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Recomendación de la semana: Elephant

 

Elephant

Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte.

Michel Houellebecq.

 

Todo comenzaba como un simple aviso clandestino, una especie de código apenas perceptible.  Quien podía descifrarlo  se aseguraba de efectuar el plan de manera inmediata, sin preguntas, con la firme certeza de que el objetivo debía cumplirse a pesar de las circunstancias.

La víctima se elegía por una sencilla y malévola degustación del azar, una decisión arbitraria que cobraba victimas sin distinción alguna.

 Solíamos juntarnos justo detrás de la cancha de fut bol. Éramos en su mayoría hombres, unos siete para ser exactos, con la inclusión de tres chicas, quienes se encargaban de la cuestión logística. La belleza y atracción consistía principalmente en la simplicidad, nos recargábamos en la pared, y mirábamos a nuestro alrededor, de repente en cuestión de minutos se escuchaba una voz.: “ese”,  señalando discretamente con la cabeza, los demás tan solo prestábamos atención y dictábamos sentencia. 

La mecánica consistía en una complicidad apenas notable para el exterior, debíamos de ser rápidos y precisos. Cada uno se ocupaba de manera puntual de la tarea designada, sincronizar tiempos, desempeñar distractores, apresar el objetivo, movilización certera… horas después estábamos todos en una especie de bodega o salón de clases vacio, el primero en dar la bienvenida era Luis, un tipo alto, obeso y de cabello largo. Luis acomodaba un fuerte golpe en la parte abdominal del “huésped” ubicado en una esquina y con el rostro cubierto por una tela negra , después seguía Carlos , tal vez el tipo más rudo de todos, este tomaba un bate de beisbol, regalo de su padre en su cumpleaños número quince, y lo acomodaba de forma casi elegante por sus manos , se tomaba el tiempo suficiente para propinar una serie de azotes sobe las piernas del pobre tipo que yacía en el suelo, retorciéndose como una trucha dentro de una sartén. El ritual duraba escasos 10 minutos, todos poníamos algo de nuestra parte para que ese pequeño instante de vida tardara el mayor tiempo posible y fuese casi inolvidable.

Vivíamos al margen de toda regla moral, dentro las limitantes de una tolerancia sobrevalorada por el prójimo, nunca nos preguntamos por qué lo hacíamos, simplemente sabíamos que había que hacerlo. Las razones salían sobrando; venganza social, ira contenida, desprecio, salvajismo, enfermedad… en verdad los pretextos o justificaciones  poco nos importaba.

Cada sentimiento acorralado en lo más profundo de nuestro ser acarrea una enfermedad, cada contención irremediable trae consigo una repercusión violenta que sacude nuestro entorno, reduciéndolo todo a cenizas. Dicen por ahí que somos la medida de nuestras resistencias, pero que tanto puede un organismo resistir a las inclemencias de la vida.

Elephant  es el reflejo de una bomba de tiempo, de una contención catastrófica que se prolonga poco a poco hasta desbordarse en las inmediaciones de la condición humana.

Gus Van Sant, uno de los directores más brillantes de los últimos tiempos, retoma el trágico incidente en Columbine, donde alumnos del instituto deciden por cuestiones personales, realizar una masacre, dentro de dicho lugar, Conmocionando no solo a Estados Unidos sino al mundo entero.

Una pieza brillante, de una fotografía y pulcritud impecable que contrasta violentamente con la temática designada. Tomas que parecen prolongarse como el pensamiento que se escabulle por el tiempo, transiciones poéticas apenas perceptibles, y una actuación precisa, hacen de esta película una joya del nuevo siglo.

Pateando Piedras trae para ustedes la recomendación de esta semana: Elephant, un film de Gus Van Sant, ganador del premio a mejor director en el Festival de Cannes 2003.

Esperemos puedan disfrutarla, en una buena compañía o por lo menos con una buena dotación de palomitas.