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Peña Nieto pierde credibilidad: Pablo Majluf

July 9, 2014

En una columna publicada por ADN-Expansión© el especialista de la Universidad de Sidney, Pablo Majluf hace una análisis de cómo Peña Nieto sigue perdiendo credibilidad ¿Tu qué opinas? Reproducimos un fragmento:

Peña Nieto en apuros por la falta de credibilidad que no supera el 48% según encuestas | Foto: Grupo de Respuesta Rápida Peña Nieto en apuros por la falta de credibilidad que no supera el 48% según encuestas | Foto: Grupo de Respuesta Rápida

Falta de credibilidad su principal adversidad

La creciente falta de credibilidad en el gobierno de Enrique Peña Nieto es hoy su principal adversidad y lo está acercando rápidamente hacia un fatídico cul-de-sac… un callejón sin salida.

Todos los candidatos presidenciales tienen que hacer promesas. Si no las hacen, no ganan. Y una vez que ganan, si éstas no se cumplen, tienen que reiterarlas o hacer nuevas. Pasa en todo el mundo. Sobre todo en los países con tendencias populistas como el nuestro donde las promesas son, digamos, anzuelos efímeros.

Las reformas… como el cuento de Pedro y el Lobo

Pero el problema no es sólo que las columnas que sostenían el discurso de Peña Nieto –las trilladas reformas– aún no hayan dado fruto, sino que, para usar un cliché, todos los huevos fueron puestos en una misma canasta. Si las reformas no funcionan, o tardan demasiado en florecer (y así parece que será), el gobierno de Peña Nieto no tendrá mucho margen de maniobra. En pocas palabras, se haría realidad la fábula de Pedro y el lobo: “ahí vienen las reformas, ahí vienen las reformas…”

Ahora bien, quizá el problema –habrá que considerarlo– no sean las reformas, sino la impaciencia del pueblo mexicano; todo hombre liberal, de corazón democrático, del lado correcto de la historia, estuvo a favor de las reformas. Eran necesarias. El mundo entero estaba de acuerdo. Hoy la pregunta –además de la posibilidad de que hayan estado mal diseñadas– es si el gobierno tiene un plan B; y suponiendo que lo tuviera, si no será demasiado tarde cuando intente ponerlo en funcionamiento. Por eso, ahora, lo único que el gobierno puede pedirle al pueblo, como una religión cuyas doctrinas carecen de evidencia, es un poco de fe.

Columna completa en ADN-Expansión

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