Por Mun
En los sitios Feck se ve la belleza del porno sostenible, responsable y ético. Arte, sexo y comercio justo unidos en un nuevo concepto que se aleja mucho de la pornografía de bajo presupuesto con orgasmos fingidos. Un espacio para mujeres “normales” que quieren ganar dinero sin aditivos ni artificios. Solas o en pareja, enseñan al consumidor que quiera deleitarse o excitarse, cómo alcanzan el clímax de manera natural.
No verás a una rubia con tetas falsas vestida de enfermera acercándose al cirujano en plena operación para tener relaciones sobre la mesa del quirófano. Ni a un policía de grandilocuentes atributos con un fusil bajo el pantalón poniéndole una multa a una pelirroja que se ha saltado el alto por llegar tarde a la junta de los lunes. Si buscas porno del montón, los sitios de Feck (https://nl.ifeelmyself.com/public/main.php?page=artist_bio&artist_id=F7821) no van a satisfacer tus instintos más básicos de la manera convencional.
Alejados de los lugares comunes del sexo (felaciones, coitos, gemidos y orgasmos femeninos fingidos o no), los sitios de la productora australiana Feck ofrecen algo más cercano a la realidad. Orgasmos con grito al viento y otros más sosegados pero no por eso menos placenteros.
Amarna Miller, que ha trabajado tanto para la industria del porno tradicional y también para Feck, explica en una entrevista con Jot Down que lo que se puede ver en I Feel Myself, Gentlemen Handling, I Shot Myself o Beautiful Agony es como “un programa de iniciación. Pasitos de bebé, escalones, escalafones. Las chicas promocionan de una web a otra según su disposición y según su aceptación (…). De I Shot Myself y las instantáneas de la desnudez a los primeros planos de la petite mort en Beautiful Agony, hasta embarcar en el buque insignia I Feel Myself: ellas, solas o en compañía de otras como ellas, masturbándose. Y corriéndose”.
Esta empresa nació en 2003 con unas premisas básicas, como recoge el magazine español: “Son sets de fotos que las chicas se hacen a sí mismas. En su casa, en el patio trasero, en el campo. En Melbourne, un tal Richard se entrega a la infernal tarea de elegir entre miles de candidatas, miles de retratos. Si aceptan tus fotos, y es bastante probable que te las acepten si sigues las pautas que te dan, te pagan una cantidad de dinero y las publican en la web. Se entiende por qué el material es gratificante para el público”.
Y si hablamos de dinero, el programa de Feck es mucho más justo y gratificante para quienes trabajan en ello. Los derechos de los vídeos y las fotos, por ejemplo, no se ceden a la productora. Al contrario, concede royalties a las colaboradoras, aparte de pagarte por cada escena. Así que más feck y menos fuck barato.
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Foto: “Porno” Juan Ignacio Garay | Flickr (CC)