Una interesante reflexión del Blog Salmón sobre esta que suele ser la temporada de más consumo en el año y que te compartimos bajo Creative Commons. Compartir textos es amor 😀
Jürgen Kockai afirma que en un mundo acelerado y dominado por el capitalismo, en el que se ha generado una dependencia del crecimiento constante y de la expansión permanente más allá del statu quo alcanzado, esta dependencia amenaza con la destrucción de los recursos naturales (medio ambiente, clima) y culturales (solidaridad, sentido) y pone en riesgo la erosión social y el abandono del bienestar común. Aquí es cuando aparece la inquietud: ¿dónde se sitúan o deben situarse (por motivos morales o prácticos) las fronteras del mercado y de la comercialización? Existen sólidos argumentos históricos que confirman que deben existir esas fronteras, que el capitalismo no puede invadirlo todo, sino que necesita un punto de apoyo no capitalista en la sociedad, la cultura y el estado. Asimismo, el autor afirma que el capitalismo vive de sus enraizamientos sociales, culturales y políticos, por mucho que, al mismo tiempo, los amenace y desintegre. Y que es capaz de aprender y de transformarse bajo los efectos de las herramientas de la política y la sociedad civil si estas son lo suficientemente fuertes y decididas.
Cada vez más, se habla de economía solidaria, consumo responsable, consumo ético o comercio justo. Pero, ¿hasta qué punto existe una concienciación real en nuestra sociedad? ¿Cuántos consumidores piensan en las consecuencias que tiene el simple acto de comprar un producto? ¿Saben que existen alternativas que promueven vidas dignas de millones de personas y que cuidan del planeta? ¿Qué podemos hacer para colaborar con nuestros gestos cotidianos a un mundo global menos desigual?
Existe una alternativa responsable y sostenible a nivel global que es la del comercio justo. En nuestra mano está decidir qué y dónde comprar para conseguir un mundo global más justo, menos desigual y responsable con el medio ambiente. Practicar la compra de productos de comercio justo ayuda a reducir la brecha creciente de desigualdad en el mundo. Lamentablemente, en España, estamos muy por debajo del gasto anual medio por habitante en productos de comercio justo de Europa. Según el último informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (2015), la media europea se sitúa en 12,43€ anuales por habitante, cuando en España el gasto por habitante en productos de comercio justo es de 0,75€ anuales. Por consiguiente, en nuestro país tenemos una gran oportunidad de desarrollo de este tipo de productos que podemos encontrar en diferentes canales de comercialización.
El comercio justo es definido como una forma alternativa de comercio internacional, promovida por varias organizaciones no gubernamentales entre las que se encuentra Oxfam Intermón, por la Organización de las Naciones Unidas y por los movimientos sociales y políticos, que promueven una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores.
Existen 10 principios internacionales establecidos por la Organización Mundial de Comercio (Wolrd Fair Trade Organization) que deben ser cumplidos por las organizaciones que trabajan y promueven el Comercio Justo:
Creación de oportunidades para productores con desventajas económicas.
Transparencia y responsabilidad- Rendición de Cuentas
Prácticas comerciales justas
Pago de un precio justo
Asegurar ausencia de trabajo infantil y trabajo forzoso
Compromiso con la no discriminación, equidad de género y libertad de asociación
Asegurar buenas condiciones de trabajo
Facilitar el desarrollo de capacidades
Promoción del Comercio Justo
Respeto por el medio ambiente
A modo de resumen, destacaría tres grandes efectos que se derivan del desarrollo del comercio justo de forma global:
a) Un mundo más justo: se busca luchar contra la pobreza mediante el comercio.
