Que se recorten, se precaricen y se vayan ellos.