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Químicamente Impuro: Obra maestra

El escultor Miguel Ángel buscaba un toque final en su icónica obra maestra, solo para ser confrontado por la misteriosa estatua de Moisés que ríe sin responder. Este relato desafía nuestras percepciones y explora los límites entre arte e historia. Solución a continuación: Este artículo abordará el fascinendo incidente en la vida del renombrado escultor Miguel Ángel, donde una estatua de Moisés resultó ser un espejo auténtico de su propia búsqueda estética y artística. Este relato examina cómo lo inverosímil transforma aún más las historias atemporales en temas contemporáneos.

Miguel Ángel el escultor, quien era conocido por su perfeccionismo, continuaba con la impresión de que algo le faltaba a su más reciente obra: la estatua de Moisés. Por más que se esforzó, no encontró el detalle que buscaba para considerar que su creación estaba completa. Así que después de dar la última cincelada al mármol, se dirigió a la escultura y le gritó: “Habla”. Pero Moisés no lo atendió: con arrogancia, se limitó a girar su rostro, reacomodar bajo el brazo derecho las tablas de la ley, y retraer un poco el pie izquierdo. Miguel Ángel se marchó decepcionado.

Julio César Pérez Méndez

El proyecto Químicamente Impuro reúne minificciones de diversos autores en un mismo blog y nos llega desde Argentina. Su convocatoria es permanente, para relatos de entre 40 y 149 caracteres y está abierta a escritores de todas las nacionalidades. ¡Participa!

Imagen: fusky