Las redes sociales han cambiado el mundo y la forma de relacionarnos condicionando nuestras vidas en todos los sentidos. En el terreno del feminismo en España, nos encontramos con la brecha digital como una de las variables más decisivas. La lucha por la igualdad de género en la red choca con la realidad de un acceso muy desigual a la tecnología, que afecta especialmente a las mujeres.
Existen numerosos portales o webs, foros, chats, servicios de información que contienen noticias y distintos documentos que intentan cubrir las opciones informativas de y para las mujeres en Internet desde diversos puntos de vista. Para beneficiarse de ello es imprescindible que la población tenga ciertos conocimientos tecnológicos que permitan alzar la voz en internet, independientemente del sexo. Pero, en este sentido, como indica Cecilia Castaño, catedrática y experta en Tecnología de la Información, la dedicación al entorno familiar, por parte de las mujeres, y la falta de tiempo para introducirse en la tecnología acentúa la brecha digital ya existente en nuestro país.
Del conocimiento a las habilidades
La primera de las brechas digitales, la del conocimiento, tiene que ver con las diferencias de acceso de hombres y mujeres a internet. Tiene también un claro componente generacional y educativo, y viene acompañada de la segunda brecha digital, la de las habilidades, necesarias para vivir y trabajar en sociedades donde la alfabetización digital es primordial.
Analizando la brecha digital desde la perspectiva sólo de la alfabetización, es decir, saber leer y escribir, comprobamos que en España siguen existiendo personas sin acceso a la educación. Esta circunstancia condiciona las siguientes brechas, como indica la periodista y creadora del Feminismo social Montserrat Boix en el libro Ciberfeminismo en España: Discurso teórico y prácticas digitales, en el que está basado este artículo. La alfabetización de la población es un primer objetivo, en el que podemos descubrir que “tiene que ver con generaciones y situaciones económicas, y no tanto con el hecho de ser mujeres”.
Zonas geográficas sin acceso
Observa Boix que, en ciertas partes de la geografía española, hay dificultades para acceder a internet. Esto hace difícil la formación en las zonas rurales, puesto que dependen de las comunidades y gobiernos, y también de las estrategias relacionadas con la Sociedad de la Información del gobierno de cada comunidad.
La brecha digital está muy presente en nuestras entrevistas y condiciona el activismo en la red. Por eso, de acuerdo con los expertos Martínez Suárez y Bermúdez Rey es necesario incidir en la brecha de género: no sólo por la desigualdad de acceso de la mujer a los órganos e instituciones de mayor representación en la red, o el número de mujeres formadas en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), entre otros, sino porque la red se convierte en otra estructura más de dominación masculina habiéndose detectado incluso un problema más en relación al ciberacoso y al sexting.
La brecha de habilidades
En una sociedad caracterizada por la difusión masiva de las TIC, donde el acceso y uso de ordenadores e internet, y especialmente las habilidades digitales, se convierten en estratégicas para la ciudadanía y para el conjunto del sistema, Fernández del Moral
se plantea en qué consistiría una tercera brecha. El autor precisa que se trata de la separación entre el conocimiento experto, el que más y mejor nos acerca a la verdad de las cosas, y el conocimiento social, que circula por internet y en el que indefectiblemente terminan la mayor parte de los internautas vengan de donde vengan y se dirijan a dónde se dirijan.
Es decir, según Fernández del Moral, las redes sociales no dejan de presentar los mismos inconvenientes que presentaba en su día la propia sociedad en red, la que impone la existencia de los nódulos o nudos donde está todo el mundo y de los agujeros o huecos donde no hay nadie.
De lectoras a creadoras de contenido
En las entrevistas realizadas en nuestra investigación, los distintos puntos de vista sobre la situación de las mujeres e internet en España alcanzan conclusiones similares: Ana Martínez Collado, doctora especializada en estudios de género, resalta que “mientras la desigualdad de género exista siempre seremos una minoría”.
Ana Navarrete, artista y docente, cree que si las mujeres no tienen una gran predicación en el mundo de las tecnologías y las industrias tecnológicas y visuales, la razón no es que no estén capacitadas, “es porque hay una estructura muy compleja para que una mujer ascienda puestos dentro de esas industrias”.
Sostiene Martínez Collado que la brecha digital existe porque lo verdaderamente significativo es que la población femenina realmente participe, que su contenido sea una fuente de información y de difusión para que se lleve a cabo el verdadero empoderamiento.
La catedrática Cecilia Castaño se muestra un tanto escéptica ante el empoderamiento ciberfeminista porque “las tecnologías de la información avanzan muy rápido, las mujeres vamos llegando a todo, pero cuando llegamos, la frontera ya se ha desplazado más allá, los hombres están allí pero nosotras no”.
En este asunto Angustias Bertomeu, experta en desarrollos de software con perspectiva de género y alfabetización TIC, aporta otro punto de vista enfocado al contenido en la red: los contenidos existentes en internet están muy masculinizados. Las mujeres no producimos contenidos propios, no los subimos o se suben muy poco y eso resta visibilidad y perspectiva feminista. “La brecha implica la falta de información, la falta de formación, la falta de acceso a oportunidades, pero además es que, como no produces, tu punto de vista no aparece”.
A juicio de Bertomeu, parte de la población “está fuera de la Sociedad de la Información y eso es un lastre importantísimo”. Y sugiere la autora la responsabilidad del sistema patriarcal en este reparto desigual del dinero, el acceso, la influencia, y el poder. “El problema está mucho más arriba, al margen de lo cotidiano, que es que si hay un hombre en una casa parece que el ordenador es suyo”.
La brecha digital se reduciría, pues, si las organizaciones políticas se involucrasen en la ayuda para acabar con la desigualdad, incluyendo formación TIC en sus programas e integrando en los proyectos que se financian las repercusiones de género.
Rocío Gago Gelado does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Rocío Gago Gelado, Profesora del grado de Comunicación audiovisual., Universidad Nebrija