En los últimos meses hemos vivido entre una avalancha de imágenes relativas a la pandemia por COVID-19. Aunque con frecuencia invisibilizando el drama, estas imágenes han convertido esta pandemia seguramente en la más fotografiada de la historia. Incluso, he propuesto denominar a este fenómeno “fotodemia” (siguiendo la línea de la “infodemia”).
Las imágenes, especialmente las que ilustran problemas médicos, necesitan ser utilizadas de una manera ética. Debemos plantearnos cuáles son necesarias, y cuestionarnos qué imágenes, de todo este torrente visual, son las esenciales, las que quedarán cuando la pandemia termine.
Para tratar de identificarlas, se han tomado como referencia las imágenes que han hecho historia en otras epidemias y pandemias, como la peste negra o la Gripe española, para después centrar el foco en las de este siglo: SARS, gripe porcina, Ébola y Zika.
La COVID-19
La COVID-19 y el SARS están causados por virus de la familia de los coronavirus. Basándonos en la experiencia del SARS, del que han quedado sobre todo las ilustraciones del propio virus, es previsible que esta representación tenga un largo recorrido.
Aunque hay varias imágenes en circulación, seguramente la que pasará a la historia es la generada por los ilustradores médicos Alissa Eckert y Dan Higgins del Center for Disease Control and Prevention (CDC) de EEUU. Una imagen que todos hemos visto con frecuencia, aunque desconozcamos su procedencia. No se trata de una fotografía microscópica del virus, sino una ilustración generada con un programa informático para darle una identidad. Cara Giaimo explica cómo el CDC solicitó una imagen que llamara la atención del público y con este fin la colorearon.
La fotografía epidémica
El antropólogo médico Christos Lynteris habla de fotografía epidémica cuando se refiere a las imágenes de las diferentes epidemias y/o pandemias que han marcado estas primeras décadas del s. XXI. Para todas ellas, Lynteris señala una serie de categorías fotográficas habituales: hospitales desbordados, animales sospechosos de haber originado o de contagiar la pandemia, ciudades vacías, personas abasteciéndose en los supermercados o expresiones de solidaridad desde los balcones.
Por lo que sabemos de epidemias y pandemias anteriores, sobrevivirán especialmente aquellas fotografías que reúnan en un solo encuadre la máxima información, emoción y estética.
Epidemias en la historia
Con la aparición de la fotografía, es más complicado reunir todos los elementos en una imagen, como podía suceder con una pintura como El triunfo de la muerte, de Pieter Bruegel el Viejo, que con frecuencia se emplea para ilustrar la peste negra.
La tercera ola mundial de peste bubónica en Hong Kong fue la primera epidemia en ser fotografiada desde 1894. De aquella peste nos han llegado imágenes que recogen los variados ámbitos en los que la peste impactó: protecciones de los médicos, enfrentamientos por las medidas de prevención y contención, ritos funerarios y tratamientos.
De la COVID-19 quedarán imágenes de este tipo. Es importante destacar que ha habido fotografías impactantes de manifestaciones y protestas durante esta pandemia, que es muy probable que perduren, aunque no todas están relacionadas con el virus.
La imagen icónica de todas las protestas, muy especialmente de las antirracistas, será la de George Floyd junto a las fotografías de las manifestaciones en diferentes países con mascarillas que vincularán visualmente siempre con el excepcional contexto de la COVID-19 las protestas de estos meses.
Enterramientos colectivos
Otro aspecto importante es el de los ritos funerarios. En numerosos países ha sido polémica la publicación de imágenes relacionadas con la muerte, como las de los féretros en el Palacio de Hielo (Madrid) o las de los camiones frigoríficos con cadáveres o los enterramientos colectivos en la isla de Hart en Nueva York. Con el tiempo, algunas de estas fotografías irán adquiriendo relevancia en la representación visual de la enfermedad.
En lo que respecta a los tratamientos, seguramente de la COVID-19 quedará alguna de las imágenes más dramáticas de enfermos conectados a respiradores, alguna de las imágenes más impactantes por el contexto y las circunstancias (como las fotografías firmadas por David Ramos de Isidre Correa en su cama de UCI, rodeado por su equipo médico, frente a la playa del Somorrostro de Barcelona, tras dos meses en el Hospital del Mar, que se hicieron virales).
Hospitales y vacunas
En el caso de la llamada Gripe Española, una de las imágenes icónicas es una del hospital de emergencia en Camp Funston (Kansas). Esta imagen nos da pistas sobre el rol que ejercerán en el futuro imágenes de hospitales como el de campaña de Ifema (España) o el de Wuhan Vulcan (China).
Por otro lado, cada epidemia y/o pandemia tiene su propio foco de atención. Con el Ébola, por ejemplo, hay una constancia en el centro de interés: retratos de personas con el equipo de protección. Esto también formará parte, probablemente, de la representación visual de la COVID-19: personas con el equipo de protección individual (EPI).
En la gripe porcina y el ZIKA el protagonismo es para los cerdos y los mosquitos respectivamente, animales en los que se encuentra su origen. No parece probable que esto ocurra con la COVID-19.
Finalmente, pasarán a la historia también las fotografías de los investigadores que descubran tratamientos o la vacuna para la pandemia, en su momento.
Rebeca Pardo recibe fondos del MICINN para un proyecto del programa i+D+I Retos de Investigación.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Rebeca Pardo, Profesora de fotografía, Universitat Internacional de Catalunya