Para no beber ni ingerir alimentos se habían amordazado los labios
En ayuno hasta no ver “baucher” para Hospital de la Mujer: enfermeras
Antes de levantarse de la mesa de diálogo, con la promesa de que el 10 de abril a las 9:00 horas regresaría para continuar con los acuerdos, el Secretario de Gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, escuchó, se llevó los mensajes que le escribieron las enfermeras en huelga y no regresó.
Así, la mesa se suspendió, pese a que el Secretario de Gobierno escuchó las denuncias y exigencias de las enfermeras: Una de ellas le narró la última agresión que sufrió de parte de los familiares de una paciente cuando les pidió comprar material de curación porque en el hospital regional ya no había; otra le contó lo que han pasado en estos días de huelga: su situación física y emocional. Una más fue contundente: “de aquí solo me levanto hasta que vea el baucher de que ya depositaron lo de nuestras prestaciones y hay medicamento en el hospital”.
NUEVE ENFERMERAS EN AYUNO
El lunes pasado por la noche, en el campamento que mantienen las y los trabajadores del Hospital Regional de la Mujer en Tuxtla Gutiérrez, las ocho enfermeras en ayuno se quitaron las mordazas que se habían colocado durante 10 horas para no beber líquidos y hacer más intensa la huelga de hambre, iniciada el 3 de abril.
Se abrazaron y oraron, recibieron hidratación y les tomaron los signos vitales, antes de ver a sus familiares, apoyadas por sus compañeras. Abrazaron a sus hijas e hijos, les preguntaron si ya se habían bañado, si comieron bien, besaron a sus parejas. La mayoría son apoyadas por sus familias, pero para otras es difícil conciliar su activismo con la vida familiar.
Gabriela Mayanin López Cruz fue examinada ese mismo lunes, antes de unirse a la huelga de hambre. Es la novena en iniciar el ayuno. ¿Segura que te vas a huelga?, le preguntó su jefa en el hospital. Sí, jefa, le respondió. Se abrazaron y la jefa le sostuvo la mano mientras acaba de tomarle la muestra.
Gabriela cuenta a Cimacnoticias que el año pasado tuvo que enfrentarse a los reclamos de familiares enojados por falta de insumos en el hospital. “Una la que tiene que salir a dar la cara con el familiar, a la que le reclaman. La que entrega a los niños muertos a sus madres, o la que tiene que decir que la madre falleció”, dice.
Chiapas ocupa de los primeros lugares tanto en muerte materna como infantil. Son las enfermeras que están en huelga las que ven en hechos esas cifras, las que ven morir a las mujeres y los niños, las que saben que muchos de esos casos se pudieran evitar si hubiera el equipo e insumos suficientes.
En el hospital de la mujer y el niño de Tuxtla Gutiérrez casi el 90 por ciento del personal son mujeres.
ANTE LA CARENCIA, EL NEGOCIO FLORECE
El Hospital de la Mujer en Tuxtla Gutiérrez está rodeado de laboratorios clínicos, farmacias y centros de diagnósticos. No es gratuito, es un buen negocio porque en el hospital no hay medicinas, ni estudios de laboratorio y las familias de los pacientes recurren a esos comercios, cerca de donde están sus pacientes.
“El hospital es un hotel en donde se hospeda a las enfermas porque de ahí no hay nada, no hay medicamentos, tomografías, rayos X, laboratorio, no hay nada, todo se le manda a comprar a los familiares y pedir que los estudios lo hagan allá afuera” dice Limbano Domínguez Alegría, vocero del Movimiento de las y los Trabajadores de Salud del Hospital de la Mujer y el Niño.
El desabasto de medicamentos ha sido tema común durante el gobierno de Manuel Velasco Coello, pero se agudizó el año pasado. “Regularmente a principios de año hay problemas, porque según no baja el presupuesto, pero se regulariza en febrero, pero el año pasado nunca se regularizó y este año ha seguido peor”, afirma Elvira Cruz, química en el hospital, quien aprovecha su tiempo libre para apoyar a sus compañeras enfermeras en huelga.
ENERO, EL INICIO DE LA PROTESTA
El 22 de enero las y los trabajadores del hospital iniciaron una manifestación para exigir que les restituyeran los pagos que habían hecho por concepto de prestaciones, que aparecían como descuentos en sus recibos, pero que no habían sido entregados a las instituciones de crédito, como Fovissste; reinstalación laboral; abasto de medicamentos e insumos en hospitales, clínicas y casas de salud del estado.
En el caso de las prestaciones, se dieron cuenta de que el gobierno había dejado de hacer esos pagos y que estaban desviando los recursos que les habían descontado a las y los trabajadores. Alrededor de 780 millones de pesos desviados en perjuicio de 30 mil trabajadores.
En otros municipios como Comitán, San Cristóbal de las Casas, Tonalá y Palenque también ha habido manifestaciones de las y los trabajadores del sector salud por la misma situación.
Los servicios en el Hospital de la Mujer de Tuxtla no se suspendieron, ya que el personal se turna para participar en la protesta afuera del nosocomio, sin desatender a las pacientes.
En represalia a la manifestación, fueron despedidos el 23 de febrero dos trabajadores y el 22 de marzo 14 trabajadores más, la mayoría mujeres enfermeras.
Dos de las enfermeras despedidas, que no aceptaron firmar un documento en la que renunciaban a seguir participando en el movimiento a cambio de ser reinstaladas, decidieron irse a huelga de hambre el 3 de abril. Tres de sus compañeras se sumaron a la manifestación. Cinco empezaron la huelga de hambre y ahora suman nueve.
“Estamos aquí voluntariamente-obligadas, obligadas por la situación, porque no quisiéramos estar acá, porque quisiéramos estar en el hospital trabajando con el material suficiente, sin correr riesgo, quisiéramos estar ahora con nuestra familia, estamos aquí obligadas por el Gobierno que no ha querido hacer caso a nuestras demandas”, dice una de las huelguistas, mientras camina agarrada de una de sus compañeras. “Ella ya tuvo un desmayo y tiene dos días defecando sangre”, explica.
Otra de las enfermeras en ayuno no pudo ir al funeral de su abuela, con la que creció y quien murió al segundo día de iniciada la huelga. Le lloró, dice, desde el plantón.
Las nueve mujeres enfermeras que están en huelga de hambre tienen entre 35 y 50 años, trabajadoras de base y la mayoría con más de 20 años de servicio, comprometidas con su oficio. Todas son madres de familia y se unieron a la huelga de hambre por las mismas demandas: restitución a las y los trabajadores despedidos; abasto de medicamentos para todos los hospitales y centros de salud del estado, y pago inmediato de las prestaciones descontadas, pero no aplicadas.
Todas están ahí por la convicción de que su movimiento es necesario, para cambiar la situación en ese y otros hospitales donde ahora las mujeres mueren al parir y los niños fallecen al nacer por falta de medicamentos y equipo en los hospitales.
Fuente: CIMAC