El discurso de la senadora Gladys González está siendo compartido por las feministas de toda América Latina pues reconoció que su religión no puede guiar sus decisiones políticas.
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“Señora presidenta, fui a un colegio religioso”. Así inició la senadora Gladys González su discurso en el Senado argentino, durante el debate por la despenalización del aborto en ese país, donde por cierto se prevé que el aborto sea despenalizado por al menos 36 votos a favor contra 32 en contra, una abstención y dos ausencias.
Ni una menos por aborto clandestino. Equidad en el acceso a la salud. ¡Esta vez en el Senado, será ley!
— Gladys Gonzalez (@gladys_gonzalez) December 11, 2020
Luego de que la Cámara de Diputados aprobara el 11 de diciembre un proyecto para legalizar el aborto voluntario en las primeras 12 semanas de embarazo, la discusión llegó al senado, dónde la senadora González -vestida de verde, color que simboliza la despenalización del aborto- se ganó el reconocimiento de las feministas al reconocer que, como legisladora, no puede imponer su religión católica al pueblo argentino.
Tras narrar que fue bautizada, tomó la comunión y la confirmación y que incluso se confesaba cada semana y frecuentaba un centro del Opus Dei, recordó que el 8 de agosto de 2018, votó a favor del aborto en Argentina. En aquella ocasión, la propuesta para abortar voluntariamente hasta las 14 semanas fue rechazada por 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones.
Esto. 💚 pic.twitter.com/aNQUgr2Kpy
— Mariana Ortiz (@marianaaart) December 30, 2020
Entonces, dijo que podría repetir cada palabra que dijo ese 8 de agosto para defender su postura a favor del aborto pues “nada ha cambiado salvo mi vivencia personal que si me permiten quisiese compartir con ustedes”.
“El 8 de agosto de 2018 estaba embarazada de 9 semanas, de mi cuarto embarazo; tengo tres hijos y deseaba tener un cuarto hijo con todo mi corazón”, comenzó Gladys Gonzáles.
Continuó diciendo: “Antes, durante y después de aquel debate, todos -no sólo yo- recibimos insultos, amenazas, en mi caso personal fueron tan explícitas que tuve que denunciarlas y cambiar mi número telefónico; a la par de ello recibí mensajes muy dolorosos de algunos de mis hermanos cristianos diciendo que rezaban para que me vaya al infierno y que Dios me iba a castigar”.
Y entonces, dijo algo que cimbró al feminismo y seguramente marcará la historia legislativa por los derechos de las mujeres.
El 10 de agosto de 2018, dos días después de aquella votación perdí mi embarazo y por un instante pensé que Dios me había castigado por haber votado a favor de la legalización del aborto.
Lo que dijo después esta senadora, que estudió Ciencia Política, puede ser considerado un ejemplo perfecto de la frase: “A Dios lo que es de dios y a César lo que es del César”:
“Con mucho dolor me refugié en la oración y entendí no sólo que me pérdida se debía a que tenía 45 años y mis óvulos eran demasiado débiles para volver a concebir, sino que entendí fundamentalmente que el Dios en el que creo no es un Dios que castiga: es un Dios que ama, es un Dios que es amor, qué es compasión, qué es esperanza”.
¿Ustedes realmente creen que es cristiano condenar a las mujeres que deciden interrumpir el embarazo? Yo no lo creo.
Después, se dirigió a la Iglesia católica con los siguientes cuestionamientos: “Quiero preguntarle a mi iglesia: ¿no será hora de preguntarnos porque nuestras mujeres católicas abortan?
¿No será hora de mirarnos hacia dentro y de preguntarnos qué estamos haciendo mal que el mundo se aleja cada vez más de nuestra fe y elige otras espiritualidades? Porque queremos imponer algo que no pudimos hacer con nuestras propias enseñanzas religiosas.
De ninguna manera podemos querer imponer nuestra moralidad católica a todo el pueblo argentino y mucho menos podemos querer hacerlo cuando hemos fallado con nuestro propio precepto”.
¿no será hora de preguntarnos porque nuestras mujeres católicas abortan?
Repasando discurso. Hablo a las 12 🏛 pic.twitter.com/h0gtaSaN0D
— Gladys Gonzalez (@gladys_gonzalez) December 30, 2020
“También entendí con más convicción que nunca que aquella vez en el 2018 y esta vez que no estoy en el púlpito de mi iglesia hablándole a mis hermanos cristianos, estoy en la banca del senado de la nación hablándole al pueblo argentino; entendí que fui elegida para representar a todos los habitantes de la provincia de Buenos Aires: a los católicos, a los judíos, a los evangélicos, a los no creyentes, a todos”.
Tras enlistar una serie de cosa que ella podría querer imponer desde el senado, como la criminalización del aborto, la prohibición del matrimonio homosexual, el castigo a las mujeres que no se casen vírgenes, entre otras, concluyó que hacer eso “sería imponer mi moralidad en una población libre de creer en cualquier credo o de no creer en ninguno”.