A través del comercio justo se busca luchar contra la pobreza apoyando a pequeños productores sin oportunidades para que puedan ser autosuficientes. Se prioriza el bienestar social, cultural, económico y ambiental de los productores para que puedan llevar a cabo una vida digna. Se mantienen relaciones a largo plazo basadas en la solidaridad, la confianza y el respeto mutuo que contribuyen a la promoción y el crecimiento del comercio justo. Además, muchas de las organizaciones y/o cooperativas que trabajan en el sistema de comercio justo actúan como actores clave tanto a nivel social como económico en las regiones. Un ejemplo de esto sería el uso de la prima de comercio justo para proveer servicios médicos o asistencia técnica. Además, alguno de estos servicios, sobre todo los relacionados con la salud y la educación, no son solo para sus asociados sino también para el resto de la comunidad.
b) Un mundo más ético: se busca respetar los derechos humanos.
El comercio justo promueve el respeto de los derechos humanos. Existen multitud de casos de explotación infantil en el mundo, a pesar de la existencia de la Convención de los Derechos del Niño (1989), instrumento jurídico que más ratificaciones ha obtenido en la historia de la humanidad. Su artículo 32 de dicha convención insta a los Estados Miembros a reconocer el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Al ser un instrumento no vinculante, la Comisión de los Derechos del Niño puede denunciar dichas prácticas pero son los Estados los que deben tomar la responsabilidad de realizar los cambios legislativos pertinentes. El comercio justo asegura la no explotación infantil y de la misma forma promueve los derechos humanos, la equidad de género, la no discriminación y el empoderamiento económico de la mujer.
c) Un mundo más sostenible: se busca respetar y cuidar nuestro planeta.
El comercio justo contribuye al cuidado del planeta. Las organizaciones y productores de artículos de este tipo de comercio maximizan el uso de materias primas de fuentes gestionadas de forma sostenible para asegurar el cuidado del medio ambiente. Utilizan tecnologías de producción que buscan reducir el consumo de energía y priorizan el uso de energías renovables que reduzcan al mínimo las emisiones de gases de efecto invernadero. De la misma forma tratan de minimizar el impacto de sus residuos sobre el medio ambiente. Destacaría como ejemplo de producción de materias primas de forma sostenible el del algodón orgánico, que es cultivado en tierras certificadas libres de sustancias tóxicas y de todo tipo de pesticidas e insecticidas. El cultivo de algodón convencional, extensamente usado en la industria textil, a diferencia del orgánico, usa cerca del 25 % de los insecticidas fabricados en el mundo y más del 10 % de los pesticidas.
El comercio justo puede ser definido como una versión humanista del comercio libre, siendo favorable a la libertad de comercio en iguales condiciones, buscando evitar la discriminación y el proteccionismo, además de evitar la explotación de los trabajadores.
Como consumidores, pagaremos el precio justo por un producto, además de contribuir a una mejora de la vida de miles de personas y colaborar en la preservación del planeta. Igualmente, contribuiremos a compensar los efectos negativos de la obsesión consumista por el precio más barato, sin otra consideración, y alguna de sus consecuencias:
Progresivo deterioro de la calidad y durabilidad de los productos.
Explotación de los productores (talleres de trabajo esclavo o sweatshops) y fijación de precios no sostenibles para el productor.
El sistema de comercio justo se define también como una iniciativa para crear canales comerciales innovadores, dentro de los cuales la relación entre las partes se orienta al logro del desarrollo sostenible de la oferta. Además, se orienta hacia el desarrollo integral, con sostenibilidad económica, social y ambiental, respetando la idiosincrasia de los pueblos, sus culturas, sus tradiciones y los derechos humanos.
Más que por las entidades oficiales o estatales, el comercio justo es impulsado y practicado por millones de personas solidarias en diferentes partes del mundo. En España, existen tiendas de comercio justo, que cumplen un rol decisivo, y que en su mayoría son gestionadas a través de voluntarios, en las que en sus horas libres apoyan la venta de productos de alimentación, de prendas textiles, de cosmética u objetos para el hogar.
A pesar de que todavía hoy no podemos encontrar la alternativa en comercio justo de muchos productos, podemos contribuir con éste adquiriendo los artículos para los que sí existe. En esta época pre-navideña, más que nunca, tu compra puede ser decisiva para aportar un poco más de justicia, ética, solidaridad y sostenibilidad al mundo.
Vía: Rebelión (CC)